martes, 21 de abril de 2015

EL LENGUAJE NOTICIOSO EN EL CONFLICTO ARMADO

Cuando nos demos cuenta de los daños que deja el periodismo oficialista, entonces, habremos comprendido las relaciones entre prensa y poder[1].


Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Los espectaculares y tendenciosos tratamientos periodístico-noticiosos que los noticieros privados, Noticias RCN y Caracol Noticias, dieron de los hechos en los que 11 militares, en el norte del Cauca, fueron asesinados por las Farc, confirman a estos medios y empresas mediáticas, como actores políticos.

Los exacerbados, angustiantes, provocadores, polarizantes y lastimeros estados de opinión de pública que estos y otros medios generaron, dan cuenta de su poder de penetración, manipulación y de su capacidad para amplificar y exhibir la molestia de oficiales, suboficiales y soldados con el Presidente Santos y el Proceso de Paz y, por supuesto, para ocultar los errores tácticos y operacionales cometidos por la tropa que sufrió el sangriento golpe de mano, dado por las Farc.

Vengo insistiendo, en libros, entrevistas y en columnas de opinión, que los medios masivos juegan, de tiempo atrás, como actores políticos, capaces de desestabilizar un Gobierno o, dar al traste con procesos de paz. Huelga recordar la indebida presión mediática que estas y otras empresas informativas ejercieron sobre el Proceso de Paz del Caguán y la que hoy vienen ejerciendo en contra del proceso de paz de La Habana.  En aquella oportunidad, medios y militares, hicieron ingentes esfuerzos para que las negociaciones entre Farc y Pastrana llegarán a su fin. Claro está que no podemos olvidar que el rompimiento de las conversaciones, fue también responsabilidad de las Farc por la forma irresponsable con la que manejaron la Zona de Distensión.

Las manifestaciones sociales de rechazo al acto de guerra de las Farc, se sustentan, mas que por la muerte misma de los militares, por los tendenciosos tratamientos noticiosos que RCN y Caracol dieron a unos hechos sobre los cuales hay, por lo menos, dos versiones que debieron cotejarse, en aras de que las audiencias sacaran sus propias conclusiones. Pero no,  medios y periodistas optaron por ser voceros de un actor armado, del propio Establecimiento, en aras de provocar movilizaciones de rechazo no solo contra lo sucedido en el Cauca con los soldados asesinados, sino contra el proceso de paz.

Así las cosas, los noticieros de televisión, RCN y Caracol, fungen como actores políticos[2], y utilizan un arma letal para la generación negativa de estados de opinión pública en torno a los diálogos de La Habana: el lenguaje noticioso. Y esos mismos medios, fingen ser objetivos, imparciales y veraces, cuando claramente eligieron informar desde la perspectiva y los intereses del Estado, que es un actor armado que participa de las hostilidades.

Insisto en que las Farc cometieron el grave error de no llevar a la Mesa de Diálogo, el tema de los medios de comunicación, la propiedad privada y la concentración de éstos en pocas y poderosas manos. Por su parte, el Gobierno de Santos deberá soportar esta y otras embestidas mediáticas, en el contexto de unas empresas de información que desde ya están afectando el positivo clima electoral y político que se necesitará, para la refrendación de los acuerdos de La Habana, bien por la vía de un Referendo, o de una Asamblea Constituyente de carácter restringido.

Y vuelvo a insistir en que los medios masivos y los periodistas, deben modificar, sustancialmente, sus rutinas de producción noticiosa y los criterios de noticiabilidad[3], si de verdad desean coadyuvar a la consolidación de escenarios de posconflicto. De lo contrario, ese lenguaje noticioso y moralizante, seguirá haciendo de los medios y del periodismo masivo, el peligroso e inconveniente actor político que hoy presiona de tal forma al Presidente, que lo tiene al borde de cambiar las reglas de juego establecidas en la Mesa de Negociación. Preocupa, igualmente, que a través de ese mismo lenguaje noticioso, un sector de las Fuerzas Militares viene deliberando, lo que sin duda, fractura la unidad de mando que Santos debe proteger y asegurar, de cara a mantener los diálogos de paz y a diseñar, sostener y consolidar escenarios de posconflicto. 

Y no propongo que las manifestaciones de rechazo a las Farc no se cubran periodísticamente. Por el contrario, deben ser registradas por los medios. De lo que se trata es de que los periodistas y las empresas mediáticas, hagan lecturas menos apasionadas, más rigurosas y atendiendo a varios principios que ellos dicen cumplir a cabalidad, en su ejercicio informativo: objetividad, rigurosidad, veracidad, multifuentismo y neutralidad.

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