Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
La Marcha del 02 de abril de 2016,
convocada por el “uribismo”[1] no se
convertirá en sí misma en un hito político, pero si es un suceso que debe
servir para mirar los insospechados escenarios de polarización social, política,
étnica y de clase a los que nos llevará superar, con las Farc, eso que llamamos
el conflicto armado interno. Y es así, a pesar de la relativa legitimidad
social y política de quienes convocan salir a la calle para protestar contra el
“Castrochavismo”, la “entrega del país al terrorismo de las Farc” y contra “la
Paz con impunidad de La Habana”. Las anteriores nomenclaturas sirven de consignas a quienes claramente tienen miedo[2] de
enfrentar la Comisión de la Verdad y quizás evitar el llamado de la
Jurisdicción Especial de Paz.
Ahora bien, no se trata de una
marcha exclusivamente contra el Proceso de Paz que el Gobierno de Santos
adelanta con la guerrilla de las Farc: quienes saldrán a marchar el 02 de abril
lo harán contra el anhelo de millones de colombianos de ambientar la paz y la
reconciliación. Al final, la Marcha del 02 de abril terminará profundizando la
polarización política e ideológica que desde 2002 aupó Uribe Vélez desde la
Presidencia y de la que se ha servido para mantener su vigencia político-mediática
y de esa forma, desviar la atención de las condenas, investigaciones y
señalamientos de la que es objeto el ex presidente y varios de los ministros
que le acompañaron en sus dos administraciones.
Justamente, ese escenario de
polarización política e ideológica calza perfecto a los intereses de aquellos
sectores importantes de la sociedad civil que se han beneficiado directa e
indirectamente de la guerra interna. Y no hablo exclusivamente de aquellos que
se lucran de la compra y venta (legal e ilegal) de armas y pertrechos, sino de
aquellos que se han aprovechado de las dinámicas del conflicto armado interno
para impedir la ampliación de la democracia y por ese camino, continuar
manejando el Estado y la política doméstica de acuerdo con sus mezquinos intereses.
Y claro, no se puede desconocer
que hay circunstancias contextuales que ayudan a los propósitos de los
marchantes: la posibilidad de un nuevo apagón, el manejo de la economía[3] y las
consecuentes incertidumbres sociales y sobre todo, los enormes problemas y
dificultades que exhibe el Gobierno de Santos para hacer pedagogía por la
paz.
De cara a la posibilidad de que
se convoque a los colombianos para que decidan refrendar o no el Acuerdo final que
se suscriba en La Habana, la Marcha del 02 de abril, independiente de su
resultado, debería de servir de argumento para que la Corte Constitucional
declare exequible el plebiscito.
Una vez la Corte avale el proceso
jurídico-político y el mecanismo refrendatorio, el país podrá hacerse a una
imagen más clara del lugar social y político que los colombianos le han dado a esta oportunidad de ponerle fin al
conflicto armado con la guerrilla de las Farc. A lo mejor el carácter
periférico del conflicto armado interno y la consecuente indolencia de los
colombianos que viven en las ciudades, terminan confirmando que para esos
mismos colombianos la firma del fin del conflicto y la construcción de la paz tiene
ese mismo carácter, de allí la relativa relevancia y aceptación social que las
negociaciones de paz de La Habana han alcanzado.
Llegado ese escenario, tendríamos
que aceptar que efectivamente la expresión armada de este conflicto tiene un
trasfondo social, cultural y étnico[4]
fundado en el enorme rechazo que millones de colombianos citadinos sienten y
profesan hacia indígenas, afrocolombianos y campesinos, víctimas directas de la
guerra interna y de los actores económicos de la sociedad civil que los han
sacado de sus territorios. Los mismos que
continúan haciendo ingentes
esfuerzos para terminar de desplazarlos a las grandes ciudades, para anularlos
cultural, étnica, social y políticamente.
Imagen tomada de semana.com
[2] Véase:
http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2015/09/los-miedos-de-uribe.html;
http://conlaorejaroja.com/en-colombia-tenemos-miedo/;
http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2015/04/colombia-tiene-miedo.html
[3] No hay mayores diferencias entre
Santos y Uribe en materia del modelo económico: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2014/08/uribe-y-santos-diferentes.html
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