Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Varios medios masivos de
comunicación y redes sociales como Twitter
recogieron voces de protesta por la decisión del Gobierno de Santos de
vender Isagén al fondo canadiense Brookfield[1].
El “malestar” social y político
por la venta de la rentable empresa estatal llega a tal nivel de crispación,
que tuiteros y cientos de miles ciudadanos sentenciaron que dirán NO al
plebiscito por la paz al que seremos convocados próximamente.
Después de una rápida lectura a
las reacciones de esos colombianos “molestos” por la venta o enajenación de dicha empresa
pública, puede uno sumarse y para cuando
llegue el momento, votar negativamente y en contra de los acuerdos de La
Habana. Pero si aguardamos un momento, respiramos profundo y sobre todo
separamos los dos asuntos, quizás entonces aquellos que hasta hace unos días
dijeron que respaldarían con el SI lo que el Gobierno y las Farc acuerden en
Cuba, puedan recapacitar y no terminen dejándose llevar por el “malestar” que
parece producir la ya cerrada transacción financiera con Brookfield.
Las consideraciones financieras y
los conceptos jurídicos emitidos por expertos que señalan que el Gobierno de
Santos acaba de cometer un enorme error al vender Isagén, no pueden exponerse
como argumentos para negar en las urnas lo que se negocie en La Habana.
Olvidan quienes hoy protestan por
la venta de Isagén que quien hoy está a punto de firmar el fin del conflicto
armado interno con las Farc es un político neoliberal. Santos[2], al
igual que Uribe[3], entre otros, siguen la
línea política que señala que el Estado debe reducirse en su tamaño y facilitar
las condiciones para que el gran capital circule, actúe y domine. Es decir, lo
que se necesita es un Estado mínimo, precario y lábil justo a las medidas de
los intereses de una élite y una burguesía mezquinas, que le hacen el juego al
Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial.
¿Por qué entonces molestarse hoy
con una doctrina económica seguida a pie juntillas por todos los Presidentes
colombianos? Por qué hacerle el juego a la Derecha, al Centro Democrático y a
otros que no apoyan el Proceso de Paz con las Farc, revolviendo dos asuntos que
si bien guardan relación sistémica, mezclarlos en la actual coyuntura terminaría
afectando un propósito mayor: ponerle fin a la guerra y empezar a transitar los
difíciles caminos de la paz y de la reconciliación.
Esas enérgicas protestas y esa
aparente molestia social deberían de conducirse y canalizarse hacia los factores
y actores reales de poder que han facilitado históricamente la imposición de la
doctrina neoliberal, al tiempo que se benefician de la debilidad estatal. El
problema no es Juan Manuel Santos. El asunto problemático de fondo está en la
clase dirigente, en la burguesía y en las élites de poder que simplemente ponen
en la Presidencia a quien de manera precisa cumpla con sus orientaciones
económicas y mantenga sus privilegios de clase. Pastrana, Uribe y Santos, entre
otros, son apenas fichas y marionetas del sistema financiero nacional e
internacional.
Así entonces, no podemos en
momentos de crispación desechar y oponernos a la oportunidad que tenemos de
ponerle fin a un degradado conflicto armado interno. Ya veremos qué razones
expondrán economistas y políticos para impedir que el Estado actúe de acuerdo
con las características estipuladas en la Carta Política, cuando ya no haya
conflicto armado interno.
El actual sometimiento de la
política a los mandatos de la economía de mercado puede revertirse en las
urnas, cuando llevemos al Estado, en sus ámbitos nacional, regional y local, a
mandatarios que no sigan a pie juntillas y de manera obtusa las
“recomendaciones” de organismos multilaterales al servicio del sistema
financiero internacional.
Es allí, en las urnas y cuando
debamos definir quién gobernará, el momento de sacar acumulados malestares
sociales y políticos para transformar el Estado, el mercado y la sociedad, de
acuerdo y acorde con las condiciones y circunstancias contextuales internas.
Por ahora, y ante el cierre de la
venta de Isagén, lo que debemos hacer es vigilar de cerca la inversión de esos
recursos y denunciar a tiempo y ante los jueces los actos de corrupción que se
produzcan en la financiación de las obras de infraestructura y en las
inversiones de los cuantiosos recursos obtenidos por la venta de la energética.
No olvidemos que el posconflicto
necesitará de grandes inversiones económicas y transformaciones
institucionales. Empecemos por exigir a los grandes ricos que paguen al fisco
lo justo y que dejen de ponerle “conejo” a la DIAN y al país. Hay que protestar
contra aquellos que de manera mezquina evaden impuestos, en especial quienes
desde instancias de poder político vienen haciendo “oposición” al Gobierno de
Santos y por esa vía, obstinadamente se
oponen a la firma del fin del conflicto armado interno. Me pregunto: ¿Uribe
Vélez y sus hijos evaden impuestos? La misma pregunta para Sarmiento Angulo y
familia, entre otros y otras.
Imagen tomada de NoticiasCaracol.com: https://www.google.com.co/search?q=fotos+venta+de+isagen&espv=2&biw=1024&bih=636&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwin_sf23rPKAhXBXB4KHZTqCCgQ_AUIBygC#imgrc=_
[1] Véase: http://www.semana.com/economia/articulo/isagen-brookfield-adquiere-la-empresa-generadora-de-energia/456478-3
[3] Recomiendo leer esta columna: http://www.semana.com/opinion/articulo/por-que-el-centro-democratico-no-es-oposicion-opinion-joaquin-robles/456420-3
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