YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 22 de abril de 2016

FÚTBOL Y POLÍTICA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Al revisar la agenda noticiosa y los tratamientos periodísticos dados a ciertos hechos públicos, encuentro elementos que conectan y atraviesan no solo la ocurrencia de esos mismos hechos y la calidad de su exposición, sino las reacciones sociales a su ocurrencia. 

Empiezo por varios relacionados con el fútbol que, como deporte espectáculo, está pensado para entretener a masas enteras ávidas de distractores que les hagan más llevaderas sus vidas.

La participación de tres equipos de fútbol en la Copa Libertadores de América llamó la atención del periodismo deportivo. Apenas obvio que así sucediera. Más allá de los resultados deportivos que dejan a Santa Fe y Deportivo Cali eliminados del evento continental y al Nacional de Medellín aún en competencia, el cubrimiento de ese suceso deportivo dio cuenta de desmanes de hinchas de los equipos Nacional y Deportivo Cali, cometidos en territorio extranjero.

Es decir, “exportamos” y expresamos nuestras incertidumbres, problemas, miedos y anhelos, lo que termina consolidando, hacia adentro y hacia afuera, la idea de que somos “violentos por naturaleza” y desmedidamente apasionados. En el fondo, irrespetuosos de la opinión del otro, del Otro como ser humano, porque lo asumimos desde la lógica relacional Amigo- Enemigo.

Continúo con hechos relacionados con la política nacional. El proceso de paz de La Habana es, sin duda, el hito político que mejor ayuda al descubrimiento y a la entronización de la lógica relacional que parece que sustenta las reacciones violentas de los hinchas del fútbol señalados líneas atrás. La lógica Amigo-Enemigo está, infortunadamente, guiando las discusiones públicas en torno a esa posibilidad de ponerle fin a un degradado conflicto armado interno.

En un ambiente polarizado, las redes sociales a diario registran el intercambio de improperios, lecturas maniqueas, señalamientos y hasta amenazas que surgen, curiosamente, alrededor de un objetivo que todos deberíamos compartir sin ambages: poner fin al conflicto como primer paso para ambientar procesos sociales de paz, que nos permitan reconciliarnos y convivir en medio de las diferencias.

Esa lógica relacional Amigo-Enemigo que está presente y conecta hechos deportivos y políticos, tiene un profundo arraigo en las maneras como han transcurrido los procesos civilizatorios en Colombia, afectados en buena medida por la casi nula referencia a íconos que sirvan para guiar la vida de las masas.

Y así, sin referentes simbólicos y humanos de lo que debe ser el respeto al Otro, al diferente, la sociedad colombiana y lo sucedido a su interior y que registran los medios masivos y las redes sociales, claramente exhiben esa perversa e histórica lógica relacional Amigo-Enemigo. Lógica esta, aupada por la propia doctrina de seguridad nacional con la que el Estado decidió de tiempo enfrentar los desafíos del alzamiento armado de las guerrillas y desde esa circunstancia contextual, relacionarse con la sociedad .

De esa manera, Fútbol y Política son la clara expresión de los equívocos sociales, culturales, políticos y económicos sobre los cuales se pusieron a andar los procesos de civilidad con los que hoy aún insistimos en vivir juntos, desconociendo el enorme peso de nuestras diferencias regionales, las negativas prácticas y las endebles bases éticas sobre las cuales sostenemos nuestros  anhelos y el poco control que aún tenemos sobre nuestras pasiones.


Por ello, aunque muchos reduzcan la firma del fin del conflicto a la decisión consensuada de los negociadores, la construcción de la paz deberá estar soportada, además de la voluntad de unos y otros, al desmonte de esa perversa lógica con la que nos venimos relacionando, entendiendo la política y disfrutando del fútbol.


Imagen tomada de mundonets.com

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