YO DIGO SÍ A LA PAZ

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martes, 13 de septiembre de 2011

LOS MEDIOS EN LA DINÁMICA ELECTORAL

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


La democracia electoral colombiana tiene en los medios masivos de información a sus mejores aliados, en la idea clara de generar estados de opinión pública acríticos, polarizantes y ahistóricos, con los cuales se terminan legitimando prácticas y acciones abiertamente antidemocráticas.

Para una democracia débil como la nuestra y ad portas de un evento electoral tan importante como el del 30 de octubre, la gran prensa, es decir, las grandes empresas mediáticas, deberían de abordar los hechos pre y electorales desde una perspectiva distinta, que les permita, entre otras cosas, acercar la política a las audiencias, a los ciudadanos, cada vez más apáticos a participar con criterio en las elecciones. Deberían de trabajar en la construcción de una ciudadanía que exija sus derechos y que se acostumbre a confrontar al poder.

El sentido de la política no sólo se expone a un ejercicio periodístico ligero e irresponsable, sino a los mensajes que emiten unas realidades en las que ella, la política, ha sido puesta al servicio de los mezquinos intereses que exhiben tanto las élites y políticos tradicionales, como aquellos candidatos y activistas políticos que hacen parte de proyectos políticos emergentes, asociados a prácticas clientelistas y muy seguramente penetrados por el narcotráfico y el paramilitarismo, fenómenos que se entronizaron en la sociedad colombiana.

Allí hay una tarea pendiente de la prensa, en especial la regional, atada históricamente a élites pre modernas interesadas sólo en mantener sus privilegios, de allí que desde las tribunas mediáticas se insista en polarizar a la opinión entre advenedizos candidatos (emergentes) y los candidatos preparados, cercanos a las élites poderosas, o miembros de éstas.

Limitados a exponer las hojas de vida y la trayectoria de los candidatos a ocupar cargos de elección popular, medios y periodistas son incapaces de examinar a fondo lo que se juega democráticamente este 30 de octubre. Es ya normal ver en los noticieros de televisión imágenes de candidatos visitando localidades y barrios de las principales ciudades de Colombia; son noticia las adhesiones o los foros virtuales que organizan hoy los medios impresos e incluso, los portales en Internet que intentan revertir la lógica, dándole la palabra a los ciudadanos para que señalen cuáles son los problemas de la ciudad y cuáles las posibles soluciones.

Hay mucha información, pero se hace poca pedagogía electoral; se escuchan las denuncias de las autoridades sobre lo mismo de siempre: compra de votos, trashumancia, trasteo de cédulas. Pero no hay un análisis crítico alrededor del tipo de democracia que hemos construido.

Y cuando esa gran prensa decide confrontar las propuestas de los candidatos, en especial a los cargos de gobernador y alcalde, lo hace sobre temas recurrentes, sin una mirada sistémica, integral, sin la más mínima intención de establecer relaciones entre ámbitos y conceptos que van desde la economía, el desarrollo, el medio ambiente, la política, la cultura y por supuesto, los asuntos sociales.

Medios y periodistas deben entender que no basta con informar, con la entrega de datos. La fórmula noticiosa poco aporta a la generación de una opinión pública crítica, que al final modifique sustancialmente ese perverso ethos cultural sobre el que hemos edificado la vida democrática, del que se destacan el clientelismo, la corrupción en todas sus manifestaciones, la violencia política y la polarización ideológica, entre otras prácticas más.

Trabajar sobre el análisis complejo, sistémico y multifactorial puede llevar a medios y periodistas a crear unas audiencias formadas para el debate de ideas, que les permita, por ejemplo, comprender que las propuestas de los candidatos a ocupar cargos públicos de elección popular son, en muchos casos, incoherentes, cuando no populistas y a todas luces, inconvenientes porque se sostienen en la misma lógica con las que el poder político se ha agenciado desde el Estado nacional, regional y local.

Una lógica fragmentada y fragmentadora no sólo de la realidad, sino de los asuntos públicos que nos deberían convocar a todos. Una lógica que permite destacar los conflictos y los intereses de clase que con cada evento electoral se ponen de presente en Colombia. Al final, de aquella se desprende una racionalidad antropocéntrica que mira con desdén las complejas y delicadas dinámicas de la naturaleza.

Es urgente que la información política, tanto la electoral, como la cotidiana, se construya con el criterio de la transversalidad, con la mirada sistémica que ayude a comprender los fenómenos. Pero para ello no sólo hay que disponer de una reorientación del oficio periodístico, atado a elementos modernos que permiten desagregar los hechos en secciones (justicia, política, economía y salud, entre otros), sino de un cambio en las formas como el ser humano ha pensado su lugar en el mundo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como aporte a este articulo, se me hace muy interesante traer a colacion todo lo visto ultimamente en la serie "Correo de Inocentes" donde se puede ver claramente como el clientelismo que hay en este pais hace de las suyas para encubrir acciones ilegales de politicos. Ojala que algun dia pueda exisitir algo mas que el dinero para que las personas no dejen comprar su conciencia ni su etica profesional, en este caso los periodistas.


Saludos,

Anjelica B

Anónimo dijo...

Muy cierto!!!!!



Joaquín.