Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
En estas últimas semanas el vicepresidente, Angelino Garzón ha sido noticia por las opiniones emitidas alrededor de temas como los problemas laborales de la empresa Pacific Rubiales, la nueva metodología y los nuevos criterios para medir la pobreza en Colombia y recientemente, por la captura de un sindicalista en un evento público en la ciudad de Cali.
Que Angelino Garzón señale que ante las paupérrimas condiciones laborales que soportan trabajadores y contratistas en Campo Rubiales, él saldría a protestar, representa un valor democrático consagrado en la Carta Política. Que para muchos resulte inconveniente que la ‘incitación a protestar’ la haga el Vicepresidente de Colombia es una cosa, pero a Garzón, como ciudadano, nadie le puede quitar el derecho a emitir opiniones y más cuando existen factores y hechos reales que comprometen la dignidad humana de los trabajadores en esa parte del país donde se explota petróleo.
Posteriormente, en el caso del cambio de metodologías que el gobierno hizo para calcular y explicar la pobreza, también le cabe razón a Garzón por cuanto detrás de una fría medición o de una cifra, hay seres humanos que sobreviven en condiciones lamentables. El llamado del Vice es al gobierno para que cumpla lo prometido en campaña y que parece que se congeló en el eslogan de la prosperidad democrática.
Para el caso del incidente de captura de un activista político, comprometido con las pasadas protestas de corteros de caña en el Valle del Cauca, hay que decir que el Vice, como hombre de izquierda, actuó motivado por su origen de clase y por su pasado sindical. Y está claro que en Colombia la legítima protesta de los trabajadores es mal vista tanto por el gobierno, como por actores de la sociedad civil, entre los cuales están, por supuesto, los medios masivos de información, que la ven como una acción ilegítima, provocadora y de clara desobediencia al orden establecido.
Por lo anterior, los medios masivos han dedicado horas de grabación y páginas a las expresiones de Garzón, presentando sus intervenciones como equivocadas, exageradas, inconvenientes y hasta de mal gusto, porque muestran claras fisuras dentro del devenir del gobierno de Santos.
Como siempre, la lectura de esos medios es incompleta y en muchos casos amañada, en interés de desacreditar y deslegitimar la acción discursiva (política) del Vicepresidente, y por ese camino, ocultar hechos, decisiones y actuaciones del gobierno de Santos.
Los discurso mediáticos dejan entrever un asunto de clase en relación con el origen social y la actividad sindical del hoy Vicepresidente. Por ello, queda fácil descalificar sus pronunciamientos, que deben verse en el contexto de una débil democracia, poco acostumbrada a que haya expresiones propias de un pensamiento divergente, crítico y también, en un ejercicio político que puede resultar significativo para Garzón en el mediano plazo, cuando se ponga, de verdad sobre la mesa, la reelección de Santos.
Garzón es un político y se comporta igual a todos los políticos profesionales. Es decir, hace demagogia, piensa y propone componendas, es amigo del clientelismo y hace populismo. Lo que pasa es que el populismo de izquierda es mal visto por la prensa colombiana que informa desde los intereses de la derecha, que también hace populismo.
También hay que mirar con cuidado qué buscaba Santos al elegir a Garzón dentro de su fórmula presidencial. Juan Manuel Santos Calderón quiso mandar un mensaje positivo a los maltrechos sindicatos de Colombia al proponer al sindicalista de marras que lo acompañara como Vicepresidente. Sin duda, se trató de una acción con un fino talante electorero, tratando de matizar ideológica y políticamente un gobierno de derecha, que mantenía y mantiene las líneas gruesas del proyecto de derecha que Uribe Vélez encarnó y que entronizó en las estructuras de poder y en las conciencias de millones de colombianos que giraron a la derecha y muchos, a la extrema derecha. Por ello, Santos le puso a Garzón tareas relacionadas con los derechos humanos y la política social, buscando matizar su postura de derecha.
Cuando se toman este tipo decisiones oportunistas y de claro cálculo político, los resultados no siempre son los mejores. Y es claro que Garzón está jugando sus cartas en materia política, pues sabe que Santos lo usó. Quizás el Vice siente que es hora de desmarcarse de un gobierno del que en breve tiempo empezaremos a reconocer errores y actuaciones discutibles.
Las salidas de tono del ex líder sindical son la expresión de un claro enfrentamiento entre lógicas. De un lado van las lógicas de una tecnocracia soportada en los discursos de economistas bogotanos, egresados de la Universidad de los Andes y del otro, la de un político hecho a pulso, que viene de abajo y que se siente maniatado ante el poder avasallador de un proyecto económico y político validado, seguido y evaluado por esa tecnocracia, hincada ante actores claves del sistema mundo capitalista: FMI, BM y BID.
Creo entonces que el equivocado no es Angelino Garzón. Quien se equivocó fue Juan Manuel Santos Calderón al buscar quedar bien con los defensores de los derechos humanos, con la izquierda y con los sindicatos, y buscar, a través del Vice, cooptarlos.
El político vallecaucano tiene aspiraciones políticas. Cree poder llegar a la Presidencia y está actuando en consecuencia, así sea haciendo demagogia y populismo de izquierda.
En estas últimas semanas el vicepresidente, Angelino Garzón ha sido noticia por las opiniones emitidas alrededor de temas como los problemas laborales de la empresa Pacific Rubiales, la nueva metodología y los nuevos criterios para medir la pobreza en Colombia y recientemente, por la captura de un sindicalista en un evento público en la ciudad de Cali.
Que Angelino Garzón señale que ante las paupérrimas condiciones laborales que soportan trabajadores y contratistas en Campo Rubiales, él saldría a protestar, representa un valor democrático consagrado en la Carta Política. Que para muchos resulte inconveniente que la ‘incitación a protestar’ la haga el Vicepresidente de Colombia es una cosa, pero a Garzón, como ciudadano, nadie le puede quitar el derecho a emitir opiniones y más cuando existen factores y hechos reales que comprometen la dignidad humana de los trabajadores en esa parte del país donde se explota petróleo.
Posteriormente, en el caso del cambio de metodologías que el gobierno hizo para calcular y explicar la pobreza, también le cabe razón a Garzón por cuanto detrás de una fría medición o de una cifra, hay seres humanos que sobreviven en condiciones lamentables. El llamado del Vice es al gobierno para que cumpla lo prometido en campaña y que parece que se congeló en el eslogan de la prosperidad democrática.
Para el caso del incidente de captura de un activista político, comprometido con las pasadas protestas de corteros de caña en el Valle del Cauca, hay que decir que el Vice, como hombre de izquierda, actuó motivado por su origen de clase y por su pasado sindical. Y está claro que en Colombia la legítima protesta de los trabajadores es mal vista tanto por el gobierno, como por actores de la sociedad civil, entre los cuales están, por supuesto, los medios masivos de información, que la ven como una acción ilegítima, provocadora y de clara desobediencia al orden establecido.
Por lo anterior, los medios masivos han dedicado horas de grabación y páginas a las expresiones de Garzón, presentando sus intervenciones como equivocadas, exageradas, inconvenientes y hasta de mal gusto, porque muestran claras fisuras dentro del devenir del gobierno de Santos.
Como siempre, la lectura de esos medios es incompleta y en muchos casos amañada, en interés de desacreditar y deslegitimar la acción discursiva (política) del Vicepresidente, y por ese camino, ocultar hechos, decisiones y actuaciones del gobierno de Santos.
Los discurso mediáticos dejan entrever un asunto de clase en relación con el origen social y la actividad sindical del hoy Vicepresidente. Por ello, queda fácil descalificar sus pronunciamientos, que deben verse en el contexto de una débil democracia, poco acostumbrada a que haya expresiones propias de un pensamiento divergente, crítico y también, en un ejercicio político que puede resultar significativo para Garzón en el mediano plazo, cuando se ponga, de verdad sobre la mesa, la reelección de Santos.
Garzón es un político y se comporta igual a todos los políticos profesionales. Es decir, hace demagogia, piensa y propone componendas, es amigo del clientelismo y hace populismo. Lo que pasa es que el populismo de izquierda es mal visto por la prensa colombiana que informa desde los intereses de la derecha, que también hace populismo.
También hay que mirar con cuidado qué buscaba Santos al elegir a Garzón dentro de su fórmula presidencial. Juan Manuel Santos Calderón quiso mandar un mensaje positivo a los maltrechos sindicatos de Colombia al proponer al sindicalista de marras que lo acompañara como Vicepresidente. Sin duda, se trató de una acción con un fino talante electorero, tratando de matizar ideológica y políticamente un gobierno de derecha, que mantenía y mantiene las líneas gruesas del proyecto de derecha que Uribe Vélez encarnó y que entronizó en las estructuras de poder y en las conciencias de millones de colombianos que giraron a la derecha y muchos, a la extrema derecha. Por ello, Santos le puso a Garzón tareas relacionadas con los derechos humanos y la política social, buscando matizar su postura de derecha.
Cuando se toman este tipo decisiones oportunistas y de claro cálculo político, los resultados no siempre son los mejores. Y es claro que Garzón está jugando sus cartas en materia política, pues sabe que Santos lo usó. Quizás el Vice siente que es hora de desmarcarse de un gobierno del que en breve tiempo empezaremos a reconocer errores y actuaciones discutibles.
Las salidas de tono del ex líder sindical son la expresión de un claro enfrentamiento entre lógicas. De un lado van las lógicas de una tecnocracia soportada en los discursos de economistas bogotanos, egresados de la Universidad de los Andes y del otro, la de un político hecho a pulso, que viene de abajo y que se siente maniatado ante el poder avasallador de un proyecto económico y político validado, seguido y evaluado por esa tecnocracia, hincada ante actores claves del sistema mundo capitalista: FMI, BM y BID.
Creo entonces que el equivocado no es Angelino Garzón. Quien se equivocó fue Juan Manuel Santos Calderón al buscar quedar bien con los defensores de los derechos humanos, con la izquierda y con los sindicatos, y buscar, a través del Vice, cooptarlos.
El político vallecaucano tiene aspiraciones políticas. Cree poder llegar a la Presidencia y está actuando en consecuencia, así sea haciendo demagogia y populismo de izquierda.
NOTa: este artículo fue publicado en www.hechoencali.com, a partir de 26 de sept de 2011.
2 comentarios:
Gracias Germán. No se si es correcto ubicar a Angelino Garzón en la izquierda después de sus desvergonzados servicios al uribismo y a todo lo que el uribismo representa. Que él en un momento se haya autocalificado así o que haya pertenecido realmente a la izquierda es otra cosa; pero creo que ya no lo es. Lo que yo observo es una tendencia de cierto sector del sindicalismo (CGT y Angelino) coqueteándole a los EE.UU y a la derecha colombiana.
Un abrazo.
R
Hola mi estimado amigo y politólogo...! Saludos de Gustavo... que cuándo lo vas a matar? (creo que ha durado mucho en boca tuya)...
Frente a la reflexión, estoy de acuerdo en la equivocación de Santos al llamar a Garzón como fórmula vice-presidencial, no porque esté de acuerdo con Santos, sino porque siempre he sido convencido de que los "Frankenstein" nunca han sido buenos y eso fue a lo que le dio vida Santos: a un Frankenstein, que en algún momento se saldrá de control y las cosas -Dios nos ampare- pueden terminar muy mal, porque Garzón, al igual que la famosa Unidad Nacional, no serán fieles por siempre a su creador.
Ejemplos hay muchos, desde la misma novela, pero solo por citar algunos casos te puedo recordar el caso del Deportivo TV Chino, perdón..!, el Deportivo Casi, o mejor, tu equipo, al que no hay técnico que lo arregle porque el problema no es de jugadores, sino de un estatuto que obliga a que se conforme un "Frankenstein" en su Junta Directiva, pues en ella quedan "revueltos" personajes que salen electos de distintas listas. Los resultados están a la vista, pues importan más los odios e intereses particulares y no el prestigio de una institución que algún día fue grande.
De Agelino queda el recuerdo de su protesta social, con la cual es más el daño que ha causado que los beneficios generados. Por qué no recordar los casi 74 mil millones de pesos que está pagando la gobernación porque él no quiso reconocer un fallo de la justicia que lo obligaba a pagar 7 mil millones; es decir, por su culpa y a pesar de las marchas y protestas, se perdieron 67 mil millones y sigue tranquilo como vice...
Dios nos libre de un personaje como estos en la presidencia -es mi opinión- porque los partidos de izquierda solo buscan el apoyo de las personas menos favorecidas a cambio de "un plato de lentejas" y generan situaciones como las que está viviendo Panamá, en donde por una mala política social, decidieron pagarle USD150 a los desempleados en Colón y hoy -lo he vivido en carne propia- no se encuentra quién trabaje en este pueblo que cada vez está más acabado por la suciedad y pereza que dicho subsidio ha causado.
Kenny
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