YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 25 de marzo de 2015

EL LUGAR DE LA JUVENTUD EN LAS NUEVAS UTOPÍAS

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Buenas tardes para todas y todos. Agradezco la invitación de la “muchachada” de Semilla Política, de la Universidad Autónoma de Occidente.

Insistir en que actuemos como ciudadanos dejó de ser, hace mucho rato, una contradicción. Hoy, es un imperativo, en especial para la juventud colombiana. De eso vengo a hablarles a Ustedes.

Mantenerse al margen de los asuntos públicos es posible, gracias a que la política se ha descentrado, porque ya no hace parte de la vida íntima de los colombianos. Habría que buscar explicaciones de la ocurrencia de ese fenómeno, en el Frente Nacional, en la crisis de la educación, los cambios en las familias y en la consolidación del mercado y el consumo en la vida de los colombianos, entre otras circunstancias.

Seguir negándonos a participar de eventos electorales, pero sobre todo, evitar la discusión de hechos políticos y noticiosos, nos llevará, inexorablemente, a la apatía y al sin sentido a nuestra condición de ciudadanos. Poco a poco nos convertimos en ciudadanos-clientes, o lo que es peor, en anodinos consumidores de información y de bienes y servicios. La inercia de los acontecimientos y nuestros sueños individuales nos arrastrarán hacia la incomprensión de lo que sucede en el país y en el mundo, en especial, en esta etapa de la globalización corporativa.

Este es un llamado para que tomemos conciencia de lo que viene sucediendo en Colombia y en el mundo. La captura del Estado por parte de redes mafiosas y clientelares debería de ser suficiente para que adoptemos una actitud distinta frente a los asuntos públicos. Dejar que otros se preocupen e intenten comprender el trasfondo que subsiste a la crisis de credibilidad y confianza pública que hoy vive la Corte Constitucional, es hacerle el juego a fuerzas, actores y grupos de interés, que claramente se benefician de nuestra ignorancia, apatía e incapacidad para descifrar un complejo contexto social, político, económico y cultural en el que hay que ubicar lo que sucede en aquella Corporación, hasta hace unos años, un faro ético para el país.

Este 2015 es un año electoral. Y ese escenario que viviremos en el mes de octubre, necesita de ciudadanos bien informados, pero sobre todo, conscientes de que lo que estará en juego no son unos cargos públicos de elección democrática, sino la disputa entre quienes aún le apuestan a la continuidad del conflicto armado interno y aquellos que a pesar de múltiples reparos, le apuestan a la firma del fin del conflicto armado con las Farc y ojalá con el ELN. Y de cara a las elecciones de 2018, las decisiones que tomemos en octubre del año en curso, serán definitivas para la refrendación de lo que se acuerde en La Habana.

Quienes nacimos con los gritos libertarios de las guerrillas colombianas, tenemos una inmensa deuda con los jóvenes de hoy. En aquellas épocas, las utopías guiaron la vida no solo de los alzados en armas, sino la vida social de millones de colombianos.

Sin las viejas utopías, el mundo de hoy transita bajo una adormecedora inercia que nos atornilla a nuestras aspiraciones y sueños individuales. No hay lugar, hoy, para proyectos colectivos. Esa es la magia del neoliberalismo. Contra esas circunstancias contextuales, deben Ustedes luchar, en aras de encontrar un lugar en este proyecto humano hegemonizante y hegemónico en el que hoy sobrevivimos.

Sin duda, se puede vivir por fuera de la política, sin discutir asuntos públicos. Quienes así ven, sienten y proyectan sus vidas, se ahorran horas de incertidumbre, angustias, preocupaciones y de “rollos”. Es más, pueden llegar a sentir que son más felices que aquellos que viven intensamente la discusión de asuntos públicos. Pero con el paso de los años y cuando ya veamos alejar la juventud y avistemos la presencia de las canas y las arrugas, muy seguramente sentiremos un gran vacío en nuestras vidas. Ese vacío que solo es posible que nos dejen la ignorancia y la incapacidad para comprender, por lo menos, lo que sucede en nuestro inmediato contexto.

Ustedes, muchachas y muchachos, tienen la obligación y la oportunidad de repensar las utopías que en los años 60 y 70 nos hicieron vibrar. Y noten, que de primero, nombré a las muchachas. Son Ustedes, mujeres, las que deben ayudar a cambiar este mundo. Su inteligencia, creatividad y su inmensa capacidad para amar, deben llevarlas a copar espacios tradicionalmente ocupados por machos.

La política y en general la vida societal, necesitan con urgencia de las mujeres, de los jóvenes en general. Por ejemplo, los problemas socio ambientales que hoy enfrenta Colombia, requieren de la mirada femenina. Hay suficientes evidencias del daño que este mundo masculino le ha hecho al planeta y al proyecto humano. Quizás esa sea la utopía que guíe sus vidas en adelante.

Que la vida no se nos vaya sin confrontar a las disímiles formas de poder y sin proponer cambios que nos beneficien a todos. Estoy seguro muchachas y muchachos, que es posible pensar en nuevas utopías. Para empezar, lean Utopía, de Tomás Moro. Que las distopías que el mercado y el orden criminal del mundo nos construyen a diario, no nos impidan seguir soñando en un mejor mundo para todos. Gracias. 

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