YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 17 de diciembre de 2008

POLÍTICA Y RELIGIÓN, EL CÓCTEL URIBISTA

Germán Ayala Osorio, profesor Asociado y politólogo de la Universidad Autónoma de Occidente


El paso de Uribe por la Presidencia y el examen de su gran legado, más allá de la parapolítica, falsos positivos, la DMG-política que apenas arranca y el creciente clientelismo, entre otros, debe entenderse desde la peligrosa amalgama entre política y religión que él mismo ha orquestado y defendido.

De esa mezcla - un peligroso cóctel- se evidencia con claridad el objetivo mayor de Uribe y de sus áulicos: dejar de ser un Estado laico, para convertirse en una suerte de Gran Hermano con sotana, camándula y crucifijo. Un Estado confesional e inquisidor, que ya tiene el segundo soldado[1]: el recién elegido Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, un católico extremista que alguna vez fungió como un Torquemada. Qué podemos esperar de un Procurador que se ha declarado enemigo de la eutanasia, del aborto, de la dosis personal de droga y de la unión de homosexuales?

Es claro que a los miembros y simpatizantes del Opus Dei y por supuesto a toda la godarria que deambula por el territorio colombiano les gusta Uribe porque él hace parte de los neoconservadores que atacan las libertades ciudadanas, y van en contra de toda expresión de autonomía y en general, contra todo asomo de independencia política.

Ellos, Uribe, el Opus Dei y la godarria, desestiman la condición de ciudadano que se expresa en una postura crítica, vigilante frente a las actuaciones de los gobernantes; quisieran pensar en la existencia de súbditos, de un ejército de agradecidos con ellos -y claro, con DIOS- por permitirles vivir, respirar y comer.

Recordemos que el mismo Presidente en su momento invitó - se trató casi de una orden- a los adolescentes del país a ‘aguantarse el gustico’. Toda una recomendación moralizante de quien todavía, por estos días, cree en el pecado.

Ellos, y Uribe, no aceptan, por ejemplo, que en algún momento un colombiano pueda poner fin al sufrimiento de un familiar que sufre de una penosa enfermedad, reconociendo la eutanasia como principio de autonomía, de libertad y de respeto por quien sufre postrado en una cama.

¿Por qué ha insistido tanto el Presidente en combatir en el Congreso la dosis personal, tratando de penalizar su consumo? Porque él en el fondo es godo, quizás por ello esa condición lo llevó a abandonar las toldas del liberalismo.[2]

La solución no está en combatir con fiereza las libertades ciudadanas y entre ellas, el poder decidir qué hago con mi vida; para el caso de la droga, por el contrario, parte de la solución está en su legalización como medida para atacar el lucrativo negocio; pero también hay que cerrarle las exclusas a los mafiosos para que no penetren el Estado y el resto de la sociedad. Es ahí en donde debería actuar el Gobierno, pero no lo hace, no lo hizo y no lo hará, porque él mismo legitimó el actuar mafioso y criminal de los líderes de las AUC. Ahí está su legado. Nuevamente Colombia quedará consagrada al Corazón de Jesús, con todo y lo que ello significa. Un Estado confesional es pendenciero por naturaleza.


La muerte ronda al pueblo Indígena


La muerte de Edwin Legarda, esposo de la líder indígena, Aída Quilcué, debe llamar la atención no sólo por las circunstancias en las que se dieron los hechos, sino por las ‘razones’ que exponen los soldados que dispararon contra el vehículo: no se detuvieron ante una orden de paro. Si así fue, eso no puede convertirse en la patente de corso para asesinar a quien no se percate de la existencia de una señal de alto.

Existen dos versiones encontradas, pero lo cierto es que lo sucedido no se puede llamar de otra manera: se trató de un asesinato, de un crimen de Estado. Me preguntó quién dio la orden; me pregunto qué tipo de formación reciben estos soldados de sus superiores; existen protocolos para este tipo de operativos; hubo un retén o se trató de un ataque preparado, cuyo objetivo final era asesinar a la líder Aída Quilcué, quien fuera una activa líder en la pasada minga.

[1] Recordemos que Uribe señaló que él sería el primer soldado de la Patria.
[2] Llama la atención que la bancada del PDA, con escasas excepciones, haya votado a favor del hoy electo Procurador. Su elección se dio en medio de componendas y arreglos clientelistas. Ello demuestra que en el POLO no sólo hay tendencias, sino que es una colectividad frágil e incoherente ideológicamente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo.

Paola

Anónimo dijo...

Gracias profe por compartir sus reflexiones y le deseo un año nuevo muy positivo y colmado de felicidades.

Saludo



Blanca

Anónimo dijo...

Hola Germán

Muchas gracias por compartirme tus reflexiones, siempre tan ácidas, siempre tan claras, que remozan un poco la cotidianidad furibista.

Carlos Mario