Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
El Presidente habló recientemente
de la posibilidad de que se pacte a partir de enero de 2016 un cese bilateral
del fuego con las Farc, con la consecuente verificación por parte de la ONU.
Dicho anuncio es una muestra más de la solidez del Proceso de Paz de La Habana
y claro está, en sí mismo, constituye una provocación para los sectores de
poder militar, político y económico que se oponen no solo al cese bilateral,
sino a los diálogos de paz.
Si se llegase a pactar el cese bilateral
entre las Farc y las Fuerzas Armadas, y la ONU prestase sus buenos oficios para
verificar el cumplimiento de lo pactado entre las partes, ello abriría la
oportunidad para que el país conozca qué sectores y actores de poder están en
contra del Proceso de Paz de La Habana.
Será la oportunidad para depurar
a las Fuerzas Armadas, sacando de sus filas a aquellos miembros que no solo están
deliberando en torno a lo que se negocia en Cuba, sino que se prestan para
hacer el sempiterno trabajo de infiltrar a las guerrillas, hostigarlas para que
respondan ante el menor operativo militar, o facilitar las tareas a las
estructuras paramilitares que aún operan en Colombia para atacar a la tropas
farianas. La práctica de “tercerizar” el trabajo
sucio seguirá vigente hasta tanto el grueso de las fuerzas armadas se
comprometa con respetar las decisiones del Presidente de la República y la
voluntad del grueso de la población colombiana que acompaña los diálogos de paz
y apoya el fin del conflicto en las condiciones que se desprenden tanto de la
Agenda pactada, como de lo acordado hasta el momento de manera preliminar.
En reciente comunicado, las Farc
dijeron lo siguiente: “El Estado Mayor
Central de las Farc-EP, hace publica su preocupación frente al evidente
escalamiento de las operaciones militares en diferentes áreas del país, que
recientemente cobraron la vida de 4
guerrilleros y la captura heridas de 2 guerrilleras, y que amenazan con hacer insostenible el cese del fuego
unilateral decretado por las Farc-EP a partir del día 20 de julio del año en
curso”.
Por lo anterior, tanto el
Gobierno, en cabeza del Presidente, como los Comandantes afectos al Proceso de
Paz, deben asumir la tarea y la responsabilidad de desarticular aquellas microestructuras
que dentro del ámbito castrense aún se oponen a los diálogos de paz y más aún,
al cese bilateral del fuego. Dentro de las filas oficiales, deberán estar
atentos a las órdenes de operaciones que se firmen y al despliegue de tropa y
armamento. Así como las Farc deben comprometerse y asegurar que sus combatientes
mantendrán su decisión de no atacar y golpear al enemigo, lo mismo deben hacer
los Generales y Coroneles, en especial estos últimos, para evitar operativos
irregulares que terminen poniendo en riesgo el cese bilateral del fuego.
Esos sectores de poder saben que llegado
ese momento, el Proceso de Paz se consolidará aún más, lo que acercaría en el
tiempo la firma de un Acuerdo definitivo que pondrá fin al conflicto armado
interno. Pero de la misma manera como el cese bilateral fortalece y consolida
los diálogos de La Habana, esa misma situación hace más vulnerable el Proceso
de negociación, por lo que implica para muchos sectores de poder que las Fuerzas
Armadas cesen cualquier operativo u acción bélica en contra de la guerrilla de
las Farc. Cualquier escaramuza podría minar la confianza entre las partes. De allí
que antes de enero de 2016 sería recomendable que Santos, como Comandante Supremo
de las Fuerzas Armadas, les dé un fuerte sacudón con el firme propósito de
minimizar los riesgos de que el Proceso de Paz sufra un reversazo a todas luces
inconveniente, en especial, cuando el país espera que en marzo de 2016 se firme
el tratado de paz.
Frente a las circunstancias que demandaría el cese bilateral del fuego
en lo concerniente a la concentración de las tropas farianas, hay que señalar que
esta debe darse en aquellas zonas en donde tradicionalmente han operado. Lo
anterior, para evitar confusiones con acciones y operaciones que el ELN efectúe.
Importante sería que el Gobierno pactara
al tiempo un cese bilateral con los dos grupos y lograra el compromiso
de la ONU de verificar su cumplimiento. De cualquier forma, las alarmas ya están
encendidas. Esperemos que nada extraordinario suceda.
Imagen tomada de www.semanariovoz.com
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