Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
El comunicado[1] con
el cual la dirigencia de las Farc-EP confirma y enfrenta el ‘conato’ de
disidencia de guerrilleros miembros del Frente Primero, Armando Ríos, nos debe
llevar a pensar en varios asuntos que bien podrían afectar no solo los anhelos
de paz que el Proceso de Paz de La Habana ha logrado activar en los marcos
mentales de millones de colombianos, sino la exigida y esperada superación de
la doctrina de la seguridad nacional con la que el Estado colombiano combatió,
apelando a todas las formas de lucha, a un enemigo interno circunscrito[2] desde
hace ya varios años atrás a la presencia armada de las Farc y el ELN.
Una vez las Farc-EP se
transformen en partido político, las disidencias, tempranas o tardías, deberán
ser enfrentadas por las Fuerzas Militares con una mediana claridad: no se trataría, en estricto sentido, del
viejo enemigo interno, sino en una facción política y militarmente débil.
Bajo ese principio, las acciones de guerra a emprender no pueden estar
permeadas por consideraciones políticas que promuevan, en esos grupos
disidentes, la búsqueda de espacios políticos que, prolongados en el tiempo,
lleven al país, en unos 5, 10 o 20 años más, a reclamar y vivir nuevos procesos
de paz.
Igualmente, los sucesivos
gobiernos de la posguerra[3] deberán
seguir dicho principio, para evitar otorgarles estatus político a dichas
disidencias. El país no puede prolongar en el tiempo la búsqueda y la consolidación
de la paz. Y es así, no solo en términos de que el monopolio de las armas debe
estar en el Estado, así se mantengan al margen de la ley[4]
disidencias de las Farc, sino en términos del desgaste que supone negociar cada
cierto tiempo con un grupo armado ilegal que exhiba algún poder territorial y
militar. Y mucho menos, cuando en el ya señalado comunicado, las Farc advierten
que dicha disidencia se daría más por consideraciones económicas[5], que
políticas.
Así entonces, las Fuerzas
Militares deberán someter militarmente a esos grupos disidentes bajo renovados
principios de eficiencia, eficacia y efectividad. No está el país para soportar
errores tácticos y operacionales y mucho menos permitir y aceptar que el
negocio de la guerra continúe como expectativa de vida tanto para los mandos
militares, unidades operacionales, como para los llamados Señores de la Guerra que esperan agazapados, en disímiles sectores
de poder, a que el conflicto armado continúe. Lo que se debe evitar es que el
negocio de la guerra y la corrupción dentro de las filas castrenses, se pongan
por encima de los objetivos operacionales que se deberán trazar para someter
militarmente a esos eventuales grupos disidentes de las Farc.
Una vez firmado el fin del
conflicto armado con las Farc -y ojalá con el ELN-, dicha nomenclatura deberá
ser proscrita del discurso político. Quizás llegue el momento en que debamos
hablar de “nuevas guerras, escenarios de
violencia de la posguerra, o formas de violencia prepolítica”, pero no
puede el país extender indefinidamente la finalización de un conflicto armado
que, a juzgar por los avances de las negociaciones en La Habana, se reduce al
mantenimiento en pie de guerra del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Ahora bien, es claro que esas
nuevas circunstancias políticas y militares en las que en adelante se asumiría
la tarea de someter a las tempranas o tardías disidencias de las Farc, podrían
afectar el estatus político-militar del ELN, grupo con el que Gobierno de
Santos busca poner en marcha la etapa pública de una pre negociación política
intermitente y llena de obstáculos, cuyas responsabilidades son compartidas
entre el COCE y el propio Establecimiento. Ese es un riesgo que el ELN[6] no
debería de correr, de allí el llamado desde esta tribuna, para que se avance en
la negociación política. El actual momento histórico que vive el país no está
para dilaciones y posturas dogmáticas.
De otro lado, vale la pena
destacar del contenido del Comunicado sobre el Frente Primero, el
evidente compromiso del Estado Mayor y del Secretariado de las Farc con el
Proceso de Paz de La Habana y con alcanzar el fin del conflicto armado. Aunque
no despeja del todo las dudas sobre la Unidad de Mando, en dicho documento
queda claro que cualquier disidencia no podrá soportarse en las banderas y
mucho menos en el proyecto político-militar de las Farc.
En el
señalado comunicado se lee lo siguiente: “Si los mandos y combatientes involucrados tienen el deseo de lanzarse a
una aventura incierta, les corresponde hacerlo tomando un nombre distinto al de
las verdaderas estructuras de las FARC-EP. De ese modo dejarían de crear
confusión en la opinión pública y de facilitar renovadas y calumniosas razones
a los sectores de extrema interesados en la continuación de la
guerra. Obrando como proceden, esos antiguos mandos y combatientes de las
FARC-EP no sólo adoptan un temerario comportamiento contrario las
determinaciones de la Dirección Nacional de las FARC, sino que chocan
frontalmente con los anhelos de paz que anidan en el corazón del pueblo
colombiano. La paz es y seguirá siendo una bandera de los verdaderos revolucionarios[7]”.
Habrá que
esperar qué sucede con el diálogo que alias Pastor Alape, miembro de la
dirigencia de las Farc, señaló que sostendrá con el grupo de guerrilleros
adscritos al Frente Primero que desconoce[8] lo
acordado en La Habana.
Imagen que acompaña el comunicado emitido por la dirigencia de las Farc. http://www.pazfarc-ep.org/comunicadosestadomayorfarc/item/3490-comunicado-sobre-el-frente-primero-armando-rios.html
[1] Véase: http://www.pazfarc-ep.org/comunicadosestadomayorfarc/item/3490-comunicado-sobre-el-frente-primero-armando-rios.html
[2] Dadas
las exitosas negociaciones de paz con grupos guerrilleros como el M-19, el Quintín
Lame, el PRT y el EPL. Aunque hubo disidencias en el EPL que continuaron en
guerra, no podemos olvidar el caso del grupo disidente que se dio al interior
del ELN y que buscó reinsertarse en la vida: la Corriente de Renovación
Socialista.
[3] Escenario pensado y sustentado en la
desmovilización de las Farc y del ELN.
[4]
Incluye a los grupos neo paramilitares o bacrim y otras agrupaciones.
[5] En el
comunicado se lee: “El sector de
mandos y combatientes del Primer Frente que decidió renegar de sus principios,
apela a argumentaciones ideológicas y políticas a fin de ocultar la evidente
influencia de intereses económicos opuestos a la terminación del conflicto. El
conocimiento de lo acordado en la Mesa de La Habana fue negado y tergiversado a
los guerrilleros de base por los mandos implicados”. Tomado de http://www.pazfarc-ep.org/comunicadosestadomayorfarc/item/3490-comunicado-sobre-el-frente-primero-armando-rios.html
[6] Véanse estas columnas: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/02/y-el-proceso-con-el-eln.html;
http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/05/la-justicia-revolucionaria-del-eln.html
http://conlaorejaroja.com/a-que-juega-el-eln/
2 comentarios:
En este proceso de paz y de cara a la firma del acuerdo definitivo, la disidencia debe ser esperada, pero no hay que negar que es un obstáculo en el proceso, ¿qué tan grande y significativo? ehhh ahí el asunto
En este proceso de paz y de cara a la firma del acuerdo definitivo, la disidencia debe ser esperada, pero no hay que negar que es un obstáculo en el proceso, ¿qué tan grande y significativo? ehhh ahí el asunto
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