Por Germán Ayala Osorio, columna CIER- EL PUEBLO
http://elpueblo.com.co/inconvenientes-silencios/
No todos los silencios significan
lo mismo. Por ejemplo, el silencio de un presidente frente a un determinado
asunto público puede resultar determinante en materia de acción política. Tanto
así, que el mutismo que el presidente Santos guardó en su discurso de posesión,
para su segundo periodo, en relación con el medio ambiente, no es más que la
patente de corso para que tanto agentes privados como estatales puedan
continuar sometiendo los ecosistemas naturales a un desarrollo extractivo que
no contempla medidas o planes de mitigación y mucho menos respeta límites de
resiliencia.
En su alocución, Santos no hizo
alusión al medio ambiente en una clara muestra de desprecio y desconocimiento
de la importancia que hoy tiene para Colombia y el mundo el manejo responsable
de unos ecosistemas frágiles y estratégicos para la sostenibilidad socio
ambiental.
La mudez presidencial alrededor
de la variable ambiental autoriza al hoy ministro del Medio Ambiente y
Desarrollo Sostenible a dar continuidad a una política ambiental totalmente
sometida a los intereses de quienes realmente operan la locomotora
minero-energética, echada a andar por Santos: las empresas multinacionales y
sus filiales en Colombia. Esto es, petroleras, mineras y madereras. Un Ministro
que poco o nada conoce de pensamiento ambiental, de desarrollo sostenible y de
crisis ambientales, será un gris funcionario, con el mismo talante de la
saliente ministra. O quizás peor.
La reserva de Santos frente al
tema ambiental termina por deslindar variables que hoy más que nunca deben
verse, pensarse y asumirse de manera relacional y sistémica. De manera
equivocada el Presidente habla de paz e insiste en ponerle fin al conflicto armado
interno, sin estimar que hoy Colombia exhibe problemas socio ambientales que
mañana podrían convertirse en nuevos conflictos, cuya resolución violenta dará
al traste con la ilusión de tener una paz justa y duradera.
El silencio de Santos en relación
con la variable ambiental también manda un claro mensaje a los colombianos:
estamos por encima de la naturaleza. La seguiremos transformando porque somos
la especie “inteligente” y la única capaz de someter a una Naturaleza que en
muchos casos se presenta inhóspita para la extensión de la vida humana en
ciertos ecosistemas “poco amables” con la vida humana. Digno exponente de un
antropocentrismo con el que de manera equivocada estamos hoy viviendo en este
planeta.
Y es que no se puede pedir mucho
al presidente Santos. Digamos que su mutismo en relación con el tema ambiental
se explica porque él viene de una élite política sin mayor conciencia
ambiental. Un citadino que siempre miró con desprecio o miedo el campo, lo
rural, las selvas. Hay allí una cuestión cultural de fondo. Por el contrario,
su antecesor, que también guardó silencio frente a esta estratégica variable,
es digno representante de un sector ganadero y de la subcultura arriera,
acostumbrados a ‘tumbar’, aniquilar, devastar y asolar el monte, nombre con el
cual suelen referirse a las selvas.
Los silencios de Uribe (2002-2010) y los de Santos (2010-2018)
terminarán por validar y legitimar un desarrollo extractivo que sin límites,
hará que el país tenga que afrontar en
el mediano y largo plazo crisis y conflictos socio ambientales, que muy
seguramente evitarán consolidar la paz no sistémica con la que sueña Santos.
Los negativos mutismos de Uribe y de Santos alimentan, además, la incapacidad
que tenemos para pensar de manera interdisciplinar. Ellos evitan que la
política impulse ese pensamiento sistémico que tanto hoy se añora para poder
enfrentar los retos de un cambio climático que tiene anclajes sociales,
económicos, políticos, ambientales y culturales que necesitan de un pensamiento
ambiental complejo, que ni Santos ni Uribe tienen. De allí sus silencios.
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