YO DIGO SÍ A LA PAZ

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jueves, 5 de agosto de 2010

URIBE Y SANTOS, SIN PROYECTO DE NACIÓN

Por Germán Ayala Osorio

Cuando se aproxima el fin de la era Uribe, se hace necesario mirar asuntos de Nación desde la perspectiva de sí hubo o no, si se agenció o no un proyecto en ese sentido, durante los dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez।


En términos generales considero que en ocho años de gobierno no se puso en marcha un proyecto de nación tendiente a superar las endogamias culturales de las que habla Emilio Yunis Turbay en su libro ¿Por qué somos así? (2006).

Dice Yunis Turbay que “no hay nada más destructivo que las endogamias, las genéticas y las culturales; las primeras llevan al predominio de enfermedades y alteraciones genéticas, el grupo humano adquiere menos diversidad biológica y genética, presenta una menor aptitud para adaptarse y protegerse ante las condiciones ambientales; las segundas llevan a la intolerancia, al predominio dogmático de unas ideas, al dogmatismo religioso y de una religión sobre las otras, a la imposición de una sola forma de ver el mundo y de organizar la sociedad, imperantes en Colombia”


Uribe en ocho años apeló, asumió e impuso un discurso patriotero y nacionalista que exacerbó principios y valores de esas prácticas culturales endogámicas reseñadas y redujo la acción política a los estrechos márgenes de maniobra de un unanimismo ideológico, político y económico, resultante de ese manido discurso, con el apoyo irrestricto de los medios masivos, de la gran prensa nacional y de las empresas demoscópicas, atentas como nunca, a medir y ellos mismos a cualificar las opiniones ahistóricas y emocionales de una opinión pública débil, volátil y víctima de ese unanimismo. Unanimismo que recoge Santos en su propuesta de unidad nacional, porque su propuesta está soportada en una idea de Estado y de un único modelo económico posible, que en términos utilitaristas, apenas si alcanzan a satisfacer las desmedidas pretensiones de la clase dirigente, empresarial y en general de las llamadas élites.

Lo cierto es que Uribe desperdició ocho años de gobierno, con altos márgenes de gobernabilidad, en la firme necesidad de llevar al país a otro estadio cultural, que superara prácticas violentas arraigadas tanto en el actuar del Estado, como en actores de la sociedad civil y de la sociedad en general. Y no pudo Uribe llevar al país a ese pretendido estadio cultural porque él mismo representa ese factor endogámico tan perjudicial para Colombia. Él arrastra, como hijo de Antioquia, elementos muy fuertes de una región calificada “…como una de las endogamias culturales más fuertes y férreas de la nación, que han llevado algunos al nivel de una ideología…” ।

Sin un proyecto de nación que permita mirarnos, respetarnos y re-conocernos, Uribe pasará a la historia como un presidente con altos índices de favorabilidad en su imagen, pero no le alcanzarán esos relativos guarismos mediáticos, para ser recordado como un estadista capaz de modificar sustancialmente el devenir de un país culturalmente rico, pero agobiado por taras que se han venido reproduciendo por la intolerancia, la violencia política, la exclusión y la pobreza, entre otros muchos factores.

Se va Uribe sin reconocer la importancia de pensar un proyecto de nación que supere el aislamiento de regiones y pueblos, que trascienda la mirada descalificadora de un centralismo avasallador y de un regionalismo acomodado y obediente, guiado por los intereses de caciques y gamonales, expresión máxima de esa endogamia cultural que impide avanzar hacia la construcción de una sociedad más justa.

Está Colombia a la espera de un proyecto de nación que reconozca la pluralidad y la diversidad cultural y supere el fervor patriotero aupado por Uribe, con el claro propósito de que el sentimiento de ser colombiano, se exprese y se soporte en altos niveles de legitimidad del Estado, alcanzados porque la acción estatal esté pensada para beneficiar a amplios sectores poblacionales y no a reducidos sectores sociales como ocurre hoy.

Y no será posible que los próximos mandatarios de Colombia avancen en esta materia, porque las elites que los apoyan suelen ser obtusas a la hora de pensar, reconocer, diseñar y poner en marcha proyectos incluyentes, porque los procesos históricos y las circunstancias que les permitieron alcanzar ese lugar privilegiado en la sociedad, son espurios y se sostienen en prácticas, discursos y acciones violentas, que tienen como fin último borrar, física y culturalmente, comunidades, grupos y expresiones sociales abiertamente contrarias a las ideas dominantes y no consensuadas que ellas arrastran de tiempo atrás. Y fueron obtusas esas élites al apoyar durante ocho años a Uribe y lo seguirán siendo, por secundar el proyecto que nos presenta hoy Santos.

Con menos dotes de caudillo y Mesías, el hijo de EL TIEMPO adopta la investidura de Presidente desde una postura de clase que le impide e impedirá reconocer que la cultura dominante que él representa, viene reproduciendo prácticas, valores y principios de una cultura endogámica que desconoce la riqueza de un país biodiverso, pluriétnico y multicultural.

Señalan los más optimistas que primero hay que avanzar en lograr el monopolio de la fuerza para el Estado, y luego pensar en alcanzar un país incluyente, respetuoso y orgulloso de su diversidad. Es difícil aceptar esa tesis porque poco o nada se ha hecho para superar las circunstancias históricas que han permitido construir un Estado ilegítimo como el colombiano.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Profesor Ayala, muy interesante y pertinente su reflexión por que desde que tengo uso de razón e interés por los temas sociales y políticos de este país, se ha recabado la idea de la falta de un proyecto de nación incluyente, que cobije a los distintos grupos sociales y reconozca la diversidad, pero también la diferencia como elementos sustanciales desde los cuales sea posible construir un proyecto de nación distinto y no sólo un espejismo de proyecto nación al servicio de unas élites políticas y económicas en este país. Desafortunadamente, los últimos gobiernos, pero en especial el de Uribe, han sido ajenos a esta tarea inaplazable, que nos permitiría no sólo a quienes hoy hacemos parte de este país, sino también a las futuras generaciones, pensar en un proyecto político, social, cultural y económico distinto.



Carmen Jimena

Anónimo dijo...

Uribito:

No se le puede pedir peras al olmo, porque la tierra poblada con seres humanos de mentalidad medieval, solo puede producir humanos medievales.

Luis F.

Anónimo dijo...

Interesante articulo, pero desconoce totalmente el agregado histórico del país haciéndome pensar que la autoria del mismo pertenece a la misma endogamia seudo-intelectual del país, que favorece las lecturas externas en lo que a Colombia refiere, podemos decir que si bien, el mismo espíritu de derecha que se ha apoderado a Colombia es de la misma talante que llevo al pueblo alemán a elegir por voto popular a Hitler, para luego pasarle la cuenta de cobro por lo que le reclamo el planeta. no podemos hacer una lectura tan pálida sobre un reclamo de justicia social que no se puede lograr sin un proceso de transición de nuestro país inmerso en mas de 8 generaciones ensangrentadas, de acuerdo, no soportamos su megalomania, pero no podemos dejar de pensar que ese proyecto de nación pueda crearse desde la masa, sin intervención mesiánica.