YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 8 de febrero de 2010

CON URIBE: ¿DEMOCRACIA RADICAL O FANTASÍA DEMOCRÁTICA?

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Vivir en democracia quizás sea uno de los retos económicos, sociales, culturales y por supuesto, políticos, más grandes que tiene hoy la sociedad humana en su conjunto. Y es así en la medida en que a pesar de la compleja condición humana, la democracia debería servir para desechar cualquier intento de revivir regímenes autoritarios, despóticos o dictaduras, que de alguna manera confirmen que de esa condición humana es posible esperar lo más sublime, pero también lo más degradante y execrable.

En la democracia no sólo se define quién decide o cómo se decide, sino que es importante preguntarse qué se decide y para qué. La democracia no puede reducirse a un asunto procedimental y menos aún, reducirla a las maneras más o menos aceptadas para que un evento electoral discurra en condiciones normales.

Una democracia, entendida exclusivamente desde lo procedimental, desde las circunstancias regladas, deja por fuera la acción constitucional y con ello, se pierde la posibilidad de controlar el poder del Estado, e incluso, de un Mandatario en el contexto de un régimen presidencialista. Para el caso colombiano, se necesita avanzar institucionalmente, en mecanismos jurídicos y políticos que permitan controlar, por ejemplo, a un presidente como Uribe que en su accionar, deliberadamente, socava el equilibrio de poderes, connatural a la democracia, a través del ejercicio del clientelismo y el populismo mediático, que le ha permitido acuñar el concepto de Estado de Opinión y sugerir que con él se supera el Estado social de derecho.

Con Uribe ha sido posible que el ejercicio político de la democracia, no necesariamente esté soportado en el espíritu de la Constitución en aras de lograr el bienestar general. Y es así, porque la acción estatal, desde 2002, ha estado encaminada hacia la consolidación de sectores poderosos, externos e internos, que históricamente no han permitido profundizar la democracia en términos de garantizar derechos, libertades y condiciones legítimas de vida digna para las amplias mayorías, asociadas a un territorio, a una nación, a un Estado social de derecho.

Vivir en democracia obliga a pensar en la Constitución política que le da vida al régimen democrático y que de manera natural genera tensiones entre aquella y la Carta Magna, en la medida en que la última es garante de derechos y libertades, y el régimen democrático, está teleológicamente pensado para profundizar esas garantías constitucionales, haciéndolas efectivas y reales en los distintos escenarios humanos; por su parte, el Estado debe garantizar que lo expresado en la Carta Política se cumpla de manera precisa, buscando para sí, ampliar la legitimidad necesaria para hacerlo viable y creíble, y de esta forma, lograr que la democracia, real y profunda, se entronice en la ciudadanía de tal forma que sea el único régimen político deseable dentro de los imaginarios individuales y colectivos.

Un régimen político democrático que transcurra al margen de los derechos humanos, de su cumplimento, y de su extensión, no puede llamarse una democracia real, seria y profunda. Será un remedo de democracia. De igual manera, aquel régimen democrático que no avance en la necesidad de limitar el poder del Estado, o de aquellos sectores sociales, económicos y políticos, tradicionalmente opuestos a la profundización de la democracia, será un simple holograma y una muestra fehaciente de la complejidad de la condición humana. La Constitución y del mantenimiento de su rigidez, deben servir para limitar el poder del Estado y de aquel mandatario que ponga en marcha procesos involutivos en materia de equilibrio de poderes, aseguramiento social y en general, en la ampliación de la legitimidad estatal. En Colombia, Uribe ha trabajado en la construcción de una fantasía democrática diseñada para mantener condiciones históricas de inequidad, asegurando el ejercicio interesado de ciertos sectores poderosos, especialmente en lo político y en lo económico, que hoy lo tienen ad portas de un tercer periodo presidencial, o en su defecto, la continuidad de un modelo económico y político abiertamente antidemocráticos. Le vendría bien al Presidente leer la propuesta de democracia radical de Chantal Mouffe[1].

Por ello, en las actuales circunstancias electorales, pero especialmente por la difícil decisión que deberá tomar la Corte Constitucional, en relación con la exequibilidad o no de la ley que dio vida al referendo reeleccionista, es bueno pensar para qué se modificó la Constitución y qué hechos claros y concretos exhibe Uribe en materia de profundizar la democracia. La respuesta está en cada uno de los ciudadanos, especialmente en los que están habilitados para votar.

[1] El concepto de democracia radical expuesto por Chantal Mouffe, señala que ella, la democracia radical, “…exige que reconozcamos las diferencias: lo particular, lo múltiple, lo heterogéneo, y, en efecto, todo aquello que ha sido excluido del concepto de hombre en abstracto. El universalismo no se rechaza, antes bien, se particulariza; y surge la necesidad de una articulación nueva entre lo universal y lo particular… Si la tarea de la democracia radical es realmente la profundización en la revolución democrática y la vinculación de diversas luchas democráticas, una tarea de esa índole requiere que se creen nuevas posiciones del sujeto que permitan una articulación común de, pongámonos por caso, el antirracismo, el antisexismo y el anticapitalismo. Puesto que estas luchas no convergen espontáneamente, para establecer equivalencias democráticas se requiere un nuevo <> que permita transformar la identidad de los diferentes grupos de manera que sus reivindicaciones puedan articularse entre sí de acuerdo con el principio de la equivalencia democrática. El proyecto de una democracia radical y plural, por el contrario, precisa de la existencia de la multiplicidad, de la pluralidad y del conflicto, en los que ve la razón de ser de la política”. MOUFFE, Chantal. La Democracia radical, ¿Moderna o posmoderna?. Las Incertidumbres de la Democracia. Compilador Pedro Santana R. Bogotá: Ediciones Foro Nacional por Colombia, 1995. páginas 287-303.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Uribito:

¡En horabuena!

Un abrazo,

Luis F

Anónimo dijo...

Profe a mi me late que Uribe tiene afán por agarrar a Cano. O darlo de baja. Y tiene afán no tanto por la Seguridad Democrática y ese cuento. No.

Si cumple ese objetivo, voltea de nuevo a la Opinión Pública. Si da de baja a Cano, no importa el referendo, va por el tercer periodo sin dudas, sin miedo. Y no habrá oposición que valga. Dar de baja a Cano es un golpe de opinión muy fuerte que le asegura la Presidencia por un tercer periodo. Es un as bajo la manga del hombre. Me late.

Profe le mando un saludo y una felicitación por sus columnas. Yo, que me decidí mejor por contar historias de otro calibre, de la cotidianidad, de perdedores, de triunfadores, de gente de la cultura, me da envidia de la buena cuando lo leo a usted manteniendo ese espíritu crítico vigoroso. Y ese entusiasmo. Y parado frente a la trinchera, como siempre. El espíritu crítico es lo que más lo caracteriza a usted. Y es muy necesario.

Un abrazo

Santiago