YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 29 de julio de 2011

LAS CIUDADES DEL FÚTBOL

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Por estos días los medios masivos de comunicación, aupados por los anunciantes, no hacen otra cosa que tratar de seducir a sus audiencias para que asistan y disfruten de la fiesta del fútbol y consuman la información deportiva resultante de un evento deportivo: el mundial sub 20, a realizarse en Colombia desde el 28 de julio de 2011.

Periodistas y presentadoras, “aparentemente” felices (se trata de una actuación) intentan inyectar en los ciudadanos entusiasmo, felicidad y una gran dosis de compromiso para que los extranjeros que nos visitan, y millones de habitantes en el planeta que siguen la señal de televisión, se lleven la mejor impresión de un país que es capaz de organizar un mundial de fútbol (categoría sub 20), pero que soporta un conflicto armado interno y afronta graves problemas de inequidad y de exclusión.

Portarnos bien y actuar con civismo, así como recoger indigentes, menesterosos, locos y en general ciudadanos que afean las ciudades sedes, son los mensajes y las acciones que ciudadanos y autoridades emprenden para que todo salga bien, como dijo ayer en su alocución el Presidente Santos Calderón y como exige la FIFA, una transnacional tan poderosa que es capaz de doblegar Estados y gobiernos. Todo un para estado transnacional del que recientemente se conocen escándalos de corrupción.

Como otras ciudades, Cali ha sido retocada por estos maquilladores profesionales, que obedeciendo a las máximas autoridades de la FIFA, intentan darle otra cara a una ciudad que atraviesa graves problemas no sólo de exclusión social, movilidad, sino de violencia, por múltiples factores, entre ellos, el renacer del narcotráfico. Una ciudad fragmentada, con importantes niveles de desigualdad social e inequidad social. Una ciudad a la que se le impuso un proceso de modernización a partir de desarrollos en infraestructura, pero sin que se haya alcanzado una modernidad estatal, institucional y en la sociedad civil y política.

La FIFA, para poder entregar avales y apoyos para la realización de este tipo de justas deportivas, exige e impone modelos pasajeros de ciudad, verdaderas maquetas que sólo exhiben lo bueno, lo bonito, lo funcional, y corren a esconder lo disfuncional, lo feo, lo que no encaja. Toda una geografía del espectáculo para que el capital circule sin problemas, y para que el mercado alcance los mejores guarismos al hacer que se conjuguen la oferta y la demanda.

Guardados los locos e indigentes, arreglados los parques, barridas las calles y principales avenidas, reparado el Pascual Guerrero y otros escenarios de otras ciudades sedes, ahora el turno es para los ciudadanos, a quienes se les pide- se les exige- que se porten bien, mientras pasa el evento mundialista. Después, ya veremos.

Medios de comunicación, anunciantes, ciudadanos y autoridades nacionales y locales, todos hincados no ante el deporte espectáculo llamado fútbol, sino ante los intereses económicos de una entidad transnacional articulada muy bien a la circulación del capital sin ningún control y a las lógicas del consumo. Esa es, ahora, la verdadera fiesta del fútbol.

Cuando pase el evento futbolero, los locos, los menesterosos y todos los que fueron confinados o llevados a municipios cercanos, volverán a sus lugares, a sus guaridas, a sus ándenes, a sus puentes. Los mismos policías que hoy les prohíben acercarse al Pascual Guerrero y a los hoteles donde descansan las delegaciones, en unos días pasarán por sus guaridas con la misma indiferencia con la que los miran autoridades municipales y periodistas.

Muy seguramente el mundo se llevará la mejor impresión de Colombia, pero mañana, cuando el telón haya caído, volveremos a la realidad diaria y la sonrisa ficticia que ayer nos pidieron dibujar en nuestros rostros, desaparecerá con inusitada rapidez. Y hablaremos ya no de goles, sino de la guerra que se libra en el Cauca, de los sicarios que cumplieron con el mandado, de los delincuentes de cuello blanco que aún deambulan por calles de Cali y de Bogotá, de atracos, y de balas perdidas…

Termino con la letra de la canción Fiesta, de Joan Manuel Serrat, mientras vivimos la fiesta mundialista:

Gloria a Dios en las alturas,
recogieron las basuras
de mi calle, ayer a oscuras
y hoy sembrada de bombillas.

Y colgaron de un cordel
de esquina a esquina un cartel
y banderas de papel
verdes, rojas y amarillas.

Y al darles el sol la espalda
revolotean las faldas
bajo un manto de guirnaldas
para que el cielo no vea,

en la noche de San Juan,
cómo comparten su pan,
su tortilla y su gabán,
gentes de cien mil raleas.

Apurad
que allí os espero si queréis venir
pues cae la noche y ya se van
nuestras miserias a dormir.

Vamos subiendo la cuesta
que arriba mi calle
se vistió de fiesta.

Hoy el noble y el villano,
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha.

Juntos los encuentra el sol
a la sombra de un farol
empapados en alcohol
abrazando a una muchacha.

Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.

Se despertó el bien y el mal
la pobre vuelve al portal,
la rica vuelve al rosal,
y el avaro a las divisas.

Se acabó,
el sol nos dice que llegó el final,
por una noche se olvidó
que cada uno es cada cual.

Vamos bajando la cuesta
que arriba en mi calle
se acabó la fiesta.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

cada vez más oportuno, ayer tuve la oportunidad de ver el documental impunity, DOLOROSO COMO NINGUNO, muchas críticas; y algo cierto este país es un tejido de muertos, sangre, corrupción, PERO TAMBIÉN gente que desde las palabras como tú quiere luchar para que esta humanidad deje de estar impávida frente al teatro de funcionarios públicos de alto nivel y de las élites de poder.

Adriana

Anónimo dijo...

Germanini ataca. Su visión tele-panorámica le permite construir dos hipótesis parciales:



si le hace una gambeta al defensa del equipo contrario que se acerca a derribarlo puede centrar el balón para cabecee Jiraffane, y lograr un tanta a favor, o,
si detiene el ritmo del juego y le demuestra a la multitud que está ahí, no solo para hacer el espectáculo sino para demostrar que los de abajo juegan, hacer un tanto en contra.


Germanini corre, gambetea y justo cuando va a centrar se desconcentra y le quitan la esférica dejando en el aire la sensación extraña de para qué se formulan hipótesis.





JMP

Ana María Ocoró L. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ana María Ocoró L. dijo...

A propósito de lo que publicas, es insólito totalmente que los precios de las comidas que venden en el interior del estadio sean supremamente elevados, ¿Cómo es posible? No encuentro explicación a eso, es verdad que es un mundial y que quizá hayan muchos turistas pero y entonces nosotros ¿qué? ¿tenemos que levantarnos los 20.000 pesos de la gaseosa cuando en un clásico la gaseosa no pasa de 3000? No! no es posible que aparte de que tengamos que aparentar, de que tengamos que parecer una ciudad "limpia" no sólo en cuanto a basuras sino también como lo decías, de gamines y vendedores ambulantes (que a propósito por la época mundialista no existe un solo puesto ambulante a las afueras de cosmocentro), tengamos ahora que aguantar que nos traten dizque como turistas, ja! pues si lo que quieren es sacarle la plata a los turista pues háganloo pero véannos por lo menos la cara de criollos a nosotros.