YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 11 de mayo de 2012

¿PARA QUÉ PUEDEN SERVIR LAS DECLARACIONES DE MANCUSO?

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Las declaraciones, tardías, de Salvatore Mancuso confirman no sólo viejas sospechas, sino que develan las peligrosas coincidencias ideológicas existentes entre Álvaro Uribe Vélez y el proyecto de los paramilitares, con el que buscaron refundar la Patria políticos y líderes de las AUC, con el apoyo irrestricto de empresarios.  

Esas mismas afirmaciones (¿confirmaciones?) deben de servir para caracterizar las elecciones de 2014 y en general, los escenarios electorales venideros alrededor del comportamiento ético, político y moral de los actores sociales, económicos y políticos que ayer apoyaron y llevaron a Uribe Vélez a la Presidencia, los mismos que hoy están prestos a apoyarlo, nuevamente, para regresar al poder presidencial o en su defecto, para llegar al Congreso.

Lo dicho por Mancuso, más allá de los procesos judiciales que se puedan abrir en contra de Uribe Vélez, debe servir para que la sociedad colombiana modifique sustancialmente sus referentes morales, éticos y políticos con los cuales cada uno de los ciudadanos decida apoyar una determinada opción de poder. Es decir, debe haber un quiebre en las formas tradicionales y en la cultura política con las que los colombianos nos hemos representado y legitimado el poder presidencial y el papel del Estado, si queremos avanzar en la construcción de un país viable, de una Nación decente, tolerante, en la que sea posible distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo legal y lo ilegal, y entre lo legítimo y lo ilegítimo.

Y ese quiebre debe gestionarse desde las universidades y desde otros sectores de la sociedad civil colombiana, que no comparten la cooptación mafiosa y criminal de la política, de lo político, de la institucionalidad estatal y de los valores ciudadanos, que lograron los amigos del paramilitarismo que hoy señala Mancuso. Y sobre todo la Universidad porque se supone que es el escenario idóneo en donde se construyen las reflexiones, explicaciones y análisis del complejo mundo social y donde se forman no sólo profesionales, sino ciudadanos.

Por ello, la Academia,  los sindicatos y algunas instituciones del Tercer Sector, entre otros, debemos estar prestos a develar los apoyos económicos y políticos que Uribe Vélez reciba en el eventual caso de que decida lanzarse a la política, con el firme propósito de regresar a la Casa de Nariño.

Será inaceptable que la Academia termine validando el crimen, la penetración paramilitar y la paramilitarización de los valores ciudadanos, guardando silencio y haciéndose cómplice de una tercera administración de Uribe e incluso, de su regreso a la política a través de la representación política y ciudadana que está detrás de una curul.

No estamos, pues, únicamente ante un reto judicial y político para la Fiscalía, el Congreso y la Corte Suprema de Justicia. No. Estamos, entonces, ante la posibilidad de confirmarnos como un Estado cooptado por la ilegalidad y la criminalidad, como un país bárbaro y una Nación en la que los mínimos valores humanos y democráticos cedieron ante el asedio del crimen y de la intolerancia.

Será inaceptable, moral, ética y políticamente, que los grandes empresarios que apoyaron a Uribe en los dos eventos electorales de 2002 y 2006, decidan sostener económicamente su nueva aventura de reconquista del poder. Estaríamos ante la legitimación del paramilitarismo y la confirmación de que dicho fenómeno de violencia política tiene anclajes ideológicos, culturales, sociales, políticos y económicos que lo convierten en un asunto que compromete la viabilidad de una Nación condenada a vivir en un eterno estado de salvajismo.

Debemos, entonces, movilizar esfuerzos en todos los sentidos y ámbitos, para exigir a las élites y a los sectores societales que ayer guardaron silencio ante los desastrosos ocho años de Gobierno de Uribe Vélez, que no apoyen el regreso del ex presidente antioqueño, porque hacerlo se convierte en un afrenta contra la democracia, pero en especial, porque elevaría el paramilitarismo a un valor ciudadano y político, y por esa vía, convertiría al Estado-nación en un actor criminal, proclive al crimen y a la barbarie.

Hay que insistir desde ya en que lo expresado por el criminal Salvatore Mancuso trascienda la calentura política y mediática, para que los sectores críticos y los ideológicamente alejados del paramilitarismo, puedan construir caminos alternativos al que paramilitares, Uribe, empresarios, medios de comunicación, congresistas y demás servidores públicos nos impusieron, desde 2002, como el único viable y posible para un país con un eterno conflicto armado interno.

En cada uno de nosotros reposa la responsabilidad de rechazar a gritos las decisiones políticas que tomen diversos actores de la sociedad civil en las elecciones de 2014. No se trata ya de una lucha electoral por alcanzar el poder político. El reto es mayúsculo: reinventar la política, defender las diferencias discursivas, la democracia y el Estado social de derecho y proscribir la combinación de las formas de lucha que varios sectores de derecha vienen haciendo por mantenerse en el poder, y que cada vez más los acerca a la barbarie.

Nota: está por saberse por qué Mancuso decidió hablar hoy y por qué no lo hizo antes. Publicado en el portal http://www.nasaacin.org/, http://www.nasaacin.org/attachments/article/3974/para%20qué%20pueden%20sirven%20las%20declaraciones%20de%20Mancuso.pdf

1 comentario:

Leonardo León R. dijo...

Estimado Profesor:

Yo tengo que declararme muy de acuerdo con lo que expone en este artículo, como en tantos otros, en los que la línea de su discurso clama ante todo, por una acción ciudadana que nos permita hacer frente a tanto desparpajo en la vida del país. Sin embargo, a cada noticia y suceso que año tras año veo, me pregunto cada vez más, si no será que fenómenos como los del paramilitarismo y el Uribismo -por decir algo- se pueden dar en nuestro país por el simple hecho de que los valores que tenemos como legítimos son estos (los de pasar por encima de todo en nombre de nuestro interés), y no los que Usted clama?
Pienso algunas veces que, por simple observación cotidiana, todos los que piensan de la forma que lo hace Uribe Vélez -por ejemplo- son, definitivamente, muchos más que los que no compartimos sus argumentos, puesto que la Universidad, la Ciudad, el Barrio e incluso la Casa de muchos, tienen, en su escala, el mismo comportamiento que el país en manos de esta gente… ¿se ha planteado que en relación a Colombia, los que disentimos de esta suerte de cosas, estamos equivocados de lugar?
Con todo respeto, lo que busco es un poco de esperanza.

Leonardo León Rodríguez.