Por Germán Ayala Osorio, profesor Asociado y politólogo de la Universidad Autónoma de Occidente
En la difícil coyuntura que vive el país por cuenta de la proto dictadura que viene encarnándose en Uribe, con la ayuda de su Congreso de bolsillo, bueno es pensar en el perfil que ha venido mostrando la llamada Oposición Política, liderada hoy por ex presidentes, que al igual que Uribe, poco han hecho para cambiar el carácter ilegítimo que el Estado colombiano arrastra de tiempo atrás.
Justamente ahí radica en parte la fuerza electoral y demoscópica de Uribe, pues los negativos recuerdos que los colombianos guardan de las administraciones de Gaviria, Samper y Pastrana se pueden concentrar, en ese mismo orden, en las siguientes ‘categorías’: apagón y apertura económica; proceso 8.000 y narco democracia; y Caguán, burla para el país.
La Oposición en Colombia ha estado mediada por el soborno burocrático, por la mutua complacencia o por la firma de pactos tácitos de no agresión, que son correspondidos cuando se daba un cambio de administración y por lo tanto, de roles.
Y ha sido así porque los partidos políticos colombianos se han caracterizado por ser colectividades a las que les quedó grande la tarea de que concebir un proyecto de país con claros beneficios para amplias mayorías. Alejados del interés general, los partidos Liberal y Conservador ejercieron la política para saciar las ansias burocráticas de sus líderes y para hacer de la función pública, la mejor forma de violar la ley, sin violarla.
Incapaces de recoger las demandas de las organizaciones de la sociedad civil, dichas agrupaciones políticas se vienen diluyendo desde el Frente Nacional, hasta quedar hoy en simples asociaciones en las cuales confluyen intereses cortoplacistas, alejados de las necesidades reales de un país diverso y complejo.
La crisis ideológica y programática de los partidos Liberal y Conservador se profundizó con el afianzamiento de Uribe como caudillo y Mesías, y por la consecuente cooptación de sus militantes, hoy miembros de lo que se conoce como la bancada uribista.
Desdibujados en su quehacer político y cultural, algunos de sus miembros intentan no naufragar agitando, desesperadamente, la bandera de la Oposición, buscando contrarrestar lo que parece inevitable: la reelección, por segunda vez, de Uribe Vélez.
Muy seguramente, al ver la ineficacia de sus esfuerzos por evitar la continuidad de Uribe en el poder, mañana dirán que oponerse a la voluntad de las mayorías uribistas es ir en contra del interés general y hasta de la constitución, y consecuentemente, optarán por aceptar cargos públicos, como ya lo hizo en su momento Pastrana.
Una corta mirada retrospectiva al papel de la Oposición, en el diario La República, señala lo siguiente: “Ahora bien, se supone que toda oposición debe ser constructiva, es decir, debe ejercer su derecho a criticar y a controlar, guiada siempre por el afán de construir, de mejorar la gestión pública en bien del país. Por desgracia, el papel que ha venido desempeñando la oposición desde marzo de 2005 no responde a esos fines nobles, sino a un afán de protagonismo deleznable y a la intención de mejorar su desempeño electoral en los próximos comicios. Vale decir que la oposición de blancos y colorados se ha manejado con claros y mezquinos fines electoralistas. Tratando de capitalizar en su provecho los posibles errores del gobierno, la oposición no ha vacilado en magnificar hechos, en tergiversar realidades. Sin embargo, de nada ha valido todo ese esfuerzo si nos atenemos a los datos aportados por encuestas de opinión que hablan de una aprobación a la gestión gubernamental sin precedentes; nunca un gobierno había mantenido un tan alto grado de aprobación luego de casi dos años de haber asumido la conducción del país”.[1]
Una Oposición seria, estratégica y constructiva en la medida de las posibilidades y garantías que ofrezca el régimen político al cual se controla y se critica, debe estar soportada en varias acciones que van más allá del control político en las corporaciones públicas, especialmente en el Congreso y de las opiniones lanzadas por sus líderes, a veces erráticas, porque parten de supuestos y no del análisis serio de los asuntos que se cuestionan.
Un primer elemento característico de una Oposición responsable está en no depositar en la imagen desgastada de ex presidentes, la posibilidad de expresar discrepancias y críticas alrededor del actuar, en este caso, del régimen uribista. El país pide a gritos el retiro definitivo de sus ex presidentes del debate público, dado que un buen número de ellos estaría impedido moral y éticamente.
Un segundo elemento señala que deben hacer parte de la Oposición estudiosos de los temas sensibles al seguimiento y al debate, es decir, técnicos, académicos y por supuesto, políticos profesionales, que hayan construido una positiva imagen frente a la opinión pública.
La Oposición debe concebir y construir una base electoral que le permita mover la opinión, masivamente, sobre asuntos públicos de especial importancia. A esa base electoral hay que garantizarle procesos formativos, pues sus miembros y militantes serán replicadores en diferentes escenarios públicos y privados, lo que les garantizará un diálogo simétrico con quienes defienden, por ejemplo, la segunda reelección de Uribe.
Una Oposición debe tener presencia nacional pues pretender que desde Bogotá se pueden generar cambios en la opinión de los colombianos víctimas del unanimismo mediático, es casi una tarea imposible.
Quienes pretendan liderar un redireccionamiento en la forma como se hace Oposición política en Colombia, deben contemplar el uso de internet para generar desde ahí espacios de discusión y de generación de opiniones divergentes a las que circulan en los medios masivos y por supuesto, en la misma red. Es clave aquí pensar en el tono del lenguaje a utilizar en la construcción de los discursos, pues la vehemencia y la seguridad de los argumentos pueden vencer el maniqueo y abyecto discurso que se desprende de la efectiva entronización en los imaginarios colectivos e individuales de la ‘popular’ política de defensa y seguridad democrática.
Quienes hacen hoy oposición política al gobierno de Uribe han perdido tiempo valioso al no poder ofrecer una alternativa seria de gobierno, no sólo desde el punto de vista de presentar un líder carismático capaz de convocar mayorías, sino desde la inaplazable necesidad de empezar a construir un proyecto de país coherente, amplio y viable, que lo haga legítimo ante amplios sectores poblacionales que han sufrido por su ausencia o, por el contrario, que han sido víctimas de su presencia, especialmente cuando viene investida de un carácter punitivo, coercitivo y armado.
En la difícil coyuntura que vive el país por cuenta de la proto dictadura que viene encarnándose en Uribe, con la ayuda de su Congreso de bolsillo, bueno es pensar en el perfil que ha venido mostrando la llamada Oposición Política, liderada hoy por ex presidentes, que al igual que Uribe, poco han hecho para cambiar el carácter ilegítimo que el Estado colombiano arrastra de tiempo atrás.
Justamente ahí radica en parte la fuerza electoral y demoscópica de Uribe, pues los negativos recuerdos que los colombianos guardan de las administraciones de Gaviria, Samper y Pastrana se pueden concentrar, en ese mismo orden, en las siguientes ‘categorías’: apagón y apertura económica; proceso 8.000 y narco democracia; y Caguán, burla para el país.
La Oposición en Colombia ha estado mediada por el soborno burocrático, por la mutua complacencia o por la firma de pactos tácitos de no agresión, que son correspondidos cuando se daba un cambio de administración y por lo tanto, de roles.
Y ha sido así porque los partidos políticos colombianos se han caracterizado por ser colectividades a las que les quedó grande la tarea de que concebir un proyecto de país con claros beneficios para amplias mayorías. Alejados del interés general, los partidos Liberal y Conservador ejercieron la política para saciar las ansias burocráticas de sus líderes y para hacer de la función pública, la mejor forma de violar la ley, sin violarla.
Incapaces de recoger las demandas de las organizaciones de la sociedad civil, dichas agrupaciones políticas se vienen diluyendo desde el Frente Nacional, hasta quedar hoy en simples asociaciones en las cuales confluyen intereses cortoplacistas, alejados de las necesidades reales de un país diverso y complejo.
La crisis ideológica y programática de los partidos Liberal y Conservador se profundizó con el afianzamiento de Uribe como caudillo y Mesías, y por la consecuente cooptación de sus militantes, hoy miembros de lo que se conoce como la bancada uribista.
Desdibujados en su quehacer político y cultural, algunos de sus miembros intentan no naufragar agitando, desesperadamente, la bandera de la Oposición, buscando contrarrestar lo que parece inevitable: la reelección, por segunda vez, de Uribe Vélez.
Muy seguramente, al ver la ineficacia de sus esfuerzos por evitar la continuidad de Uribe en el poder, mañana dirán que oponerse a la voluntad de las mayorías uribistas es ir en contra del interés general y hasta de la constitución, y consecuentemente, optarán por aceptar cargos públicos, como ya lo hizo en su momento Pastrana.
Una corta mirada retrospectiva al papel de la Oposición, en el diario La República, señala lo siguiente: “Ahora bien, se supone que toda oposición debe ser constructiva, es decir, debe ejercer su derecho a criticar y a controlar, guiada siempre por el afán de construir, de mejorar la gestión pública en bien del país. Por desgracia, el papel que ha venido desempeñando la oposición desde marzo de 2005 no responde a esos fines nobles, sino a un afán de protagonismo deleznable y a la intención de mejorar su desempeño electoral en los próximos comicios. Vale decir que la oposición de blancos y colorados se ha manejado con claros y mezquinos fines electoralistas. Tratando de capitalizar en su provecho los posibles errores del gobierno, la oposición no ha vacilado en magnificar hechos, en tergiversar realidades. Sin embargo, de nada ha valido todo ese esfuerzo si nos atenemos a los datos aportados por encuestas de opinión que hablan de una aprobación a la gestión gubernamental sin precedentes; nunca un gobierno había mantenido un tan alto grado de aprobación luego de casi dos años de haber asumido la conducción del país”.[1]
Una Oposición seria, estratégica y constructiva en la medida de las posibilidades y garantías que ofrezca el régimen político al cual se controla y se critica, debe estar soportada en varias acciones que van más allá del control político en las corporaciones públicas, especialmente en el Congreso y de las opiniones lanzadas por sus líderes, a veces erráticas, porque parten de supuestos y no del análisis serio de los asuntos que se cuestionan.
Un primer elemento característico de una Oposición responsable está en no depositar en la imagen desgastada de ex presidentes, la posibilidad de expresar discrepancias y críticas alrededor del actuar, en este caso, del régimen uribista. El país pide a gritos el retiro definitivo de sus ex presidentes del debate público, dado que un buen número de ellos estaría impedido moral y éticamente.
Un segundo elemento señala que deben hacer parte de la Oposición estudiosos de los temas sensibles al seguimiento y al debate, es decir, técnicos, académicos y por supuesto, políticos profesionales, que hayan construido una positiva imagen frente a la opinión pública.
La Oposición debe concebir y construir una base electoral que le permita mover la opinión, masivamente, sobre asuntos públicos de especial importancia. A esa base electoral hay que garantizarle procesos formativos, pues sus miembros y militantes serán replicadores en diferentes escenarios públicos y privados, lo que les garantizará un diálogo simétrico con quienes defienden, por ejemplo, la segunda reelección de Uribe.
Una Oposición debe tener presencia nacional pues pretender que desde Bogotá se pueden generar cambios en la opinión de los colombianos víctimas del unanimismo mediático, es casi una tarea imposible.
Quienes pretendan liderar un redireccionamiento en la forma como se hace Oposición política en Colombia, deben contemplar el uso de internet para generar desde ahí espacios de discusión y de generación de opiniones divergentes a las que circulan en los medios masivos y por supuesto, en la misma red. Es clave aquí pensar en el tono del lenguaje a utilizar en la construcción de los discursos, pues la vehemencia y la seguridad de los argumentos pueden vencer el maniqueo y abyecto discurso que se desprende de la efectiva entronización en los imaginarios colectivos e individuales de la ‘popular’ política de defensa y seguridad democrática.
Quienes hacen hoy oposición política al gobierno de Uribe han perdido tiempo valioso al no poder ofrecer una alternativa seria de gobierno, no sólo desde el punto de vista de presentar un líder carismático capaz de convocar mayorías, sino desde la inaplazable necesidad de empezar a construir un proyecto de país coherente, amplio y viable, que lo haga legítimo ante amplios sectores poblacionales que han sufrido por su ausencia o, por el contrario, que han sido víctimas de su presencia, especialmente cuando viene investida de un carácter punitivo, coercitivo y armado.
[1] Tomado de la URL: http://www.larepublica.com.uy/editorial/240769-el-papel-de-la-oposicion (consultado 08 de mayo de 2009).
3 comentarios:
Buen día Germán.
Excelente reflexión... me identifico con su artículo.... en particular con este párrafo final: "Quienes hacen hoy oposición política al gobierno de Uribe han perdido tiempo valioso al no poder ofrecer una alternativa seria de gobierno, no sólo desde el punto de vista de presentar un líder carismático capaz de convocar mayorías, sino desde la inaplazable necesidad de empezar a construir un proyecto de país coherente, amplio y viable, que lo haga legítimo ante amplios sectores poblacionales que han sufrido por su ausencia o, por el contrario, que han sido víctimas desu presencia, especialmente cuando viene investida de un carácter punitivo, coercitivo y armado."
Tienes mucha razón...me atreveré a comentarte mis ideas locas y sueltas que se me vienen a la cabeza ahora que leí su artículo.... un tanto emotivos.... ... personalmente me siento defraudada con los movimientos alternativos que han dado la pelea en Colombia ... en particular con el POLO... generó más expectativas que loque realmente ha logrado hacer.... y a la hora de abanderar ideales se perdieron en discusiones ... en envidias de poder... en tantas cosas sin importancia que PERDIERON EL NORTE... SIN IDENTIDAD .. no fueron capaces de crear una identidad popular..... hace falta más líderes políticos con PRINCIPIOS éticos... que estén convencidos de que es necesario realmente unc ambio político pero no solo que estén convencidos.. sino que sean parte de esos procesos de cambio..que sea EJEMPLO de "hombres nuevos"... ejemplos de lucha por transformar las condiciones de la mayoría para bien... con compromiso real.. sin que el pago sea lo más importante... pero creo que llegan al SENADO.. A entes de poder Y se olvidan sus principios... sus objetivos reales.. no es posible más de lo que hemos tenido durante tantos años .. y menos en estos últimos años.. .. la politiquería es como una enfermedad .. esta sí se debería considerar como una PANDEMIA ... la poca gente buena que llega al poder... se contagia.. pierden identidad... PIERDEN LA MEMORIA..... Pierden el apoyo popular...... en fin... creo que hayque BUSCAR UNA VACUNA y poronto para este mal de politiquería que no nos deja conformar un PROYECTO POLÍTICO SERIO.. UNIDO.. CON líderes modestos, sencillos que pongan por encima de los intereses personales el BIEN COMÚN.... ....Ojalá algún día se logre unir tanta dispersión... como decía el CHE "si fuéramos capaces de unirnos.... qué hermoso y qué cercano sería el futuro".... .. ojalá dejáramos de hacer tantos discursos y los pusiéramos en práctica... quizás así tendríamos mínimamente una mejor calidad de vida en lo personal... en lo emocional.. ojalá fuéramos más coherentes y consecuentes con todo lo que decimos y hacemos....me involucro porque todos somos parte en cierta forma del problema... PERO TAMBIEN de la solución
Amparo
Te quiero decir que, pensando en todo lo que he leído escrito por tí, éste artículo me encantó. Realmente me parece la pluma de un ser humano más maduro, más imparcial, más equilibrado. Te felicito por ubicarte en una posición que te permite una crítica sosegada.
saludos
Claudia Patricia
Muchas gracias. Estas reflexiones deben compartirse más, pues de verdad nunca cuestionamos nada.
Gladys del S.
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