YO DIGO SÍ A LA PAZ

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jueves, 9 de julio de 2009

EL PAPEL DE LOS MEDIOS EN UNA DEMOCRACIA EN PELIGRO


 

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


 

En la dinámica mediática los criterios y los valores/noticia aplicados a los hechos noticiables que luego serán noticia de primera plana, juegan el rol de trinchera en la que medios y periodistas esconden miedos, preferencias, decisiones editoriales de apoyo a un gobierno y la falta de criterio para evaluar las circunstancias y a los mismo personajes que elevaron como noticia.

En los dos periodos de Uribe, periodistas y medios sí que han sabido actuar detrás de esa débil trinchera, colaborando en el lanzamiento de cortinas de humo, que si bien han sido cortadas -diseñadas- en la Casa de Nariño, las puntadas finales para que cumplan la función de tapar o salvaguardar la imagen del gobierno de Uribe, se dieron en las salas de redacción de muchos medios.

Han sido muchas las cortinas de humo que este gobierno ha lanzado con la colaboración de medios y periodistas. Con la operación Jaque, y su retransmisión, con las autorizadas y desautorizadas a Piedad Córdoba, alocuciones presidenciales con visos de forzadas y manipuladas ruedas de prensa, con declaraciones altisonantes de ministros y laderos asesores de Palacio, entre otras muchas. De parte de los medios, la sospechosa decisión editorial de insistir en notas sobre abuso y maltrato infantil, atracos callejeros, uno que otro triunfo deportivo, o con la reciente transmisión en vivo del sepelio de Michael Jackson.

En lugar de estructurar una agenda mediática propia, libre de las ataduras de unos criterios de noticia que terminan silenciando lo que no debe silenciarse, unos y otros, terminan sirviéndole al Mandatario, generando confusión en la opinión pública.

Y es que lo que está en juego aquí en Colombia es el orden constitucional, que se está perdiendo con las modificaciones a la Carta Política para beneficiar a una persona y a un proyecto político que, con un sinnúmero de argucias para perpetuar en el poder al Mesías Antioqueño y comprando congresistas con puestos, notarías y con prebendas de todo tipo, terminarán regresando al siglo XIX.

Es urgente que los medios colombianos revisen las lógicas y dinámicas con las cuales creen, equivocadamente, que están generando opinión de calidad. Más que información inconexa, sin contexto, lo que se necesita es un mayor análisis y no la dispersión de hechos noticiosos, que terminan sirviendo de cortina de humo para un Gobierno que ha necesitado de muchas y necesitará muchas más para tratar de esconder sus miserias y sus oscuras actuaciones.

Cuándo se darán cuenta los periodistas que el papel de informar puede modificarse sustancialmente y que sólo ellos lo pueden hacer si deciden, antes de salir corriendo detrás de una fuente que quiere hablar, que desea decir algo, valorar qué es más importante, si insistir en una violación más en un país sin una política criminal clara y efectiva, o cuestionar a un Presidente que desea perpetuarse en el poder pisoteando, con la ayuda de un Congreso corrupto y cooptado por el paramilitarismo, la Constitución y en consecuencia, poniendo en peligro la vida democrática en el país.

La cuestión aquí es sencilla: o cierran filas en torno a defender la Constitución de 1991, las libertades ciudadanas y el proyecto liberal y democrático que encarna dicha Carta Política, o terminarán, por acción u omisión, apoyando y legitimando a un Presidente con un perfil dictatorial al estilo Chávez, Fidel Castro o quizás, terminemos recordando a Strossner, a Videla, Batista e incluso, al propio Pinochet.

No vaya a suceder que en Colombia, los mismos medios y periodistas, que por omisión o por acción ayudaron a subir y a mantener a Uribe en el poder, terminen en el mediano plazo, rogando para que sus licencias sean renovadas porque tardíamente decidieron cuestionar al Gobierno.

El asunto no es menor. Qué deben hacer las empresas mediáticas y cuál es el papel que deben jugar cuando la democracia está en riesgo por el afán de un gobernante de vengar la muerte de su padre y de pasar a la historia como el gran Pacificador. Ese es un interrogante que está por resolverse. Para empezar la tarea, me pregunto: ¿tienen los propietarios, editores y periodistas el talante para advertir el riesgo y el peligro que se ciernen sobre la vida democrática del país?

Podrían empezar a mostrar ese talante, cuestionando el débil, amañado y ética y políticamente irresponsable pronunciamiento de la Iglesia Católica, con Monseñor Rubiano a la cabeza, al pedirle a Uribe que descanse y que se vuelva a presentar, que de seguro ganará, en el 2014. Poco le importa a la Iglesia Católica el daño que ya le dio el gobierno de Uribe al orden constitucional. No puede ser que semejante opinión de una fuente de estas características, no suscite un mayor debate en las salas de redacción.

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