Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Guardar silencio sobre los crímenes cometidos por grupos al margen de la ley, convierte en cómplices a aquellos actores sociales de la sociedad civil que están obligados, ética y políticamente, a exigir el develamiento de la verdad sobre lo acontecido con la penetración y el actuar criminal de las AUC en el Valle del Cauca.
Es notable y preocupante el silencio de los medios masivos de esta parte de Colombia, en las ya conocidas denuncias de varios paramilitares desmovilizados, en especial, Evert Veloza, alias H.H, quien señaló hace ya un tiempo que detrás de la llegada de las Autodefensas al Valle del Cauca está un grupo de empresarios, que incluiría líderes de los sectores del azúcar y de otros sectores productivos, así como algunos narcotraficantes (véase Verdadabierta.com).
Convendría saber quiénes en el Valle del Cauca apoyaron el accionar criminal de las Autodefensas. Es urgente develar esas finas relaciones establecidas entre ‘decentes y prósperos empresarios’, con un grupo al margen de la ley que violó los derechos humanos y modificó sustancialmente importantes circunstancias y principios para concebir capital social útil para edificar una mejor sociedad.
Y dentro de la llamada sociedad civil regional hay actores que están obligados a presionar a la justicia y a los mismos señalados por el criminal H.H: los medios masivos de comunicación, la Iglesia y por supuesto, los sectores empresariales que se mantuvieron al margen de la mayor empresa criminal montada por la derecha y la godarria nacional y regional.
¿Qué tipo de sociedad podemos construir cuando quienes desde la legalidad y el reconocimiento social dado por la tradición y el poder económico, auparon y patrocinaron a un grupo de asesinos para que violara los derechos humanos, amparado dicho grupo en una supuesta defensa contra las acciones, también criminales, de las guerrillas?
¿En dónde queda la confianza que depositamos los ciudadanos en instituciones privadas y del Estado, cuando dentro de la cultura dominante, la misma que construyen e irradian ‘prósperos y poderosos empresarios’ y los medios de comunicación, hay cabida para el crimen y para violentar la dignidad humana?
No se avanza en la construcción de escenarios de paz y reconciliación sólo con la pretendida desmovilización de guerrilleros y paramilitares. Alcanzaremos esos escenarios cuando actores de la sociedad civil acepten públicamente y ante la justicia, que apoyaron a las AUC. De no hacerlo así, la reconciliación estará lejos y habremos perdido varios elementos sociales que valen un Potosí: la credibilidad, la confianza y el respeto por quienes se erigen, apoyados muchas veces en la tradición, como los líderes a seguir.
No sólo está en juego el prestigio y la prestancia de las familias y los empresarios comprometidos con el accionar criminal de las Autodefensas Unidas de Colombia: lo que está en juego es la viabilidad de un orden social que hizo crisis porque dentro de él se corrompieron referentes claves para su sostenimiento y expansión
Guardar silencio sobre los crímenes cometidos por grupos al margen de la ley, convierte en cómplices a aquellos actores sociales de la sociedad civil que están obligados, ética y políticamente, a exigir el develamiento de la verdad sobre lo acontecido con la penetración y el actuar criminal de las AUC en el Valle del Cauca.
Es notable y preocupante el silencio de los medios masivos de esta parte de Colombia, en las ya conocidas denuncias de varios paramilitares desmovilizados, en especial, Evert Veloza, alias H.H, quien señaló hace ya un tiempo que detrás de la llegada de las Autodefensas al Valle del Cauca está un grupo de empresarios, que incluiría líderes de los sectores del azúcar y de otros sectores productivos, así como algunos narcotraficantes (véase Verdadabierta.com).
Convendría saber quiénes en el Valle del Cauca apoyaron el accionar criminal de las Autodefensas. Es urgente develar esas finas relaciones establecidas entre ‘decentes y prósperos empresarios’, con un grupo al margen de la ley que violó los derechos humanos y modificó sustancialmente importantes circunstancias y principios para concebir capital social útil para edificar una mejor sociedad.
Y dentro de la llamada sociedad civil regional hay actores que están obligados a presionar a la justicia y a los mismos señalados por el criminal H.H: los medios masivos de comunicación, la Iglesia y por supuesto, los sectores empresariales que se mantuvieron al margen de la mayor empresa criminal montada por la derecha y la godarria nacional y regional.
¿Qué tipo de sociedad podemos construir cuando quienes desde la legalidad y el reconocimiento social dado por la tradición y el poder económico, auparon y patrocinaron a un grupo de asesinos para que violara los derechos humanos, amparado dicho grupo en una supuesta defensa contra las acciones, también criminales, de las guerrillas?
¿En dónde queda la confianza que depositamos los ciudadanos en instituciones privadas y del Estado, cuando dentro de la cultura dominante, la misma que construyen e irradian ‘prósperos y poderosos empresarios’ y los medios de comunicación, hay cabida para el crimen y para violentar la dignidad humana?
No se avanza en la construcción de escenarios de paz y reconciliación sólo con la pretendida desmovilización de guerrilleros y paramilitares. Alcanzaremos esos escenarios cuando actores de la sociedad civil acepten públicamente y ante la justicia, que apoyaron a las AUC. De no hacerlo así, la reconciliación estará lejos y habremos perdido varios elementos sociales que valen un Potosí: la credibilidad, la confianza y el respeto por quienes se erigen, apoyados muchas veces en la tradición, como los líderes a seguir.
No sólo está en juego el prestigio y la prestancia de las familias y los empresarios comprometidos con el accionar criminal de las Autodefensas Unidas de Colombia: lo que está en juego es la viabilidad de un orden social que hizo crisis porque dentro de él se corrompieron referentes claves para su sostenimiento y expansión
Nota: esta columna fue reproducida en la url http://www.nasaacin.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1603:-lo-que-pasa-cuando-se-corrompen-los-referentes&catid=99:dcumentos-nasaacin&Itemid=86
1 comentario:
Hola uribito:
Falta de solidaridad, encubrimiento y ¿temor?
No se, pero la verdad, es muy triste lo sucedido.
Luisf.
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