Por
Germán Ayala Osorio, comunicador social
y politólogo
Una
sociedad y un Estado son co responsables de los procesos civilizatorios echados
a andar dentro de un territorio, así como de las dinámicas culturales
dispuestas para su ocupación y transformación. Esto podría ser, al tiempo, una
constatación, una esperanza o un deber ser. Pero también, para el caso
colombiano, es una clara quimera por las condiciones en las que discurren los
procesos civilizatorios en nuestro país, en donde lo que se observa -y se sufre-,
es la precariedad del Estado y la insolidaridad de una sociedad atomizada y
socialmente desordenada.
¿Qué
rol podrían o deberían jugar la sociedad y el Estado, por ejemplo, cuando una
pareja pobre, sin capacidad adquisitiva, atormentada por el desempleo, el
subempleo y en medio de una clara incapacidad social y cultural para discernir
sobre la vida, se encuentra, de repente, enfrentando la responsabilidad de
tener un hijo?
¿Es
posible que el Estado y en particular agentes de la sociedad lleguen al
hospital o a las casas en donde las parteras hacen su trabajo, en donde nacerá el nuevo ciudadano, para
indagar sobre las condiciones de manutención del bebé y las oportunidades que
los nuevos padres le podrán brindar a esa criatura?
A
renglón seguido, quienes lleguen en representación del Estado y de la sociedad,
podrían evaluar la situación económica y el contexto cultural en el que se
levantará ese nuevo ciudadano. Luego de explicar las dificultades y la
dimensión de la responsabilidad que deberán asumir como padres, los enviados
del Estado y de la sociedad podrían sugerir a la pareja la adopción de métodos
de planificación familiar e incluso, que los padres acepten someterse al
cerramiento de las trompas de Falopio o la vasectomía. Lo anterior, claro está,
a través de un diálogo respetuoso, enmarcado, eso sí, por altos niveles de
legitimidad del Estado y de responsabilidad de los ciudadanos involucrados.
Este
debate, que bien debería recoger el feminismo, se soporta en la exigencia de óptimas
condiciones en las que un ser humano debería de nacer y de criarse. Concebir,
entonces, no es un asunto menor y menos aún, un juego. Por el contrario,
debería de ser considerado por el Estado y por la sociedad como un asunto
público, fundamental y estratégico, en la medida en que al proveer mejores
condiciones de vida y desarrollo para los nuevos ciudadanos, el país y la
Nación aseguran así un mejor futuro para todo el colectivo y quizás, un mejor
lugar en el mundo cuando se evalúen los procesos civilizatorios.
Por
supuesto, se trata de un polémico asunto que expone la posibilidad de comprometer
la voluntad y la libertad de los padres de concebir una vida de acuerdo con sus
imaginarios de éxito y de felicidad, e incluso, la conculcación de sus derechos
reproductivos, al ponerse un límite al número de hijos que puede tener una
determinada pareja.
Lo
planteado aquí supone, entonces, un grado de responsabilidad mayor de los
ciudadanos, de hombres y mujeres, capaces de reconocer sus limitaciones
económicas y de capital cultural, para criar un ser humano en un mundo cada vez
más competido y competitivo, que le permita llevar una vida digna y que a
futuro no se convierta en una carga o un problema tanto para el mismo Estado,
como para la sociedad.
Espero
que la discusión no se desvíe hacia el ámbito de la eugenesia. De lo que se
trata es de plantear el debate sobre la provisión de condiciones óptimas de
vida digna en las que debe nacer y criarse un ser humano. Condiciones y
circunstancias estas que demandan la presencia de un Estado fuerte, responsable
y capaz de brindarlas, así como de
ciudadanos conscientes de su rol y de la responsabilidad que les cabe cuando de
traer bebés al mundo se trata.
Cordial saludo, HERMANAZO BOLIVARIANO, este asunto ,me parece bastante exigente para un País donde la preocupación principalísima es recaudar fondos para poder sostener un aparato burocrático que les garantice perpetuarse en el poder. Por supuesto que la idea es estupenda, pero llevarla a cabo es refundar el País y eso no va ha suceder.
ResponderBorrarHenry