Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Los militares que se asocian o que se han asociado con criminales para delinquir, deben pagar sus condenas en cárceles civiles y no dentro de las instalaciones carcelarias existentes al interior de las guarniciones. Es un error mantener dentro de batallones a oficiales y suboficiales que no sólo mancillaron el uniforme, el honor militar, sino que convierten en asesino al Estado que les dio las armas y el poder, supuestamente para defender la vida de los civiles.
Con los recientes escándalos de dos mayores retirados del ejército, uno que se evadió de la base de Tolemaida y fue recapturado y el otro que, según denuncias, organizaba y participaba de fiestas y bacanales en la misma unidad militar, lo que se pone de presente es que el espíritu de cuerpo y las relaciones de mando establecidas entre superiores y subalternos se mantienen a pesar del retiro y sirven para garantizar privilegios a quienes han violado la ley.
Es inaceptable que varios ex generales exijan en carta enviada al Presidente, que “si se estima impropio que antiguos subalternos custodien en algunos casos a quienes fueron sus jefes, más lo sería que soldados y policías compartieran la promiscuidad de cárceles comunes con asesinos, subversivos, “paramilitares” y terroristas a quienes combatieron a riesgo de sus vidas. Numerosos han sido los casos de vejámenes y maltratos sufridos por militares, encarcelados muchas veces en forma injusta, con ocasional participación o connivencia de guardas del INPEC” (Tomado de Semana.com, 05:43 pm, enero 27 de 2011).
Cuando un militar delinque en asocio con narcotraficantes, como el caso del Mayor Rodríguez, alias Zeus, o con guerrilleros, delincuentes comunes y paramilitares, de forma inmediata debe perder cualquier beneficio jurídico relacionado con el sitio de reclusión. Si fue capaz de unirse con criminales para delinquir, el lugar de reclusión natural debe ser los patios donde pagan condenas los más peligrosos criminales de Colombia, es decir, cárceles civiles.
Sólo aquellos agentes militares que hayan violado la ley en la ejecución o el cumplimiento de órdenes y actividades propias de actos del servicio, deben conservar el ‘privilegio’ de pagar por los errores cometidos, recluidos en batallones o en la unidad militar apropiada para estos efectos.
En los recientes casos de los dos oficiales recluidos en la base de Tolemaida se nota que sus compañeros, superiores y subalternos, muy poco repudiaron sus actuaciones, por el contrario, parece que activaron de manera equívoca el espíritu de cuerpo para esconder no sólo las conductas impropias cometidas en el lugar de reclusión, sino para minimizar la naturaleza y el impacto del delito cometido (por ejemplo, el mayor Maldonado que participó del atentado criminal contra el entonces senador Wilson Borja).
Estos oficiales se convierten en ‘ejemplos negativos’ que pueden terminar alentando a otros oficiales, suboficiales y soldados que miran cómo sus compañeros, subalternos o superiores, a pesar de haber violado la ley, mantienen su estatus, su honor y por sobre todo, que pueden actuar de manera libre dentro de las guarniciones, pues al interior nadie está en capacidad de señalarlos, de fustigar sus actuaciones.
Mal síntoma representa la misiva enviada por los ex generales। Por su condición, deberían de exigir que quienes mancillen el honor militar, como lo hicieron los dos oficiales retirados, sean trasladados a cárceles civiles para que junto a otros peligrosos criminales, paguen por las fechorías cometidas. Ahora bien, si se van a mantener las cárceles militares, entonces que funcionen como tales y no como fincas de recreo.
Los militares que se asocian o que se han asociado con criminales para delinquir, deben pagar sus condenas en cárceles civiles y no dentro de las instalaciones carcelarias existentes al interior de las guarniciones. Es un error mantener dentro de batallones a oficiales y suboficiales que no sólo mancillaron el uniforme, el honor militar, sino que convierten en asesino al Estado que les dio las armas y el poder, supuestamente para defender la vida de los civiles.
Con los recientes escándalos de dos mayores retirados del ejército, uno que se evadió de la base de Tolemaida y fue recapturado y el otro que, según denuncias, organizaba y participaba de fiestas y bacanales en la misma unidad militar, lo que se pone de presente es que el espíritu de cuerpo y las relaciones de mando establecidas entre superiores y subalternos se mantienen a pesar del retiro y sirven para garantizar privilegios a quienes han violado la ley.
Es inaceptable que varios ex generales exijan en carta enviada al Presidente, que “si se estima impropio que antiguos subalternos custodien en algunos casos a quienes fueron sus jefes, más lo sería que soldados y policías compartieran la promiscuidad de cárceles comunes con asesinos, subversivos, “paramilitares” y terroristas a quienes combatieron a riesgo de sus vidas. Numerosos han sido los casos de vejámenes y maltratos sufridos por militares, encarcelados muchas veces en forma injusta, con ocasional participación o connivencia de guardas del INPEC” (Tomado de Semana.com, 05:43 pm, enero 27 de 2011).
Cuando un militar delinque en asocio con narcotraficantes, como el caso del Mayor Rodríguez, alias Zeus, o con guerrilleros, delincuentes comunes y paramilitares, de forma inmediata debe perder cualquier beneficio jurídico relacionado con el sitio de reclusión. Si fue capaz de unirse con criminales para delinquir, el lugar de reclusión natural debe ser los patios donde pagan condenas los más peligrosos criminales de Colombia, es decir, cárceles civiles.
Sólo aquellos agentes militares que hayan violado la ley en la ejecución o el cumplimiento de órdenes y actividades propias de actos del servicio, deben conservar el ‘privilegio’ de pagar por los errores cometidos, recluidos en batallones o en la unidad militar apropiada para estos efectos.
En los recientes casos de los dos oficiales recluidos en la base de Tolemaida se nota que sus compañeros, superiores y subalternos, muy poco repudiaron sus actuaciones, por el contrario, parece que activaron de manera equívoca el espíritu de cuerpo para esconder no sólo las conductas impropias cometidas en el lugar de reclusión, sino para minimizar la naturaleza y el impacto del delito cometido (por ejemplo, el mayor Maldonado que participó del atentado criminal contra el entonces senador Wilson Borja).
Estos oficiales se convierten en ‘ejemplos negativos’ que pueden terminar alentando a otros oficiales, suboficiales y soldados que miran cómo sus compañeros, subalternos o superiores, a pesar de haber violado la ley, mantienen su estatus, su honor y por sobre todo, que pueden actuar de manera libre dentro de las guarniciones, pues al interior nadie está en capacidad de señalarlos, de fustigar sus actuaciones.
Mal síntoma representa la misiva enviada por los ex generales। Por su condición, deberían de exigir que quienes mancillen el honor militar, como lo hicieron los dos oficiales retirados, sean trasladados a cárceles civiles para que junto a otros peligrosos criminales, paguen por las fechorías cometidas. Ahora bien, si se van a mantener las cárceles militares, entonces que funcionen como tales y no como fincas de recreo.
Este artículo fue reproducido en la siguiente dirección: http://colombia.indymedia.org/news/2011/01/120359.php
3 comentarios:
Interesante razonamiento.
En Brasil, Millor Fernandes (humorista, dramaturgo y escritor) lanzó un desafío público con la siguiente pregunta:
-¿Cuál es la diferencia entre Político y Ladrón?
Le llamó mucho la atención la respuesta de un lector:
-"Estimado Millor, después de una larga búsqueda llegué a esta conclusión: La diferencia entre un político y un ladrón es que al primero lo elijo yo, y el segundo me elige a mi. ¿Estoy en lo cierto?"
Esta fue la réplica de Millor:
-"Apreciado señor, usted es un genio. Es el único que logró encontrar una diferencia."
Margarita M.
Hola German:
De acuerdo … los delincuentes deben pagar sus penas con los demás delincuentes, es decir en las cárceles … es una vergüenza para las FF.AA toda esta historia de los bacanales en las bases militares … en otro país, seguramente rodarían muchas cabezas de generales y hasta ministros
AGD
Eso es la mal entendida solidaridad de grupo.Será que los de la carta también tienen rabo de paja ? Saludos e irreflexión.
Rodrigo Ramos Sánchez
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