Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Este 2011 será un año electoral en el que nuevamente el pragmatismo de jefes de partido, políticos, gamonales y capataces, se impondrá y hará posible que todo siga igual, es decir, que Colombia continúe siendo un Estado débil, precario y premoderno, al servicio de unos pocos.
Las venideras elecciones de gobernadores y alcaldes tendrán el estreno de Uribe Vélez como gran ‘barón electoral’, quien buscará consolidar poderes locales y regionales, con el firme propósito de hacerse a tortas burocráticas que le devuelvan la capacidad de hacer con el Estado lo que hizo durante ocho años: ponerlo al servicio de su familia y de quienes secundaron su proyecto político neoconservador.
Con los ‘talleres democráticos’ el capataz antioqueño buscará polarizar nuevamente a una opinión pública empobrecida por los amañados mensajes periodísticos y por la incapacidad de líderes de izquierda y de centro, de generar estados de opinión divergentes al heredado unanimismo que hoy Santos promueve de manera casi silenciosa; de igual forma, el ex Mesías buscará quebrar la frágil institucionalidad, para favorecer sus propios intereses.
Y mientras Uribe se prepara con todo para reducir la democracia y erosionar desde lo local y lo regional el estado social de derecho, los partidos tradicionales flotan a la deriva sin saber cómo reaccionar. Insepultos, Rojos y Azules deambulan por ciudades, pueblos y veredas, asegurándose un lugar en los perversos imaginarios colectivos que los colombianos nos hemos formado alrededor de la Política.
En cuanto a los nuevos partidos, el Verde deambula sin norte, sin capacidad de canalizar el cansancio de aquellos que creyeron en Mockus, al que le dieron votos en las elecciones de 2010, basados en la inteligencia y en medianas claridades alrededor de lo que realmente necesita Colombia: un nuevo sentido de lo público. Un partido que dice ser Verde, pero que poco o nada ha dicho en cuanto a la tragedia invernal de la que son culpables gobernadores y alcaldes, y las ineficientes corporaciones autónomas regionales.
Es sobre esos vacíos sobre los que actuará Uribe Vélez, a través de sus elegidos, de sus señalados, a quienes dará avales con la misma mano con la que mandó a apresar a un funcionario de la alcaldía de Buenaventura y a matar a los sicarios de la llamada ‘oficina de Envigado’.
Habrá que estar atentos a los dedazos de Uribe para reconocer muy bien quiénes son sus elegidos, para que en octubre votemos en contra de aquellos candidatos que pretenden llegar a gobernaciones y alcaldías, bajo las orientaciones ideológicas y políticas de un Presidente que en ocho años profundizó la incapacidad del Estado de salvaguardar la vida y la honra de sus asociados, naturalizó y entronizó los valores de un fenómeno paramilitar multifactorial, criminalizó la política y permitió la penetración y la cooptación del Estado por disímiles mafias que buscarán seguir enquistadas en las instituciones públicas, con el respaldo de los nuevos gobernadores y alcaldes a elegirse en octubre de 2011.
El panorama, nuevamente, se hace desesperanzador para estas nuevas elecciones. La democracia electoral se pondrá a prueba y desde ya es claro que saldrá avante. En cuanto a la Democracia, la que esperamos aún tener en Colombia, continuará siendo un proyecto aplazado por la acción política de ‘barones electorales’ como Uribe y por la pobre formación política y la falta de criterio de millones de ciudadanos colombianos que asisten al fracaso del orden social establecido.
Son justamente los liderazgos de capataces, gamonales y ‘barones electorales’ los que tanto daño le hacen a la democracia. Estamos ante líderes negativos, ante liderazgos dañinos, construidos y soportados, en muchos casos, en esa relación política-crimen que ya es tradición en Colombia.
Este 2011 será un año electoral en el que nuevamente el pragmatismo de jefes de partido, políticos, gamonales y capataces, se impondrá y hará posible que todo siga igual, es decir, que Colombia continúe siendo un Estado débil, precario y premoderno, al servicio de unos pocos.
Las venideras elecciones de gobernadores y alcaldes tendrán el estreno de Uribe Vélez como gran ‘barón electoral’, quien buscará consolidar poderes locales y regionales, con el firme propósito de hacerse a tortas burocráticas que le devuelvan la capacidad de hacer con el Estado lo que hizo durante ocho años: ponerlo al servicio de su familia y de quienes secundaron su proyecto político neoconservador.
Con los ‘talleres democráticos’ el capataz antioqueño buscará polarizar nuevamente a una opinión pública empobrecida por los amañados mensajes periodísticos y por la incapacidad de líderes de izquierda y de centro, de generar estados de opinión divergentes al heredado unanimismo que hoy Santos promueve de manera casi silenciosa; de igual forma, el ex Mesías buscará quebrar la frágil institucionalidad, para favorecer sus propios intereses.
Y mientras Uribe se prepara con todo para reducir la democracia y erosionar desde lo local y lo regional el estado social de derecho, los partidos tradicionales flotan a la deriva sin saber cómo reaccionar. Insepultos, Rojos y Azules deambulan por ciudades, pueblos y veredas, asegurándose un lugar en los perversos imaginarios colectivos que los colombianos nos hemos formado alrededor de la Política.
En cuanto a los nuevos partidos, el Verde deambula sin norte, sin capacidad de canalizar el cansancio de aquellos que creyeron en Mockus, al que le dieron votos en las elecciones de 2010, basados en la inteligencia y en medianas claridades alrededor de lo que realmente necesita Colombia: un nuevo sentido de lo público. Un partido que dice ser Verde, pero que poco o nada ha dicho en cuanto a la tragedia invernal de la que son culpables gobernadores y alcaldes, y las ineficientes corporaciones autónomas regionales.
Es sobre esos vacíos sobre los que actuará Uribe Vélez, a través de sus elegidos, de sus señalados, a quienes dará avales con la misma mano con la que mandó a apresar a un funcionario de la alcaldía de Buenaventura y a matar a los sicarios de la llamada ‘oficina de Envigado’.
Habrá que estar atentos a los dedazos de Uribe para reconocer muy bien quiénes son sus elegidos, para que en octubre votemos en contra de aquellos candidatos que pretenden llegar a gobernaciones y alcaldías, bajo las orientaciones ideológicas y políticas de un Presidente que en ocho años profundizó la incapacidad del Estado de salvaguardar la vida y la honra de sus asociados, naturalizó y entronizó los valores de un fenómeno paramilitar multifactorial, criminalizó la política y permitió la penetración y la cooptación del Estado por disímiles mafias que buscarán seguir enquistadas en las instituciones públicas, con el respaldo de los nuevos gobernadores y alcaldes a elegirse en octubre de 2011.
El panorama, nuevamente, se hace desesperanzador para estas nuevas elecciones. La democracia electoral se pondrá a prueba y desde ya es claro que saldrá avante. En cuanto a la Democracia, la que esperamos aún tener en Colombia, continuará siendo un proyecto aplazado por la acción política de ‘barones electorales’ como Uribe y por la pobre formación política y la falta de criterio de millones de ciudadanos colombianos que asisten al fracaso del orden social establecido.
Son justamente los liderazgos de capataces, gamonales y ‘barones electorales’ los que tanto daño le hacen a la democracia. Estamos ante líderes negativos, ante liderazgos dañinos, construidos y soportados, en muchos casos, en esa relación política-crimen que ya es tradición en Colombia.
2 comentarios:
Este país ignorante volverá a votar por el capataz del Ubérrimo. No le queda duda, mi amigo antifuribista.Que vivan los alvaros...Ja...
Rodrigo Ramos
Dr. Germán: Interesante su comentario sobre los "talleres burocráticos" un intento del expresidente para volver al poder por medio del clientelismo.
Cordial Saludo y Gracias por Mensaje.
JORGE BOJACA
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