Por Germán Ayala Osorio, comunicador
social y politólogo
El 15 de junio Colombia reeligió a Juan Manuel Santos
Calderón para el periodo 2014-2018. Este
es sin duda el hecho político a destacar, pero él mismo concentra
circunstancias, miedos y en general una enorme expectativa alrededor de lo que
pueda suceder y en lo que pueda terminar el proceso de paz de La Habana y los
acercamientos con la guerrilla del ELN.
El triunfo de Santos por cerca de seis puntos porcentuales[1]
es relativamente contundente si se tiene en cuenta la votación alcanzada por
Zuluaga, quien logró cerca de 7 millones de sufragios[2]
y el uso político que el Centro Democrático hará de ese caudal electoral cuando
asuma en el Congreso su papel de opositor frente a los acuerdos a los que se
llegue con las Farc y el ELN; fuerza
opositora esta que se hará sentir en el momento en el que el legislativo en
pleno asuma la tarea de refrendar lo acordado en La Habana. Desde esa
perspectiva, la paz tendrá muy
seguramente un camino difícil en un Congreso en el que Uribe Vélez, como
senador y su bancada harán todo lo posible para torpedear los acuerdos a los
que se llegue en el proceso de paz que se adelanta en Cuba.
De cara a la futura refrendación de los acuerdos que se
firmen en la mesa de La Habana, el
gobierno y los colombianos deben estar preparados para una fuerte oposición
política y electoral, si se piensa en que lo acordado con las guerrillas debe
ser refrendado bien a través de un referendo y/o una Asamblea Nacional Constituyente.
Así entonces, el primer plebiscito por la paz del 15 de junio
pasó el primer examen, pero no hay seguridad de que suceda lo mismo cuando en
el segundo y último examen los colombianos salgan a votar para refrendar o no los acuerdos a los que se lleguen con las Farc
y muy seguramente con el ELN.
En su discurso, el presidente reelecto dijo que acogía el
triunfo y los votos alcanzados como un Mandato por la Paz. Además, agradeció a
las Fuerzas Armadas por el papel que ha jugado en el conflicto y nuevamente les
dijo que la paz es la victoria que todo soldado espera.
La corta alusión a las Fuerzas Armadas debe ser recogida por
la actual cúpula militar y policial para encarar a quienes desde dentro de las
filas apoyaron y apoyan aún la continuidad de la guerra y extrañan el modo de
gobernar de Uribe Vélez.
Allí Santos deberá ejercer con firmeza su rol como comandante
supremo y sacudir las filas con el claro propósito de sacar del servicio a
aquellos oficiales, suboficiales y soldados profesionales que están deliberando
y manifestando, privadamente, apoyos a la ultraderecha que encarnan Zuluaga,
Uribe Vélez y el Centro Democrático.
Así entonces, la jornada electoral del 15 de junio sirvió
para reelegir a Santos y sus políticas, en especial la de la paz. Pero también
confirmó que el país está dividido y polarizado en torno al proceso de paz con
las Farc y en general con la pacificación del país a través de la firma de
acuerdos políticos que exigen grandes esfuerzos económicos y políticos, pero
por sobre todo, un cambio cultural en torno a la urgente necesidad de cerrar
las páginas de la guerra, de saber la verdad de lo acontecido en 50 años de conflicto; de reparar
a las víctimas, de garantizar que no habrá repetición y quizás el punto más
álgido, que la sociedad en general perdone a los victimarios y que estos a su
vez pidan perdón, reparen y acepten jugar las reglas de la democracia y
defender en adelante el orden establecido que mañana los acoja como ciudadanos
desmovilizados.
Adenda: el gran perdedor de la jornada
electoral del 15 de junio de 2014 fue Álvaro Uribe Vélez, quien en adelante
podría (debería) revisar su rol como gran elector dado que su figura viene
sufriendo un profundo y sistemático desgaste. Recordemos que apoyó la candidatura
de Peñalosa a la alcaldía de Bogotá y éste perdió. Su figura polariza, aunque
mantiene en ciertos algunos sectores sociales, económicos, militares y
políticos un fuerte apoyo. Es claro que su carácter mesiánico y su discurso
pendenciero y camorrero riñe con los de
amplios sectores societales que quieren vivir en paz, que haya convivencia y
sobre todo respeto por aquellos que
piensan distinto. Mientras que su candidato Zuluaga reconocía el triunfo de
Santos, él, visiblemente molesto, lo desconocía señalando que se trataba de un
triunfo amañado, fruto de amenazas y componendas políticas y electorales. Este
discurso bien puede terminar en un claro
desconocimiento de Zuluaga como líder del Centro Democrático y eventual
candidato presidencial para el 2018. Seguirá en la lucha, dijo el ex
presidente, advirtiendo que en el Congreso hará oposición a la paz y votará
para darle continuidad al conflicto armado interno. Aunque siga vivo el llamado
‘uribismo’, es claro que frente al ambiente de esperanza que se viene
construyendo en Colombia gracias en parte al proceso de paz y al
presidente Santos que respeta las
instituciones y gusta de escuchar a sus detractores, los seguidores de las
ideas de Uribe pierden poco a poco espacio político y social.
Escolio 1. La abstención bajó en la segunda vuelta, en
relación con la primera. Se mantiene en el nivel histórico del 52%.
Escolio 2. Bajó el Voto en Blanco en la segunda vuelta.
Escolio 3. La maquinaria electoral en la Costa Atlántica le funcionó al Presidente-candidato, Juan
Manuel Santos.
Escolio 4. En primera vuelta, Zuluaga ganó en 18
departamentos y Santos en 16; en segunda vuelta, Zuluaga ganó en 15 y Santos en
19.
Escolio 5. En la segunda vuelta del 2010, Santos obtuvo
9,028.943 votos; en segunda vuelta de 2014, alcanzó 7,810,316, escrutado el
99,8% de las mesas.
Escolio 6. Alrededor de 15,735.572 colombianos votaron en la
segunda vuelta, de un potencial de cerca de 33 millones habilitados para
hacerlo. El 97,12% del los votos
resultaron válidos.
Escolio 7. El Valle del Cauca votó por Santos. Muchos de esos
votos deben entender como un rechazo claro a Uribe, aunque claramente la élite
política y económica de la región llegó dividida a las urnas. Escrutado el 99,55% de las mesas, Santos
obtuvo el 61,79% de los votos, y Zuluaga apenas alcanzó apenas el 33,38%.
Escolio 8. La gran prensa nacional se la jugó por Santos,
como lo hizo en su momento por Uribe Vélez. Por el contrario, en muchos
departamentos del país la prensa local y regional estaba apostándole a Zuluaga,
es decir, al regreso de Uribe.
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