YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 3 de octubre de 2012

LA SALUD DE SANTOS, PODER Y MEDIOS

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


El anuncio público del Presidente Santos en torno a los problemas de salud que afronta, no sólo exhibe altos niveles de responsabilidad política con la nación y con los otros poderes públicos, sino entereza y madurez, desde la perspectiva masculina, para desnudar que el lugar de su padecimiento es la próstata, circunstancia esta que genera especial interés en una sociedad que aún recorre los caminos del machismo.

De igual manera, ese mismo informe médico generará en el mediano plazo unas especiales circunstancias políticas y electorales en el contexto de las elecciones de 2014, en donde se da por descontado que Santos buscará la reelección.

El reconocimiento público de que Santos padece cáncer de próstata afecta inmediatamente el escenario preelectoral que ya lo había agitado el ex presidente Uribe Vélez cuando lanzó lo que sería la plataforma ideológica de su nuevo movimiento político al que llamó Puro Centro Democrático.

A pesar de los buenos deseos de su más enconado detractor y opositor ideológico y político, Santos sabe que el problema de salud que lo aqueja hoy, puede mañana ser utilizado como argumento político para invalidar su pretensión de hacerse reelegir. Es decir, sabe que hay sectores de poder que buscarán generar sensaciones y miedos cercanos a un no esperado vacío de poder, ante la incapacidad que a futuro pueda presentar para continuar al frente del Estado. Todo dependerá de los controles médicos que descarten que las células cancerígenas aparezcan de nuevo.

A lo anterior se suma la precaria salud del vicepresidente Angelino Garzón, quien está presto a remplazar a Santos, situación que no es bien vista por sectores políticos  del Congreso y en otras esferas de la sociedad colombiana, por el pasado ideológico de Garzón y por los serios quebrantos de salud que afronta hoy. En esta coyuntura se combinan estos elementos para decirle no al remplazo del Presidente, así sea por unos días.

De cualquier forma y a pesar de los positivos anuncios de los galenos que atienden al Presidente Santos, en términos de que el problema del cáncer pueda cesar con la intervención quirúrgica practicada hoy 03 de octubre de 2012, lo cierto es que el escenario preelectoral nuevamente se agita. Y se agitará aún más puesto que los rivales políticos de Santos y los oportunistas de siempre, estarán atentos a la evolución de la salud del primer mandatario.

Sin duda, tanto la salud de Santos Calderón como la de Angelino Garzón son asuntos de Estado y así lo entiende el Presidente, mas no su segundo a bordo, quien a regañadientes aceptaría ser evaluado por un equipo médico interdisciplinario. Así las cosas, estos hechos humanos suscitan no sólo un interés político, sino el interés mediático, que de forma natural genera un asunto como este, desde la perspectiva de los criterios de noticiabilidad. El escenario mediático, entonces, será definitivo de cara al proceso electoral de 2014.
La importancia política y electoral que la salud del Presidente tiene, ameritó que EL ESPECTADOR le dedicara el editorial de la edición del 02 de octubre. En dicho editorial se señala que  la coyuntura nos plantea, otra azarosa coincidencia, un panorama nada favorable: Angelino Garzón, vicepresidente de la República, se encuentra aún convaleciente del accidente cerebrovascular del que fue víctima hace algunos meses. ¿Cómo proceder cuando las dos plazas más altas del Ejecutivo están, si no vacías, bajo una sombrilla de incertidumbre por cuenta de dos enfermedades medianamente graves? No se sabe. Esos criterios aún no se han definido bien, pese a que existan reglas amplias que regulan el tema. Por fortuna, para bien de todos, ambos parecen tener un horizonte asegurado. Sin embargo, este no es un asunto que deba dejarse a la suerte, menos cuando tenemos tantas pruebas de que un gobernante puede ser víctima de una enfermedad grave. No resta más que desear al presidente Santos una pronta recuperación. Es una lástima que cuando ha destapado, por fin, sus cartas más fuertes de ejecución real, le caiga esta enfermedad como por cosas de un amargo destino. Si todo sale bien (y ojalá así sea) el presidente podrá reasumir sus funciones en un tiempo muy breve. Conviene, sin embargo, que a la par de su recuperación se comience a llenar el vacío que existe en caso de que la suerte no les sonriera tanto, a él, a su vicepresidente o a cualquier sucesor de los dos[1].
Sin duda, hay de fondo un asunto de poder que para democracias no consolidadas como la colombiana, resulta de especial interés por todo lo que se juega frente unas débiles instituciones democráticas, que  ante un vacío de poder por la ausencia temporal o definitiva del Presidente de la República, son presa fácil de grupos de interés que pueden buscar, en esa coyuntura, afectar el orden establecido.
Mientras que editorialmente la prensa se ocupa del hecho noticioso, es importante que los medios masivos hagan un tratamiento periodístico alejado de especulaciones tal y como se dio con el caso de la supuesta enfermedad del presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías. Además, los medios deben evitar a toda costa abrir espacios a tratamientos morbosos e inadecuados. Ya veremos cómo procede el periodismo colombiano.

Nota: la aparición de la enfermedad bien podría servir para que el Presidente entienda que su pronto tratamiento e intervención quirúrgica se deben bien a su condición de Presidente y no a una práctica eficiente del sistema de salud que hoy existe en Colombia. Los largos y enredados procesos administrativos que deben soportar los colombianos con cáncer y otras penosas enfermedades, debido a que tienen un sistema de salud perverso y en crisis, se convierten en un padecimiento más de los pacientes.

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