YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 9 de diciembre de 2011

BUSCANDO EL KARMA RÍO ARRIBA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

El karma de este gobierno ha sido esta maldita Niña, señaló Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia, al ver los desastres de una ola invernal que dejó al descubierto la inoperancia, la incapacidad, la desidia y la ineficiencia del Estado en los órdenes local, regional y nacional.

Los medios masivos, pendientes como siempre de lo que dice el mandatario de turno, recogieron y amplificaron lo dicho por el Presidente, y terminaron, por esa vía, reduciendo los graves problemas de planeación, ejecución y de eficiencia de unas instituciones estatales, cooptadas por mafias y por intereses de particulares que de tiempo atrás vienen deforestando las riberas de los ríos, potrerizando madres viejas y desecando lagunas, entre otras actividades, en las que hay una clara permisividad del Estado, frente a poderosos particulares que vienen impactando negativamente el medio ambiente. Huelga recordar aquí que en su plan de desarrollo, el gobierno de Santos se la está jugando por la locomotora minera, otro factor de riesgo y de alta responsabilidad en el deterioro de ríos y de zonas de especial valor ambiental.

Santos tiene la oportunidad histórica de darle un vuelco total a las maneras como el país piensa la prevención de desastres, la planeación y ejecución de grandes obras civiles (vías y regulación de ríos por vía de la construcción de embalses, de represas), y en general asuntos ambientales que están de fondo en esta catástrofe invernal. Pero Santos opta por reducir dichos problemas, a un problema, a un fenómeno climático, echándole la culpa al fenómeno de la Niña. Le causa más preocupación lo que dice su primo, el ex vicepresidente, Francisco Santos, de él, que la revisión a fondo, por ejemplo, de la política ambiental e incluso, del modelo de desarrollo aplicado hasta el momento.

Pero estoy seguro de que poco hará el Presidente, no sólo por su propia incapacidad y falta de liderazgo, sino porque el Estado colombiano está fragmentado y estructurado sobre mafias regionales, de empleados públicos, clases dirigente y política y empresarios, que han convertido a las CAR y a otras entidades con responsabilidades ambientales, en nidos clientelares, que por largo tiempo han beneficiado a terratenientes, empresas constructoras y fábricas, entre otras, así como a otros agentes privados que están detrás de prácticas agrícolas y urbanísticas responsables de la tala de bosques en altas, medias y bajas cuencas de los ríos que hoy inundan terrenos, barrios y condominios no sólo en Bogotá, sino a lo largo y ancho del país.

La corta mentalidad de alcaldes, gobernadores, directores de las CAR, las prácticas politiqueras de congresistas y políticos de oficio y la yuxtaposición de los intereses particulares sobre los colectivos, están detrás del desastre que hoy vemos a través de los noticieros. Y ni los medios y mucho menos el Presidente están poniendo de presente dichos factores y responsables.

El verdadero karma que sufren hoy los colombianos que sobreviven bajo las aguas de varios ríos, es el de la desidia estatal, de la incapacidad de alcaldes, gobernadores, concejales, diputados, congresistas y de presidentes que han privatizado el Estado y se lo han entregado a mafias de distinto pelambre.

Un país con más de 40 años de atraso en materia de infraestructura vial y un gobierno que insiste en firmar tratados de libre comercio sin mayor preparación, desnuda no sólo viejos problemas de planeación y de innovación en técnicas de construcción de puentes y vías con altas especificaciones técnicas, sino la incapacidad de gobernantes de entender y de manejar de manera sistémica asuntos propios del desarrollo vial, los impactos ecológicos y ambientales que generan obras de gran envergadura, como la construcción de hidroeléctricas, así como la ampliación de las fronteras agrícola y urbanística, responsables del deterioro de los cuerpos de agua que sirven a los ríos para amortiguar sus crecidos cauces, cuando se presentan temporadas de lluvia como la que hoy soportamos.

En este desastre también quedan mal la ingeniería civil y sanitaria de Colombia y en general, las grandes empresas constructoras, a las que sólo les importa construir soluciones de viviendas, sin medir los riesgos de hacerlo en zonas bajas, en antiguos terrenos inundables de ríos y en terrenos cercanos a caños de aguas lluvias sobre los cuales no hay control.

Sólo resta decirle al Presidente Santos y a los medios masivos que los problemas no son exclusivamente del fenómeno de la Niña o del cambio climático. Hace falta planeación y buen gobierno. La política no puede reducirse a la búsqueda de la unidad nacional con miras a legislar para mantener el Establecimiento. Hay que poner la política al servicio del medio ambiente con miras a conseguir un desarrollo armónico con las especiales circunstancias de un país con una geografía compleja, que necesita de un mayor ejercicio de la inteligencia y de una cuota alta de innovación para enfrentar los desafíos geográficos.

El karma que hoy Santos ve en la sabana de Bogotá, debe buscarlo aguas arriba y en los errores cometidos por particulares y por el propio Estado al implementar un modelo de desarrollo a todas luces insostenible.



Nota: publicada en el portal Hecho en Cali, http://www.hechoencali.com/columnas/buscando-el-karma-rio-arriba/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Uribito:



¡Buen día!



Observo que en este artículo, tu capacidad analítica va en sorprendente mejoría (ja,ja,ja). Me gustó mucho, porque es objetivo, aunque como te dijo otro día, creo que deberías ser propositivo también, como remate de la reflexión.



Luis F.

Anónimo dijo...

Uribiño:



¡Buen día!



La condición humana, que cada día se deshumaniza más y torna a su génesis animal, desconociendo sus ancestros. Como bien lo dices, ¿qué esperar de personas así?



Triste destino si no se practica una cultura de la vida por encima de la muerte.



Luis F.