En el escándalo sexual en el que están involucrados varios agentes del servicio de seguridad del Presidente Obama, salen a relucir todo tipo de posturas, explicaciones y denuncias alrededor de lo sucedido. Y por supuesto que se pone de presente la existencia de un servicio, en este caso, el de la prostitución, que en términos del mercado, es perfecto pues la oferta de meretrices se da porque existe una efectiva demanda de consumidores que bien podríamos llamar hombres ‘prostitutos’.
Gracias a los tratamientos periodísticos-noticiosos irresponsables, ligeros, moralizantes y amañados de la prensa colombiana y de la gringa, y a la doble moral con la que solemos ver este tipo de asuntos, lo sucedido se debió a que Cartagena es, de tiempo atrás, un destino turístico en el que la prostitución compite en interés con la rica historia de la Heroica, una ciudad-marca que se vende como un destino turístico inigualable. Es decir, la responsabilidad recae en las autoridades de Cartagena que han sido incapaces de controlar dicha actividad, y en las prostitutas por el hecho de existir y por haber aceptado la invitación de los agentes de seguridad. Nada más falaz y equivocado.
Cuando se habla de la responsabilidad de los señores miembros del cuerpo de seguridad del Presidente Obama, ésta se reduce a un problema laboral, es decir, a un abandono de sus funciones o en la puesta en riesgo de la seguridad del mandatario norteamericano. Se habla, incluso, de agentes, no de Hombres. La condición de Hombre queda relegada o disuelta por el rol de agente o miembro del servicio secreto. Lo curioso es que en ningún momento se cuestiona la actuación de los señores de la inteligencia y del servicio secreto en tanto Hombres prostitutos, es decir, aquellos que buscan la compañía de prostitutas para satisfacer sus apetitos sexuales.
La revista Semana recoge hoy 23 de abril de 2012 el titular y apartes de un artículo publicados en el diario The Washington Post, que dice: “The Washington Post publicó este lunes un fuerte artículo sobre la vida nocturna en Cartagena en el que asegura que la ciudad “está nadando en prostitutas”. Según el diario estadounidense, los agentes estaban “en el lugar perfecto para meterse en problemas”. Es decir, el problema radica exclusivamente en las autoridades de Cartagena y en las mismas meretrices, que terminaron llevando por el camino equivocado a los inocentes señores del servicio secreto. Vaya tergiversación de los hechos y de la realidad.
Existe la prostitución porque existen hombres que requieren o necesitan de este tipo de ‘servicios’, justificados por el alto grado de estrés, como señaló el propio Presidente Barack Obama, o por el simple hecho de ser hombres a los que se les aplaude, o se les justifica este tipo de actividades u otras, porque hacen parte de su ‘naturaleza’, de su condición, que por supuesto sirve para confirmar su papel dominante en una sociedad y en un mundo machistas, en donde lo femenino termina siendo subyugado bien a través de prácticas sociales y culturales legales, ilegales, aceptadas o no, mal vistas o no. Con todo el escándalo, tanto defensores de los derechos humanos, defensoras de las trabajadoras sexuales y hasta feministas salen a pedir que se respete la dignidad de las rameras (incluye a las llamadas prepagos o damas de compañía). Exigen, igualmente, que no sean perseguidas o estigmatizadas. Y eso está bien. Lo curioso es que no se oyen en estos discursos una recriminación directa, abierta y contundente frente a la actitud de los Hombres que demandan la presencia y la existencia de este tipo de servicios y de mujeres.
Autoridades municipales, departamentales y nacionales, medios, periodistas, voceros del gremio hotelero y defensores de los derechos humanos y grupos de feministas caen en el error de no señalar y fustigar el comportamiento de los Hombres que frecuentan este tipo de mujeres, lugares y consumen el servicio de damas de compañía (prepagos), naturalizando de esta forma un actitud varonil que bien podría de calificarse como infantil y animal (primitiva), y que ha servido históricamente para someter y violentar, física y simbólicamente a la mujer y al cuerpo femenino.
En lugar de discutir si Cartagena, New York, Miami, Cali, Manizales o Pereira están nadando en prostitución, deberíamos de preguntarnos y en tal caso, señalar, con toda seguridad, que esas ciudades y otras del mundo, están inundadas es de Hombres cuya animalidad deambula sin control. El asunto no es policivo, ni moral. Es humano, en tanto involucra seres, personas, que por razones económicas y mentales, deciden vivir de este oficio tan antiguo. Y es, por supuesto, cultural, en tanto la prostitución tiene raíces muy fuertes en un tipo de sociedad que ha sido incapaz de señalar como co-responsables del meretricio a los hombres prostitutos, sean estos del servicio secreto del gobierno de Obama, o allegados de ciudades como Cali, Bogotá, o de la propia Cartagena.
1 comentario:
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