martes, 6 de mayo de 2014

DESASTRES AMBIENTALES, FÚTBOL Y CAMPAÑA PRESIDENCIAL

Por Germán Ayala Osorio, Columna EL PUEBLO


Mientras los desastres ambientales aparecen cada vez más con mayor frecuencia, el país político sigue atento a una campaña presidencial en la que predominan débiles propuestas de Gobierno, sostenidas mas en los ingenuos sueños de los cinco candidatos en contienda, que en el convencimiento y las posibilidades reales de poder ponerlas en marcha para cambiar el rumbo de un país que da tumbos como orden institucional.

Las tímidas reacciones de los candidatos a la presidencia y de la sociedad en general frente a los desastres ambientales que viene dejando a su paso la locomotora minero-energética, son el correlato de un país biodiverso en el que la conciencia y el pensamiento ambientales brillan por su ausencia.

Y lo cierto es que la discusión ambiental y los asuntos relacionados con el manejo de la biodiversidad no han permeado a una sociedad atormentada por los efectos de la guerra interna y las incertidumbres que produce un modelo de económico que pauperiza cada día más las condiciones de vida de millones de colombianos, que sobreviven amontonados en ciudades violentas que también afrontan problemas ambientales por la contaminación del aire y de sus fuentes de agua.

Esa misma sociedad es la que hoy está más preocupada por la recuperación del futbolista Radamel Falcao García, de la selección de fútbol de mayores, y el inicio del Mundial de ese mismo deporte, que por los problemas sociales y ambientales que vienen dejando las exploraciones y explotaciones de petróleo, oro y carbón, entre otros recursos, en zonas como el Chocó Biogeográfico, los Llanos Orientales y veredas cercanas a ciudades y pueblos como Cali, Buenaventura y Santander de Quilichao, entre muchos más.

El reciente hecho socio ambiental acaecido en zona rural de Santander de Quilichao, en el norte del Cauca, confirma no sólo la debilidad del Estado local, regional y nacional para controlar a la minería legal e ilegal, sino la incapacidad que exhibe una sociedad civil urbanizada para discernir en torno de un desarrollo extractivo que medianamente asegura la supervivencia de cientos de miles de familias que hoy abren socavones, derriban selvas y desvían ríos, al tiempo que pone en riesgo la vida y la calidad de vida de millones de colombianos y las de las próximas generaciones.

Se suma a lo anterior, que los tratamientos periodístico-noticiosos no están pensados para confrontar la política minera del Gobierno de Santos y destapar los garrafales errores cometidos por la administración Uribe al convertir la entrega de licencias de exploración y explotación en una feria sin igual. Por el contrario, la gran prensa cubre los eventos ambientales sin prever la gravedad de las crisis socio ambientales que viene dejando una apuesta de desarrollo extractivo, en medio de débiles instituciones de control ambiental sumidas en la politiquería, el clientelismo y la falta de rigor técnico y científico.

Gracias a dichos tratamientos noticiosos, sin contexto y sin la más mínima claridad conceptual sobre el trasfondo político, científico y cultural que esos mismos hechos tienen, no se puede esperar que el grueso de la sociedad colombiana tome consciencia sobre los graves problemas sociales y ambientales que genera la locomotora minero-energética del Gobierno de Santos.

Mientras el Presidente-candidato y los demás candidatos a la presidencia desestiman los efectos nocivos que dejan las actividades extractivas de este boom minero, solo queda esperar que las universidades publiquen informes de investigación y los expertos ambientales escriban columnas de opinión en los grandes diarios.

Es decir, lo sucedido en Santander de Quilichao, en el norte del departamento del Cauca, es apenas uno de los tantos desastres ambientales que veremos registrados en los medios, si es que los canales de televisión privados deciden abrir espacios a los próximos eventos ambientales que sucederán en medio de las transmisiones de los partidos del Mundial de Fútbol en Brasil.


Muy seguramente resultará reelecto el presidente Santos, lo que significa que los desastres ambientales continuarán por cuenta de la minería legal e ilegal. Ese es el futuro que le espera a Colombia con un desarrollo extractivo que no tiene en cuenta los límites de resiliencia de numerosos y frágiles ecosistemas naturales y con una sociedad urbana preocupada por otros problemas, como el desempleo y las múltiples violencias  y distraída por la cercanía del Mundial de Fútbol a realizarse en Brasil. 

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