YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 2 de octubre de 2006

Hacia la Consolidación de una Ruptura, por Germán Ayala Osorio

Segundo periodo de Uribe Vélez HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE UNA RUPTURA
Con el afianzamiento de una globalización corporativa, Colombia entra en el más complejo estadio en el que sobresale la sempiterna incapacidad del Estado nacional de asegurar el monopolio de las armas, el control de sus fronteras internas y el cumplir, con probada legitimidad, la acción fiscalizadora (sistema de tributación). El incumplimiento del ideal moderno de Estado- nación generó en la población colombiana y en las propias elites la necesidad de mantener estrategias individuales y colectivas de supervivencia (2) por encima de la más urgente necesidad: consolidar un proyecto de nación seguro en la praxis y coherente y cohesivo en lo simbólico. La historia política, económica y social colombiana da cuenta de eventos, hechos y acontecimientos de especial significado y recordación. Entre otros (3), la Violencia desatada el 9 de abril de 1948 con la muerte del caudillo Jorge Eliécer Gaitán Ayala y la posterior Violencia Política que, con algunas características especiales, jugó a convertirse en una verdadera Ruptura Histórica, pero que terminó en un episodio trágico tanto para las elites políticas que la orquestaron, como para quienes participaron ciegamente de las refriegas. El Frente Nacional inició el progresivo, pero lento debilitamiento del bipartidismo. Sin embargo, Colombia no ha sufrido rupturas capaces de generar cambios sustanciales en las formas tradicionales de ‘hacer política’, y en aquellas que tradicionalmente han impedido que la acción estatal alcance y le dé la legitimidad al establecimiento y al régimen político. La sensación de estancamiento y de involución por la presencia otoñal de unas guerrillas (4) con la aparente falta de un proyecto político, alimentó por décadas expresiones políticas propias de una democracia débil y de una nación fragmentada: altos índices de abstención en los eventos electorales, polarización política, clientelismo y empobrecimiento de la discusión pública de asuntos públicos dada la efectiva mediación informativa- noticiosa de unos medios de comunicación articulados más a los intereses económicos corporativos, que a la función vigilante de la cosa pública y a los intereses de las audiencias. Ante un ‘permanente cambiar para que todo siga igual’, como máxima expresión de dicho estancamiento y ante el estruendoso fracaso de los diálogos de paz entre las Farc y el Gobierno de Pastrana (1998- 2002), los colombianos parecieron encontrar el líder político capaz de romper con un mal histórico que Daniel Pécaut señaló en su momento como “…la eterna compañía del Frente Nacional” (5). Así, con la reelección inmediata de Álvaro Uribe Vélez (2006 -2010), Colombia y los colombianos aspiran a que tardíamente se alcance el carácter y el tono del Estado- nación moderno, a partir de la derrota militar de las Farc. Por ese camino, y ante la insepulta presencia del bipartidismo, Uribe Vélez recupera y refunda la univocidad y el talante excluyente y cooptante del viejo Frente Nacional, sostenido ahora en una especie de capitalismo de camarilla (6) el cual blinda y blindará los futuros gobiernos. Paralelo a la razonable aspiración nacional, el segundo período de Uribe Vélez y las administraciones por venir, consolidarán lo que en adelante se llamará como la primera Ruptura (7) Histórica colombiana. Las manifestaciones de dicha Ruptura Histórica se darían, obligatoriamente, en torno a: 1. Escalamiento y profundización del conflicto armado interno. 2. Aniquilamiento de las Farc. 3. Violación sistemática de los derechos humanos a críticos y simpatizantes de izquierda. 4. Medidas económicas articuladas a las lógicas y beneficios del capital transnacional. 5. Cooptación masiva de líderes, intelectuales y de medios masivos. 6. Control efectivo sobre el pensamiento y la producción intelectual en las Universidades privadas y estatales. 7. Desaparición del campesinado. 8. La seguridad ciudadana, como obligatorio servicio, será un ítem clave en la canasta familiar. 9. Reconstrucción de eventos históricos desde los intereses de la historia oficial. -------------------------------------------------- CITAS (1) Docente- investigador de la Universidad Autónoma de Occidente (Cali- Colombia). Comunicador social y politólogo. Coordinador del Grupo de Investigación en Estudios Sociopolíticos de la misma institución. (2) Pécaut habla de estrategias individuales de sobrevivencia al hacer referencia al repliegue, por efectos de la violencia, de organizaciones populares, sindicatos y asociaciones campesinas…” (Véase Guerra contra la sociedad. Bogotá: Espasa, página 110). (3) La constituyente del 91 y la constitución del 91 constituye, sin duda, un evento histórico clave, pero no alcanza a convertirse en una Ruptura Histórica en tanto los efectos de su apropiación obedecen a acciones específicas a partir de garantías constitucionales (Acción de Tutela, por ejemplo) y no a una acción colectiva que asegure la refundación del Estado y de las prácticas sociales, políticas, económicas y culturales desde la misma propuesta constitucional. (4) Habría que hacer que examinar con precisión qué de su proyecto político las Farc han logrado poner en marcha en zonas en las que tradicionalmente han ejercido el poder. Lo que se pueda comprender de su proyecto político se desdibuja no sólo por las acciones terroristas a las que apelan, sino por la acción informativa y propagandística del Estado. (5) PÉCAUT, Daniel. Guerra contra la sociedad. Bogotá: Espasa, 2001. p. 107. (6) “Según Krueger 2002) en este tipo de capitalismo los políticos que detentan el poder y determinados grupos de empresarios y representantes de los poderes fácticos se reconocen en sus intereses comunes y, por tanto, conciertan y actúan como compinches. El capitalismo de camarilla puede ser productor de algún crecimiento, pero débil y, necesariamente, inequitativo, y generar reglas e instituciones, pero excluyentes para vastos sectores de la economía y la sociedad.” (MONCAYO JIMÉNEZ, Edgardo. La insidiosa paradoja de la democracia política sin desarrollo económico redistributivo. EN: La reforma política del Estado en Colombia: una salida integral a la crisis. Bogotá: Cerec – Fescol, 2005. págs 1778- 179). (7) Se entenderá como Ruptura Histórica el cúmulo de eventos, estrategias, acontecimientos y hechos que de manera evidente y práctica generan, hacen pensar y construyen escenarios de realización y acción política de especial aceptación social. Una Ruptura Histórica se expresa como correlato de unos consensos políticos, sociales, culturales y económicos capaces de generar sensaciones y una opinión pública nacional que no sólo ratifica y expone unos eternos obstáculos que han impedido la consolidación de la nación, sino que es capaz de señalar como enemigos naturales a quienes, por fuera de los consensos, llaman la atención sobre la necesaria existencia de los disensos. Una Ruptura Histórica se sostiene en forzosos consensos mediáticos aglutinados en una artificiosa opinión pública.

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