YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 18 de febrero de 2009

CHÁVEZ FRÍAS Y URIBE VÉLEZ, DOS GUERREROS QUE LE HACEN DAÑO A LA DEMOCRACIA

Por Germán Ayala Osorio, profesor Asociado y politólogo de la Universidad Autónoma de Occidente, Cali- Colombia


Cuando sea modifica la constitución en claro beneficio de un presidente, los riesgos para la democracia se multiplican exponencialmente. Lo sucedido en Colombia con Uribe Vélez y recientemente en Venezuela con el triunfo del SI a la enmienda constitucional que habilita a Chávez para postularse indefinidamente, son la expresión máxima de las crisis institucionales que se viven en los dos países y que se extiende a otras naciones suramericanas. En crisis están varias de las instituciones jurídico-políticas del Estado moderno como la justicia, los partidos políticos y hasta la propia idea de ciudadanía. Y por supuesto, la crisis de la política, fenómeno, al parecer, universal.

Independientemente del resultado electoral y del triunfo de unas mayorías, lo que viene sucediendo en Venezuela y en Colombia es, a todas luces, el sometimiento de la democracia a los designios de un par de megalómanos convencidos de que ellos son la salvación para sus pueblos. No han entendido que la democracia es más que un régimen, es un camino que construimos todos, más allá de la lógica electoral que señala ganadores y vencidos. La democracia es también un sentimiento que se expresa y adquiere sentido cuando aceptamos al otro. La democracia es una apuesta ética alejada de la estrechez mental de quienes señalan enemigos y hacen todo lo posible para eliminarlos. Vivir en democracia implica y significa convocar a todos los sectores societales para generar consensos, para diseñar estrategias y vías posibles que garanticen a todos y cada uno de los ciudadanos no sólo las condiciones para echar a andar sus proyectos individuales, sino para lograr que se viva en armonía y seguridad.

No basta con saberse presidente para comprender las dinámicas sociales, económicas y políticas y los propios imaginarios con los cuales la gente huye al sin sentido que produce un mundo en el que todo se circunscribe y se reduce a lo económico. Lejos están Uribe y Chávez de comprender lo que sucede en sus países. El primero, obsesionado en derrotar militar y políticamente a las FARC, solo atina a polarizar, a señalar enemigos, a desvirtuar señalamientos de sus claras simpatías ideológicas con el proyecto Paramilitar. El segundo, empecinado en derrotar lo que él llama la vieja oligarquía, va creando otra, seguramente más voraz y más corrupta que aquella que le abrió el camino como caudillo y a la polarización entre clases.

En estos dos países no hay instituciones democráticas fuertes, legítimas, lo que subsisten son anclajes de poder político representados en magistrados cooptados, en procuradores incapaces, en defensores del pueblo maniatados con claras deudas políticas; en partidos políticos colapsados que junto a una clase dirigente mezquina, se juntan para desfalcar el erario público. Y lo más preocupante, sociedades civiles fragmentadas e incapaces de armar su propia agenda pública.

Para el caso de Venezuela, existe un partido único y una Asamblea Nacional que aplauden a rabiar cada que Chávez habla. Para el caso de Colombia, existen agrupaciones políticas incapaces de diseñar propuestas de gobierno serias, que puedan competir contra el unanimismo mediático y político generado por y alrededor de Uribe. La ilegitimidad del congreso colombiano le asegura a Uribe unas mayorías que le obedecen a pie juntillas. En estos países sobreviven ciudadanos clientelizados, polarizados, excluidos y excluyentes, pero por sobretodo, angustiados por el sin sentido que les produce un mundo diseñado y pensado para la felicidad pasajera y efímera. Unos y otros, engañados por sus particulares creencias y proyectos, son aupados por unas empresas mediáticas encargadas de vaciar de sentido la política y de politizar negativamente los asuntos públicos.

Uribe y Chávez, hábilmente, han usado a su favor el poder estatal y mediático para hacer viables sus específicos proyectos políticos, que no necesariamente se articulan a una idea de sociedad encaminada hacia el logro máximo: la felicidad. Con sus discursos estigmatizantes amedrentan a una ciudadanía que busca, como ellos, beneficios precisos, específicos y particulares. Sus intereses también son mezquinos, pues no hay tiempo para construir proyectos de beneficio colectivo.

Ni Chávez ni Uribe lograrán cambiar las circunstancias que impiden a sus pueblos alcanzar niveles de vida aceptables, más allá de la seguridad que brinden las variables económicas. Chávez cree que aumentando el tamaño del Estado y reduciendo el mercado, y con la guaca petrolera, podrá mantener su proyecto de socialismo de siglo XXI. Chávez compra las conciencias de quienes hasta hace unos años no existían social y políticamente, pero que hoy lo sostienen en el poder, claro está, con el apoyo de unas fuerzas armadas que piden más y más presupuesto y juguetes para jugar a la guerra. Su condición de militar (¿ex?) asegura simpatías entre las tropas.

Uribe, por su parte, cree en reducir el Estado a su mínima expresión, mientras que crece su fe en el mercado y en su mano invisible. Uribe tiene el respaldo de empresarios e industriales, el de unas audiencias atontadas por la acción mediática y por supuesto, el de las fuerzas armadas que gracias a él cuentan con mayor presupuesto y con su liderazgo como guerrero capaz de hacerse moler por Colombia.

No puede ser más desdichada la suerte de estas dos naciones al quedar en manos de líderes negativos, de hombres capaces de polarizar, de generar confrontaciones, y por ello, incapaces de generar consensos, de llamar a la unidad nacional en torno a proyectos incluyentes. Nada más peligroso para la democracia que dos enamorados del orden cerrado, de la obediencia debida, del espíritu de cuerpo y de las armas. El primer paso para vivir en democracia es gritar, con fuerza, adiós a las armas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No se porqué nos quejamos del vecino, cuando el señor de la casa es igualito. Es como, "de la misma manera, pero en sentido contrario".

Mario

Anónimo dijo...

Está en cuidados intensivos la democracia en algunos países latinaoamricanos, la reflexión es qué podemos hacer? Cuál seria la propuesta<’ cuáles las apuestas

Saludos cordiales,

Martha

Anónimo dijo...

Hola Germán.

Indaga sobre un prestigioso jurista español que viene asesorando (con su equipo radicado en Madrid) a los Presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia en temas de ajustes y hasta redacción de cada una de los contenidos a sus Reformas Constitucionales. Los diarios The New York Times y The Washington Post han generado un seguimiento bastante puntual al respecto.

Atentamente





Mario

Anónimo dijo...

Hola, un saludo

A mi modo de ver, es evidente que el fantasma de la guerra fría se sigue perpetuando anacrónicamente en nuestro continente, guerra que como bien sabemos nos fue legada por las taimadas potencias del este y el oeste, las cuales valiéndose de toda clase de artimañas nos inocularon el conflicto entre los dos grandes discursos de la modernidad, el capitalismo y el comunismo, situación que en nuestro contexto degenero en la aparición de las guerrillas comunistas y los grupos paramilitares de derecha.



Ahora bien, lo triste de Colombia y Venezuela es que sus respectivos tiranitos siguen creyendo que el mundo aún esta dividido por los ideales del este y el oeste, siendo que en este momento la realidad mundial aparece regida por lo meramente económico, esto es tan evidente, que el gobierno de China a pesar de ser comunista asume políticas capitalistas para poder jugar en el orden económico mundial.



Para finalizar, creo que es importante volvernos a preguntar ¿Quiénes se benefician con la división de nuestro continente?

Anónimo dijo...

Definitivamente los polos opuestos terminan siendo idénticos....
Me gustó, y quiza sería interesante profundizar, esto de la ética de un verdadero demócrata, porque coincido que abrazar la democracia implica un compromiso ético de aceptar la diferencia expresada sin armas, dentro de los límites que la democracia impone, y la construcción de consensos mínimos que permitan la vida en sociedad sin desconocer los intereses o búsquedas de felicidad individuales....
Un abrazo,
Claudia

Anónimo dijo...

Saludos Germán,

Lo paradógico es ver cómo la reelección en Venezuela es mal vista por los medios y por la sociedad en Colombia, sinembargo en los programas de opinión resulta evidente que aprueban el proyecto de una segunda reelección en Colombia. Qué tal??

Ahí si es cierto que no vemos sino lo que queremos ver. Excelente reflexión.



María Fernanda