Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Ahora que avanza con éxito la
fase de implementación del Acuerdo Final (II) alcanzado entre el Gobierno de
Santos y la dirigencia de las Farc, poco a poco el país empieza a conocer las
dimensiones de la corrupción público-privada que durante más de 50 años fue opacada
por las dinámicas del conflicto armado interno.
Reficar y Odebrecht son apenas
dos muestras del enorme cáncer que carcome la Política en su sentido ético del
servicio público y mina la confianza de los ciudadanos en el Estado y en el
régimen actual de poder.
Y así, a cuenta gotas, los
colombianos empiezan a comprender que el más grande problema de Colombia no era
la presencia y el accionar de las guerrillas, sino que la corrupción es el
principal desafío y quizás el problema más difícil de erradicar, por cuanto las
prácticas corruptas de funcionarios estatales y privados están soportadas en un
ya establecido ethos mafioso[1].
Y será difícil desmontarla porque
las prácticas corruptas son variadas y están profundamente entronizadas en la
Política, es decir, en las formas regladas y en las lógicas de operación del
Estado y de los particulares.
Así entonces, desmontar la
corrupción será difícil, por ejemplo, mientras las campañas presidenciales y las
de los aspirantes a llegar al Congreso, Asambleas y Concejos, sigan siendo
patrocinadas por interesados contratistas y de específicos actores de la
sociedad civil que invierten en candidatos presidenciales y en candidatos a ocupar
cargos legislativos, en los órdenes nacional, regional y local, para luego
recuperar dicha inversión y obtener enormes ganancias cuando se les asignan
multimillonarios contratos para el desarrollo de proyectos de infraestructura.
El caso de Odebrecht resulta
emblemático en la medida en que se van conociendo detalles de la conexión
mafiosa que se dio entre agentes estatales, políticos profesionales, ex
congresistas y funcionarios de la
compañía brasilera, que estuvieron detrás de la adjudicación de los contratos
para la ejecución de obras en el marco de la construcción de la ruta del Sol e
incluso, en las acciones emprendidas para hacer navegable, nuevamente, el río
Magdalena.
Quienes llegan a instancias de
poder político tienen acceso a información privilegiada que da vida a posibles
negocios que requerirán del Estado para su ejecución, bien porque este pone la
infraestructura, o porque fungirá como garante de la inversión, en especial si
aquella viene a través de empréstitos, o porque el mandatario de turno (local,
regional o Nacional) dispone de los
mecanismos legales y de la institucionalidad estatal, para dar vía libre a
licitaciones que devienen, por supuesto, amarradas.
Los documentos Conpes suelen ser
los vehículos jurídicos, políticos y técnicos sobre los cuales “viajan” la
corrupción o la interesada adjudicación de las obras de infraestructura. Como
ya es común oírlo, un Conpes no se le
niega a nadie. Por esa vía, estos documentos se conciben a la medida de los
intereses de las empresas, nacionales y multinacionales, que previamente han
contactado a congresistas, alcaldes, gobernadores, “lobistas” profesionales y a
los asesores del Gobierno nacional, en una larga cadena de contactos en donde,
poco a poco, se van cocinando los negociados.
El Conpes 3817[2] bien
podría considerarse como un ejemplo y expresión de las finas relaciones y
conexiones establecidas por quienes hicieron posible que Odebrecht entrara a
operar en Colombia.
En dicho texto se lee: <<Con la modificación al Documento Conpes 3571
se busca adicionar el proyecto de gasto de inversión “Mejoramiento apoyo
estatal proyecto de concesión Ruta del Sol, sector 2 nacional”, sin necesidad
de fuentes de financiamiento de la nación adicionales toda vez que se
utilizarán los recursos que habían sido aprobados previamente para las
vigencias 2024 y 2025 por un valor de $311.394 millones de pesos constantes de
2008. Estos recursos disponibles serán utilizados para financiar el
mejoramiento de la vía Ocaña (Río de Oro) - Aguaclara - Gamarra y las
conexiones a puertos fluviales al norte y sur de Gamarra, la cual se conecta
con el proyecto Ruta del Sol Sector 2 en la intersección de Aguaclara. Esto
permitirá una mejora sustancial en la conectividad de Cúcuta y Venezuela con el
Sector 2 del Proyecto Ruta del Sol y con el Río Magdalena>>[3].
De esta manera, el carácter
técnico, jurídico y político de un documento Conpes, suele servir para encubrir
las redes clientelares y mafiosas que normalmente se tejen antes de que un
documento de esta clase sea concebido.
Lo que llama la atención del
Conpes 3817 de octubre de 2014 es que contó con la aprobación del alto
Gobierno, en cabeza del Presidente Santos, el vicepresidente Vargas Lleras y el
entonces Ministro de la Presidencia, o “Súper Ministro”, Néstor Humberto
Martínez Neira, hoy Fiscal[4]
General de la Nación y sobre quien recae la responsabilidad de develar las
finas redes clientelares y mafiosas sobre las cuales se montó y de garantizó la
operación de Odebrecht.
Por supuesto que el hecho de ser
firmante de ese Conpes limita las orientaciones que en materia investigativa
puede dar el Fiscal General. A esta circunstancia se suma otra de igual o más importancia: las finas
redes de amigos y clientes que como abogado tejió Néstor Humberto Martínez
Neira antes de convertirse en Fiscal, generan suspicacias alrededor de su real
interés y capacidad para develar el entramado oscuro que está detrás de las
operaciones de Odebrecht en Colombia.
Además, la aprobación de dicho
Conpes se dio cuando ya se conocían problemas de incumplimiento por parte de la
multinacional brasilera y muy seguramente el alto Gobierno ya conocía la
información que recién divulgó el Departamento de Estado de los EEUU, en
relación con el pago de coimas ofrecidas por altos funcionarios de la compañía
brasilera.
De esta manera, los documentos
Conpes no son más que la expresión de las formas legales y regladas desde y
sobre las cuales operan las redes clientelares y los “lobistas” que las
empresas nacionales e internacionales deben tejer si de verdad esperan hacerse
a un millonario contrato. Para el caso de Odebrecht, se contó con la
complicidad del Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado,
quien en sus 8 años como Jefe del Ministerio Público dedicó a perseguir impíos,
al tiempo que evitaba que el ente de control vigilara el actuar de los
funcionarios estatales que tuvieron relación directa o indirecta con la
operación de la multinacional brasilera.
Al final, los involucrados y
sancionados por las prácticas corruptas que se puedan descubrir (No todo se
podrá saber), saben muy bien cómo funciona aquello de la “Economía del delito”.
Saben soportar unos años de desprestigio mediático y una leve sanción moral
(social), pues las millonarias coimas y las ganancias obtenidas por unos y
otros les servirán para vivir muy bien durante muchos años. Y de eso se trata
todo: de enriquecerse.
4 comentarios:
El Gobierno debe Crear un Oficina Descentralizada, independiente que informe de TODOS los Acusados,Sospechosos e Involucrados en actos de Corrupción por Sectores,Escalas,Partidos deben ser Visibilizados, IDENTIFICADOS para Conocimiento Publico
Amigo como quieren y por estan tramitando la pena de muerte a los violadores de niňos, se debe tambien solicitarla para los corruptos, estos son peores cuando roban al herario publico lo hacen a la educacion de los futuros jovenes y se les niega imaginase en que se van a convertir, no creo que las cosas cambien los hombres son ambiciosos y ahi esta su respuesta, la solucion la damos todos lis colombianos que no sabemos protestar
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