jueves, 19 de febrero de 2015

¿QUÉ HAY DETRÁS DEL FALLO DE LA CORTE FRENTE A LA ADOPCIÓN DE PAREJAS DEL MISMO SEXO?

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

El reciente fallo de la Corte Constitucional, con el que se dijo no a la adopción de menores a parejas del mismo sexo (padres no biológicos), hay que mirarlo a la luz de una cultura dominante hegemónica, históricamente fundada en valores católicos, principios conservadores y motivaciones y prácticas patriarcales y excluyentes.

La decisión del alto tribunal debe de servir para entender que el poder de la Iglesia Católica sigue vigente y que las discusiones y decisiones que en derecho vayan a tomar los jueces sobre este y otros temas, estarán sujetas a las vetustas creencias de una Iglesia que se quedó en el pasado. Hay miedo aún en Colombia de confrontar a una institución que históricamente es responsable de la discriminación de los homosexuales. Hay miedo a enfrentar nuestras tradiciones y de confrontar las creencias religiosas, en especial las de políticos como Vivian Morales, que siguen teniendo un gran peso en sectores sociales y políticos que no aceptan que el modelo tradicional de familia cambió y que hoy más que nunca la gente está dispuesta a asegurar su felicidad por encima de viejas y anacrónicas creencias.

De igual manera, produce terror controvertir a ese “faro azul” que desde la Procuraduría General de la Nación pontifica qué es lo correcto, lo digno y lo natural en lo que concierne al concepto de familia, el papel de la mujer y el lugar social de aquellos que simplemente buscan ser reconocidos como seres humanos, con todo y lo que ello significa.   Mucho tiene que ver el Procurador Ordóñez Maldonado en este fallo. Y no exclusivamente por su poder clientelista que le ha servido en otras instancias para frenar la decisión por la demanda contra su reelección, sino porque él de tiempo atrás se ha convertido en líder espiritual que busca moralizar y someter a impíos. Por supuesto, dentro de ese grupo caben los homosexuales y las mujeres que buscan a toda costa que su cuerpo y sexualidad sean respetadas. En lugar de ser un líder que defienda los derechos humanos consagrados en la Carta Política, Ordóñez está allí para desconocer libertades y derechos.

Los Magistrados que dijeron no a las parejas del mismo sexo que desean adoptar menores, tuvieron miedo de enfrentar la cultura dominante, al Procurador y a la Iglesia Católica. Y fallaron, además, presionados por sus propios fantasmas, por sus viejas creencias, sus miedos y valoraciones ideológicas de las que no se pudieron soltar. Por eso, la decisión tomada no se da en estricto derecho, pues hubo y hay  fuertes circunstancias contextuales e individuales que presionaron la toma de la decisión.

Por cuenta de la decisión de la Corte Constitucional, el país acaba de perder la oportunidad de avanzar hacia la construcción de una sociedad respetuosa de la diferencia.  Y por ese camino, coadyuvó a que ese error histórico de la humanidad, de haber sacado del ámbito privado la sexualidad, continúe siendo un claro instrumento para discriminar, señalar, perseguir y estigmatizar, pero sobre todo, para ocultar la doble moral de una sociedad que deambula confundida en medio de incertidumbres, débiles procesos civilizatorios y excesos. Y no podemos dejar de señalar la doble moral de los sectores godos de poder, que siguen atados a sus vetustas creencias, mientras pelean a diario dentro de  ese closet en el que suelen ocultar sus verdaderas tendencias.

Es claro que pudo más la moral cristiana con la que esta sociedad asume la homosexualidad, que el reconocimiento de los derechos de los menores que parejas heterosexuales abandonan en el ICBF. Esa misma moral con la que se mira la homosexualidad como  una “cosa” contra natura, o  una “enfermedad”, como lo aseguró el profesor de la Universidad de la Sabana (liderada por el Opus Dei).


No somos la sociedad moderna y liberal que muchos creen. Por el contrario, somos premodernos, godos, conservadores y excluyentes. Los derechos de las mujeres, los niños, los homosexuales y de todo aquel que riña con el modelo cultural hegemónico, seguirán siendo relativos cuando éstos terminen expuestos ante decisiones que toquen la sexualidad, en especial la homosexualidad y los derechos que las mujeres tienen para decidir cuándo ser madres. Estamos ante un fallo culturalmente correcto, en la medida en que se instala en lo que somos: una sociedad goda. 

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