Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Los asuntos relacionados con la religión que se profesa, la creencia en un Dios, su negación y hasta la asistencia a un culto en particular, son elementos y cuestiones que deben sacarse del debate político-electoral. No hay dicotomía más peligrosa que política-religión, especialmente en un país con altos niveles de intolerancia como Colombia.
Si Mockus cree o no en Dios, si va a misa católica o no, es un asunto personal que no tiene porqué ventilarse en esta campaña. Los medios de comunicación que han hecho eco de esos asuntos terminarán ayudando a candidatos que como Santos y Noemí, son abiertamente confesionales, seguidores y aduladores de la Iglesia Católica, una institución atravesada por la comisión de delitos sexuales contra menores de edad, con el cómplice silencio de sus máximos jerarcas. Una institución con un pasado lleno de horror y violencia.
En ese sentido, quienes se alejen de la Iglesia Católica, de sus principios, rituales y hasta de sus ‘ministros’, tendrán mejor imagen pública que aquellos que a pesar de los permanentes y recurrentes escándalos por violación a menores, continúan afectos a una institución decadente como la Iglesia Católica.
El Presidente de la República debe servir para unir los cultos y las distintas manifestaciones religiosas aceptadas constitucionalmente, pero resulta inconveniente que públicamente demuestre sus afectos hacia determinado culto. Así siempre se ha hecho en Colombia y los medios sí que saben explotar muy bien ello, irrespetando la diversidad de cultos. Para la muestra un botón: la fotografía de los Presidentes con la cruz en la frente al celebrar un miércoles de ceniza.
Quienes defienden políticamente la cultura dominante, específicamente en lo que tiene relación con la religión, no deben señalar, macartizar o darle un sentido perverso a quienes creen haber resuelto el problema diciendo no creo en Dios, no necesito ir a misa, soy agnóstico, o quien mañana decida señalar que cree en el Dios Luna o en el Dios Sol.
Hay que exigirles a los periodistas, a la gente del común, a los electores y a los candidatos, que por el bien del país saquen el tema religioso de la contienda electoral y lo alejen de la política. La historia está llena de errores cometidos cuando política y religión se aceptan como una sola unidad, indispensable para la vida, y para la viabilidad y la seguriad de las instituciones del Estado. Baste con recordar los crímenes cometidos en nombre de Dios por la Iglesia Católica, como las Cruzadas y la Santa Inquisición. No vamos a sumar otro motivo más para asesinar en Colombia.
Si Mockus ya resolvió su problema con Dios eso a los colombianos nos debe generar respeto y de alguna manera admiración, pero no puede convertirse en una exigencia y menos aún en un problema, tal y como lo han venido haciéndo los medios masivos. Quienes nunca se han atrevido a cuestionar, o por lo menos hacerse preguntas alrededor de la real existencia de Dios, no deben tener miedo porque el eventual Presidente de Colombia haya resuelto el asunto. De ¿qué nos ha servido que los Presidentes en Colombia crean en Dios si han sido deshonestos y violadores de los derechos humanos? Uribe cree en Dios y durante sus dos administraciones se violaron los derechos humanos ¿Qué pensará Dios de ellos? Con Dios o sin él, debemos avanzar en la construcción de un país justo y un Estado legítimo.
Los asuntos relacionados con la religión que se profesa, la creencia en un Dios, su negación y hasta la asistencia a un culto en particular, son elementos y cuestiones que deben sacarse del debate político-electoral. No hay dicotomía más peligrosa que política-religión, especialmente en un país con altos niveles de intolerancia como Colombia.
Si Mockus cree o no en Dios, si va a misa católica o no, es un asunto personal que no tiene porqué ventilarse en esta campaña. Los medios de comunicación que han hecho eco de esos asuntos terminarán ayudando a candidatos que como Santos y Noemí, son abiertamente confesionales, seguidores y aduladores de la Iglesia Católica, una institución atravesada por la comisión de delitos sexuales contra menores de edad, con el cómplice silencio de sus máximos jerarcas. Una institución con un pasado lleno de horror y violencia.
En ese sentido, quienes se alejen de la Iglesia Católica, de sus principios, rituales y hasta de sus ‘ministros’, tendrán mejor imagen pública que aquellos que a pesar de los permanentes y recurrentes escándalos por violación a menores, continúan afectos a una institución decadente como la Iglesia Católica.
El Presidente de la República debe servir para unir los cultos y las distintas manifestaciones religiosas aceptadas constitucionalmente, pero resulta inconveniente que públicamente demuestre sus afectos hacia determinado culto. Así siempre se ha hecho en Colombia y los medios sí que saben explotar muy bien ello, irrespetando la diversidad de cultos. Para la muestra un botón: la fotografía de los Presidentes con la cruz en la frente al celebrar un miércoles de ceniza.
Quienes defienden políticamente la cultura dominante, específicamente en lo que tiene relación con la religión, no deben señalar, macartizar o darle un sentido perverso a quienes creen haber resuelto el problema diciendo no creo en Dios, no necesito ir a misa, soy agnóstico, o quien mañana decida señalar que cree en el Dios Luna o en el Dios Sol.
Hay que exigirles a los periodistas, a la gente del común, a los electores y a los candidatos, que por el bien del país saquen el tema religioso de la contienda electoral y lo alejen de la política. La historia está llena de errores cometidos cuando política y religión se aceptan como una sola unidad, indispensable para la vida, y para la viabilidad y la seguriad de las instituciones del Estado. Baste con recordar los crímenes cometidos en nombre de Dios por la Iglesia Católica, como las Cruzadas y la Santa Inquisición. No vamos a sumar otro motivo más para asesinar en Colombia.
Si Mockus ya resolvió su problema con Dios eso a los colombianos nos debe generar respeto y de alguna manera admiración, pero no puede convertirse en una exigencia y menos aún en un problema, tal y como lo han venido haciéndo los medios masivos. Quienes nunca se han atrevido a cuestionar, o por lo menos hacerse preguntas alrededor de la real existencia de Dios, no deben tener miedo porque el eventual Presidente de Colombia haya resuelto el asunto. De ¿qué nos ha servido que los Presidentes en Colombia crean en Dios si han sido deshonestos y violadores de los derechos humanos? Uribe cree en Dios y durante sus dos administraciones se violaron los derechos humanos ¿Qué pensará Dios de ellos? Con Dios o sin él, debemos avanzar en la construcción de un país justo y un Estado legítimo.
8 comentarios:
Estamos de acuerdo. Gracias.
Carlos E.
Y hasta video en el youtube hay profe,
http://www.youtube.com/watch?v=ExGfkjdyEOQ
ELIZABETH
VOTAR POR MOCKUS RA, RA, RA, RA, RA........
PERDON POR LO DE LOS HUEVOS
Ana y
Buen punto camarada Ayala …
Saludos,
Alexander
Doctor Ayala, cordial saludo. Extrañando sus sesudas reflexiones en torno de los medios. Una vez más, muchas gracias por la colaboración de siempre.
José
Interesante su reflexión acerca de la relación Dios y Política. La política es un asunto terrenal y no uno de dogmatismos. Cabe efectivamente preguntarse si esa relación fuera efectiva y con lo confesional que han resultado nuestros presidentes, por qué el país está donde está si Dios todo lo puede. Además si Colombia es un Estado social de derecho que reconoce la diversidad, no deberían entonces nuestros líderes (respetando sus propias convicciones personales), asumir posturas integradoras, antes que aquellas que propugnan por una sola visión de la realidad.
Carmen Jimena
Muchas gracias por compartir este texto, profesor. Esta es la opinión de un ateo materialista al respecto:
http://elcircodelpoder.blogspot.com/2010/05/soy-orgullosamente-ateo-y-materialista.html
Totalmente cierto, política y religión, que mala combinación, es como mezclar gasolina con licor.
Saludos.
Catalina
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