lunes, 28 de julio de 2014

FARC, MEDIO AMBIENTE Y POLÍTICA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Los recientes y reiterados atentados de las Farc contra  valiosos ecosistemas naturales en el Putumayo, dejan entrever una abierta y clara actitud ecocida de la organización armada ilegal, que bien puede obedecer a una ‘política’ avalada por los líderes farianos que negocian en Cuba, o por el contrario, se trataría de decisiones inconsultas de guerrilleros que  hoy ya no reconocen la autoridad de los comandantes que están en territorio cubano.

Si las actividades ecocidas de las Farc responden a una política del Secretariado, entonces el Estado debe preparar demandas ambientales contra sus líderes y los organismos internacionales deberán hacer lo mismo, dado que Colombia tiene obligaciones en materia  de conservación ambiental que no puede eludir, así el conflicto armado interno persista.

Ahora bien, si los atentados obedecen a decisiones inconsultas de guerrilleros comandantes de frente o de columna, entonces las Farc deben reconocer públicamente que no tienen mando unificado  y que hay unidades operativas que ya no hacen parte de su estructura. Será difícil que las Farc reconozcan que la unidad de mando está resquebrajada. Por ello, la inteligencia militar debe estar atenta para descubrir qué pasa al interior de las Farc y entregar esta información a los negociadores del Gobierno y al propio Presidente, dado que ello no sólo afectaría el proceso de paz, la firma del fin del conflicto, sino el diseño de escenarios de posconflicto.

En cualquier caso, estamos ante verdaderos hechos demenciales dado que comprometen la flora, la fauna y la vida de los habitantes de la zona, si se piensa en las consecuencias que genera el derrame de cientos de barriles de crudo en ríos y afluentes.

Estamos ante afectaciones ambientales que dejan muy mal a las Farc. Peor aún es el silencio que la cúpula fariana guarda  ante los execrables hechos, que bien puede entenderse como una forma de convalidar lo que hacen sus frentes o, por el contrario, una manera clara de ocultar que perdieron el control de los guerrilleros que hoy decidieron ‘victimizar’ al medio ambiente y de forma conexa, a quienes de manera directa puedan sufrir por cortes en el suministro de agua por la contaminación que conlleva el derrame de crudo en aguas de los ríos Orito, Quembí, Putumayo y Guamuez.

De igual manera, llama la atención que ante los primeros hechos en los que las Farc obligaron a transportadores de crudo a derramarlo, la Fuerza Pública poco o nada haya hecho para evitar que dichas acciones se repitieran. Después de ocho días de repetidos atentados, se anuncia la llegada de una brigada móvil  para vigilar por aire y tierra los desplazamientos de los camiones cisterna que transportan el petróleo. ¿Por qué demoró el Ministro de la Defensa en tomar la decisión? ¿Acaso la inacción hace parte de una postura política que busca debilitar el proceso de paz de La Habana, ante una volátil opinión pública?

En este punto, el presidente Santos deberá exigirle a los comandantes de fuerza que cumplan con la tarea de proteger no sólo la vida y la honra de los colombianos, sino la biodiversidad y en general ecosistemas naturales de especial valor como los afectados recientemente.

El jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle Lombana, en forma un tanto tímida exigió a los voceros de las Farc explicar y parar las acciones contra el medio ambiente. La verdad es que estos hechos golpean la credibilidad que el proceso de paz había ganado en los últimos meses y dan la oportunidad para que la ultraderecha, representada hoy en el Congreso a través del Centro Democrático, presione al gobierno de Santos para que conmine a las Farc a parar los atentados y de esta manera, enrarecer el ambiente de un proceso que deviene complejo y delicado.

Ya bastante tiene el país que pensar en materia de reparación económica y moral a las víctimas de la guerra interna, bien a manos de las Farc, del Estado y de los paramilitares, para tener que entrar a valorar cuánto cuesta reparar ecosistemas naturales afectados no sólo por el derrame de petróleo, y la presencia permanente y flotante de combatientes en zonas de páramo y bosques, sino por los bombardeos perpetrados por unidades de la Fuerza Aérea y de la aviación del Ejército.


Adenda: con los efectos socio ambientales y económicos que deja la temporada de verano, la intensa sequía que ya se produce y que puede empeorar con la llegada del Fenómeno de El Niño, queda clarísimo que en materia ambiental el Gobierno de Uribe fue un total desastre. Fueron ocho años de total desmonte de las instituciones ambientales. En cuanto al Gobierno de Santos hay que señalar que poco hizo para preparar el país para afrontar esta situación ambiental. El hoy llamado Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible no es más que un ‘elefante blanco’ no sólo paquidérmico en la toma de decisiones tendientes a mitigar el impacto del fuerte verano, sino inexistente como unidad orientadora y coordinadora de la gestión ambiental en todo el territorio nacional. 

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