YO DIGO SÍ A LA PAZ

YO DIGO SÍ A LA PAZ

lunes, 11 de mayo de 2015

MEDIOS, PROCESO DE PAZ Y EROSIÓN DE LA LEGITIMIDAD

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Los gobiernos que han intentado ponerle fin al conflicto armado con las guerrillas, sufrieron y sufren un profundo desgaste político, que se expresa en niveles mínimos de legitimidad y gobernabilidad. En el pasado, fueron los  casos de Belisario Betancur Cuartas y Andrés Pastrana Arango. Y en el presente, se vive con el actual presidente, Juan Manuel Santos Calderón.

Miremos el caso de Belisario. Los efectos negativos de su apuesta por negociar con las guerrillas, los sintió cuando los militares desconocieron su autoridad en la retoma del Palacio de Justicia. Por más de 24 horas, no tuvo el control jurisdiccional sobre la fuerza pública. Es más, para muchos sectores sociales, militares y políticos, Betancur fue un “auxiliador en la sombra de las guerrillas”. Por lo tanto, un enemigo de la tradición y de esa institucionalidad históricamente soportada en los mandatos de la Seguridad Nacional. Esa misma institucionalidad, que cuenta con el respaldo de una sociedad que reduce los problemas del país a la existencia de las guerrillas, de allí que la única solución posible sea el aniquilamiento militar de esas organizaciones subversivas. 

Lo sucedido con Pastrana tiene elementos similares. A pesar de que entregó de manera irresponsable 42 mil kilómetros a las Farc, para establecer allí la zona de Distensión, logró vender la idea de que esa organización armada ilegal “engañó” al país, al usar dicho territorio para delinquir y golpear a la fuerza pública.  Al tiempo que desgastaba políticamente a las Farc, Pastrana aceptaba que el Plan Colombia, aprobado en el Congreso de los Estados Unidos, se aplicara en Colombia sin controles políticos, ambientales y sociales. Si bien Pastrana le entregó a Uribe unas fuerzas armadas muy bien equipadas, sectores sociales, militares y políticos lo recuerdan como un Presidente que coadyuvó en gran medida al fortalecimiento de las guerrillas, en especial el de las Farc. Eso sí, pocos se atreven a señalar su responsabilidad ambiental, por permitir el uso de glifosato, para fumigar cultivos de uso ilícito, ubicados en zonas de amortiguación y dentro de los Parques Nacionales Naturales.

Después de ochos años de escalamiento del conflicto armado (2002-2010), el país vuelve a hablar de paz. Juan Manuel Santos Calderón se juega su capital político y embarca al país en un proceso de negociación difícil y complejo, que se viene dando en medio de la histórica polarización que genera la búsqueda de la paz. Un proceso  de negociación que cuenta con el respaldo de la ONU y de varios países, hecho que contrasta con el relativo apoyo interno que sectores sociales, militares y políticos le han brindado al mismo. Subsiste una férrea oposición de empresarios, banqueros, militares y sectores políticos, que tienen dudas sobre lo que realmente se está negociando en La Habana, o que simplemente, no están dispuestos a apoyar las transformaciones que habrá que hacer para garantizar la viabilidad de los acuerdos a los que se lleguen en Cuba.


En el desgaste político y en el proceso de erosión de la legitimidad e incluso, en la reducción de la capacidad de los mencionados gobiernos para maniobrar y tomar decisiones, han jugado un papel fundamental los medios masivos de comunicación. Agazapados y atrincherados en una maltrecha libertad de prensa, empresas mediáticas y periodistas, vienen jugando un papel político definitivo, en la tarea de  impedir que se consolide un discurso de la paz, por la vía de ponerle fin a las hostilidades y buscar las transformaciones que el país necesita para aclimatar ese anhelo.

Por ejemplo, fue claro que los medios masivos aportaron negativamente al proceso de paz del Caguán. Con tratamientos noticiosos espectaculares e irresponsables, minaron la confianza social y política en las negociaciones adelantadas por Pastrana con las Farc. Plegados a la fuente militar, construyeron el caso del Collar Bomba[1], cuando se demostró que las Farc no tuvieron que ver con ese execrable hecho.

En lo que respecta a Santos, el desgaste político es evidente. Su legitimidad viene siendo golpeada y erosionada por varios medios masivos, entre ellos el diario EL PAÍS y los noticieros de televisión, especialmente, el Noticiero RCN, cuyo propietario, Ardila Lülle, se ha distanciado del Presidente. La postura editorial del Noticiero RCN obedecería a una profunda molestia que generó la propuesta del ministro de Salud, Alejandro Gaviria, de gravar las gaseosas[2]. Por ello, el cambio en la política editorial de dicho Noticiero es evidente[3]. Dirigido por Claudia Gurisatti, es clara la apuesta por deslegitimar el proceso de paz y por ese camino, golpear la imagen del Gobierno de Santos.

Ahora, aparece otro factor que facilita el desprestigio al que viene siendo sometido el Gobierno de Santos: la fumigación con glifosato de los cultivos de uso ilícito. La recomendación del ministro de Salud en el sentido de frenar la fumigación aérea de plantaciones de coca, con ese químico, provocó intestinas controversias entre las carteras de Defensa y Salud, a las que se suman las posturas pro fumigación asumidas por el ex presidente Uribe y su partido, el Centro Democrático, el propio Procurador General de la Nación y varios sectores económicos de la sociedad civil.

Bastó con que las Farc, desde La Habana apoyaran la intención de Santos de frenar las fumigaciones con glifosato, para que de inmediato, medios, periodistas y opositores, dijeran que Santos “obedecía órdenes de la cúpula de las Farc”, de allí su idea de no fumigar más con el poderoso y peligroso químico. 

Así entonces, buscar ponerle fin al conflicto armado interno, por la vía de la negociación política, significa, sin lugar a dudas, someterse a un desgaste político que tiene claras expresiones, por la acción de sectores de poder económico, militar y político, preocupados más por salvaguardar sus intereses, que por buscar transformaciones sociales, políticas y económicas, que ayuden a superar las razones objetivas que generaron el conflicto armado interno. Esos mismos sectores usan a los medios para deslegitimar a los gobiernos que osen ponerle fin al conflicto armado por la vía de la negociación política.

Si fracasa el proceso de paz con las Farc, parte de la responsabilidad habrá que direccionarla hacia los medios masivos y los periodistas que hoy deslegitiman el proceso de paz y minan la confianza de sectores de la sociedad civil en el Presidente, lo que claramente busca restarle gobernabilidad. Si se logra firmar el fin del conflicto entre las Farc y el Estado, esos mismos medios y periodistas enfilarán baterías en contra de la implementación de los acuerdos de La Habana. 

Mientras ello sucede, Santos parece no advertir la amenaza que se cierne sobre su capital político, por cuenta de unas empresas mediáticas que cada vez más actúan como actores políticos. O en otro sentido, actúan en la arena política, siguiendo instrucciones de aquellos que, con poder económico, militar y político, buscan a toda costa extinguir toda posibilidad de negociar, políticamente, el fin del conflicto.

Resultado de imagen para paz politica o paz economica en Colombia
Imagen tomada de eltiempo.com


[1] Véase Hechos Noticiosos, Tratamientos Explosivos (UAO) y Así comenzó de todo (Enrique Santos Calderón).

[3] Es claro que Rodrigo Pardo, como director del Noticiero RCN, impuso una línea editorial de apoyo al proceso de paz. Por el contrario, con la llegada de Claudia Gurisatti, a la dirección de ese noticiero, es evidente que su apuesta editorial y periodística está dada para deslegitimar la negociación y por esa vía, al Gobierno de Santos. Véase http://www.laotratribuna1.blogspot.com/2015/05/periodismo-lastimero.html

No hay comentarios.: