YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 30 de julio de 2012

LOS EFECTOS DE LAS EMPRESAS MEDIÁTICAS Y ENCUESTADORAS

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Con la reciente encuesta de opinión[1], tanto las empresas encuestadoras, como los medios masivos que difundieron los resultados, demuestran su interés de mirar no sólo la siempre volátil y discutible opinión de los colombianos a los cuales se les aplica la encuesta[2] y a los millones a los que se les universalizan unas cuantas percepciones, sino de graduar al señor Uribe Vélez como el gran opositor del actual presidente de Colombia y el líder que el país necesita (extraña).  

Pasados apenas dos años del fin de un largo gobierno que ejerció el poder intimidando a sus detractores, a sus críticos, a medios y periodistas y que logró reducir la política y su sentido público y colectivo, el país, por cuenta de las empresas mediáticas y encuestadoras, hace que una opinión pública desinformada, añore un pasado tenebroso (chuzadas, falsos positivos y corrupción política) en el que el Estado social de derecho pudo ser remplazado por el Estado de opinión.

La compleja política colombiana y el enmarañado contexto que nos entrega una democracia con una débil institucionalidad y un Estado que como orden político y social deja mucho que desear, terminan planteándole a la opinión pública un problema político y electoral de gran envergadura: la continuidad de Santos o el regreso de Uribe (del uribismo como apuesta ideológica).

Los dos escenarios exhiben los intereses y las apuestas de empresarios, banqueros, militares, académicos, Iglesia Católica y otras iglesias, partidos políticos y poderes regionales de todo tipo.

Quienes le apuestan al regreso de Uribe Vélez, así sea en cuerpo ajeno, le apuestan a un régimen autoritario, a una democracia a la medida de empresas demoscópicas y medios masivos que entre el 2002 y el 2010, hicieron todo para ocultar los desaciertos en materia económica, las violaciones de los derechos humanos cometidos por la aplicación de la discutida política de defensa y seguridad democrática.

Desean un país que regrese por las sendas del conservadurismo cultural y que enarbole y fije con fuerza las banderas de sectores godos, enemigos de la Constitución de 1991.

Pareciera que el planteamiento que reduce los problemas del país a la continuidad a Santos (reelección en 2014) o el regreso de Uribe o del uribismo, estuviera sostenido en grandes diferencias en materia económica. En esta materia las diferencias son muy pocas entre el pasado que hoy se anhela y el presente que aparece mal evaluado en los resultados de la reciente encuesta de la Gran Alianza de Medios.

La búsqueda de más inversión extranjera, sin control alguno, es compartida tanto por Uribe y Santos. En esa búsqueda, los dos acabaron con la institucionalidad ambiental debilitando al máximo las instituciones que se crearon en el marco de la Ley 99 de 1993. La locomotora minera de Santos arrastra las intenciones de someter la biodiversidad a la explotación de oro, madera, coltán y carbón, que ya había iniciado su antecesor. 

Las diferencias entre los regímenes de Santos y del ex presidente antioqueño pueden estar relacionadas con varios temas o problemas, a saber:

1. Un problema de estilo. Mientras que Santos gobierna depositando la ejecución de su plan de gobierno en sus ministros,  Uribe lo hizo desde su bien fundado carácter megalómano y autoritario, con el que da la impresión de ser el único capaz de tomar decisiones y de hacer las cosas bien.

2. Un problema de representación. Mientras que Uribe Vélez representa a sectores emergentes, bajo un ethos cultural en donde sobresalen prácticas mafiosas, clientelares y para institucionales, Santos Calderón representa el linaje de una élite, en especial la bogotana, que cree que basta con las buenas maneras, la diplomacia, el aplomo, la tradición, la seriedad, la astucia y el pragmatismo para gobernar un país cuyos graves inconvenientes apenas si son temas de conversación en exclusivos clubes de la capital del país.

3. El empobrecimiento de la política. La labilidad de los partidos políticos, convertidos cada vez más en carteles del clientelismo, arrastra la exigua capacidad e inteligencia de los políticos (congresistas), que prefieren entregar el liderazgo y la necesidad de discutir asuntos públicos a quien desde un negativo liderazgo, se presente como un Mesías. Incapaces de liderar una oposición con diferenciadas propuestas de gobierno, dejan la discusión de asuntos de Estado y públicos, a quienes desde sus particulares intereses, los reducen a un asunto de personalidades megalómanas.

4. La Academia silente y distante. Por miedo, incapacidad, desinterés y por evidentes prácticas acomodaticias, la Universidad aporta un enorme grano de arena a la crisis de la política y del sentido de lo público que debe acompañar la discusión alrededor del devenir de un gobierno y del propio Estado. Una Universidad que viene dando la espalda a los problemas del país termina validando cualquier propuesta política e ideológica de gobierno, mientras le mantengan condiciones aceptables de operación. Y funciona así tanto para establecimientos educativos estatales como privados.

Así las cosas, la discusión política y preelectoral se reduce a la existencia y a la presencia de dos ‘modelos’ de ejercicio político y de liderazgo, que claramente resultan insuficientes para que desde el concentrado poder presidencial, se logre convocar a empresarios y banqueros, entre otros sectores de la sociedad civil, para discutir, por ejemplo, un eventual proceso de paz con los grupos subversivos e incluso, para revisar circunstancias históricas como la concentración de la riqueza, aumento de las condiciones de miseria y exclusión política, entre otras.

Resulta lamentable que por cuenta de las empresas encuestadoras y por un ejercicio empobrecido y acomodado del periodismo, los colombianos presenciemos la reducción del espectro ideológico y político a la existencia de dos líderes políticos que no representan los intereses colectivos ni las aspiraciones de las grandes mayorías.

Esa ha sido la constante en un país politizado por las prácticas clientelistas, en el que la política se descentró de los imaginarios colectivos hasta tal punto, que ella, como posibilidad, quedó reducida no sólo a las acciones individuales de algunos congresistas y líderes de opinión, sino al ejercicio de líderes que, aferrados al poder, buscan perpetuar un Establecimiento que los puso allí para garantizar los privilegios a unos pocos.

Nota: publicada en el portal www.nasaacin.org.com, http://www.nasaacin.org/attachments/article/4478/Los%20efectos%20de%20las%20empresas%20mediáticas%20y%20encuestadoras.pdf


[1] Medios como la FM, RCN radio, Revista Semana, Noticias RCN, contrataron a la firma Ipsos Napoleón Franco.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Germán la gente en nuestro país sigue siendo cándida, es por eso que muchos anhelan que el ex presidente Uribe regrese al poder, porque hay quienes ignoran todas las fechorías que se perpetraron durante este gobierno....

Anónimo dijo...

Hola Uribito.



Lo dicho: los medios hacen lo que les da la gana y sin control. Desvían la atención de lo esencial a lo banal.



Luis

Anónimo dijo...

Antagonismos mentiros y dañinos.Las encuestas se hicieron para mentir,sobre todo, en Política. Esos HP´s siguen promoviendo a Uribe.Cuánto pagaron por los resultados ???


Rodrigo