YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 12 de noviembre de 2010

LA ENCRUCIJADA DE SANTOS

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Decisiones como el cambio de la terna para Fiscal y el tono mesurado del Presidente Santos, especialmente aquel que exhibe con los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, pueden generar preocupación o molestia en el ex presidente Uribe y en los áulicos que lograron anidarse en el partido de gobierno, pues presienten que una eventual toma de distancia de Santos frente a Uribe, puede constituirse más adelante en un verdadero reversazo a políticas y a modos de actuación del gobierno de Uribe Vélez.

Santos debe luchar no sólo con la sombra y los fantasmas de un gobierno que resultó favorecido por la gran prensa, sino contra las fuertes redes y compromisos burocráticos que logró establecer Uribe en sus ochos años de gobierno, con distintas esferas del poder político y económico, nacional e internacional, así como con las abyectas lealtades ideológicas de uribistas que hoy cumplen funciones de control político no sólo dentro del Congreso, sino dentro de su propia colectividad, que pueden terminar afectando la agenda legislativa en la que el Gobierno de Santos tiene claros intereses en la búsqueda, a mediano plazo, de un segundo período.

Juan Lozano es una figura clave en ese juego político que desde bambalinas viene orquestando Uribe, con mediano éxito, con el apoyo de otros políticos. Lozano actúa interpretando los intereses de Uribe, sin que ello le implique romper con la vieja amistad que lo une con la poderosa familia Santos. El político bogotano hace un cabildeo a doble mano, buscando beneficios sin que ello le signifique distanciamientos con el actual gobierno y menos, con el ex presidente Uribe. De allí que el futuro de iniciativas legislativas como las leyes de víctimas, de tierras, regalías y de primer empleo, entre otras, pasa por el pulso, el ritmo y el ánimo que el ex ministro de medio ambiente y vivienda quiera darle a tales iniciativas en las discusiones internas del partido y las que se dan al interior del Congreso.

Es inocultable que dentro del partido de la U hay fricciones y fuertes fisuras alrededor de temas y asuntos que pueden terminar con lo que los medios de comunicación llaman luna de miel entre el ex presidente Uribe y el Presidente Santos, que no es más que un cordón umbilical que puede terminar por dejar sin aire a quien parece tener las intenciones de superar los graves problemas de legitimidad, que dejó una era de ilegalidad, de persecución política y de terror oficial, que duró ocho años (2002-2010).

La encrucijada de Santos está en que al insistir en mantener los intereses y los compromisos con su mentor (compromisos que no son de poca monta), ello lo puede llevar a que él mismo construya una imagen de continuista del régimen uribista y que termine, por ese camino, posicionando en los imaginarios esa idea que señala que llegó a la Presidencia a mantener unas políticas que a todas luces van en contravía de su propuesta de prosperidad democrática. O en otro sentido, que la poco cacareada prosperidad democrática es, para uribistas, empresarios, inversionistas y banqueros, un retroceso al modelo de acción política y económica, que durante ocho años aplicó Uribe, con claros y precisos beneficios para éstos.

Algunos analistas insisten en que Santos dará el gran salto hacia el posturibismo. Creo que va a necesitar más que el tono respetuoso que no exhibió su antecesor. Y en ese sentido, hay temas y asuntos en los que Juan Manuel Santos poco interés y acción ha mostrado: los derechos humanos y los indígenas.

Así como Uribe desperdició la oportunidad histórica que tuvo en ocho años de gobierno, de modificar las circunstancias históricas que han permitido construir un Estado precario, irresponsable e incapaz de garantizar una vida digna para las grandes mayorías de sus asociados, Juan Manuel Santos puede correr el riesgo de convertirse en un Presidente que reconoció que el país afronta graves problemas (fiscales, de seguridad, de pobreza), pero que fue incapaz de superar esas circunstancias y dinámicas, y de llevar al país por los caminos de lo que él llama prosperidad democrática.

Si sus buenas intenciones son reales, tendrá que luchar no sólo contra la sombra de Uribe y el ambiguo juego de su colectividad y el de su propia bancada, sino contra aquellos actores y factores políticos y económicos que no quieren imaginar estar en unos años, añorando la administración Uribe.

Se pone mucho en juego cuando en Colombia alguien habla de superar la pobreza, porque esa pretensión pasa por tocar y desmontar privilegios, especialmente aquellos que se garantizaron e incluso, se aumentaron en el periodo 2002- 2010.

Qué puede estar frenando a Santos para intentar superar la era Uribe: ¿sus propias convicciones, sus miedos al gamonal de marras o simplemente, la incapacidad política de todos aquellos que llegan a la Presidencia con la obligación de mantener el statu quo? Santos debe actuar como un verdadero líder político y no como un gamonal. Ese es el reto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

H.H : interesante tu aproximaciòn al escenario polìtico y el futuro del gobierno de J.M.Santos.Casarse con Uribe serìa aceptar que el paìs que dejò en 8 años el uribismo, es la Colombia mejor posible.


Rodrigo R.

Anónimo dijo...

Hola Uribito:

Te veo muy prudente.

Luisf.