ENTRE EL TODO VALE Y LA LEGALIDAD DEMOCRÁTICA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Justo cuando la llamada ‘Ola verde’ empieza a subir como espuma, los miembros del Consejo Nacional Electoral se muestran preocupados por la forma como se presentan las encuestas. Esa preocupación tiene nombre: uribismo. Están preocupados porque Mockus puede dañarle el sueño a Uribe de seguir en el poder, colocando a Santos en la Casa de Nariño.

En las coyunturas electorales siempre hay evidentes manipulaciones de las audiencias y esta no es la excepción. Las empresas demoscópicas son un factor importante para influir en el electorado. Con el concurso de los medios masivos se termina universalizando la opinión de unos cuantos. Esas son las posibilidades que brinda una maltrecha democracia, a lo que el Consejo Nacional Electoral quiere imponer límites justo ahora que la campaña de Mockus toma fuerza en las audiencias. Estoy de acuerdo con ponerle límites a las siempre manipuladas encuestas, pero no comparto el oportunismo de los miembros del Consejo Nacional Electoral que, presionados por el uribismo (con el partido conservador a la cabeza), ahora sí quieren ponerle límites a las encuestas y a las empresas demoscópicas porque sienten que el candidato oficial (Santos), pierde terreno ante la imagen decente de Mockus.

Las encuestas, sin duda, terminan por evitar el obligado ejercicio de análisis que cada ciudadano debe hacer alrededor de lo que proponen los candidatos a suceder a Uribe. Y peor aún cuando se reconoce la pobre cultura política de los colombianos, asociada ésta a las posturas conservadoras de las grandes mayorías.

También hay que destacar la pobreza discursiva de los candidatos, quienes al parecer están cómodos con el modelo económico y con las condiciones históricas con las cuales el Estado apenas si logra mantener la unidad de la nación y el orden social. Santos, Mockus, Vargas Lleras, Noemí y Petro, entre otros, focalizan sus campañas en temas específicos, pero no lo hacen en asuntos estructurales; de igual manera, sus discursos giran alrededor de la política pública de Defensa y Seguridad Democrática, la misma que confirmó al Estado colombiano como asesino, por los mal llamados ‘falsos positivos’.

A pesar de lo anterior, hay que elegir el sucesor de Uribe y como en otras ocasiones, debemos votar por el menos malo, por el menos perverso. La actual campaña presidencial se puede reducir a la dicotomía 'Hay límites' contra un 'Todo vale' que duró ocho años. En palabras de los candidatos, hoy estamos entre la “legalidad democrática” que propone Mockus y “el sigamos el rumbo del Presidente” que propone Santos; o, entre la política decente de Mockus y el burdo clientelismo que impuso Uribe durante ocho años.

Uribe y sus áulicos harán todo lo posible por frenar a Mockus. Hasta pueden estar pensando en asesinarlo, pero mejor estarán pensando en generarle a futuro, condiciones de ingobernabilidad. Lo harán, no eso no hay duda. Pero más allá del posible triunfo de Mockus, lo que necesitamos los colombianos es que los procesos de la parapolítica no se detengan, por el contrario, necesitamos hoy más que nunca conocer la participación de empresarios en la financiación de un fenómeno que dejó de ser estrictamente de violencia política, para convertirse en un proyecto económico, político y sociocultural, asociado a los intereses del gran capital, nacional e internacional. Hablo del paramilitarismo.

Adenda: Votaré por Mockus a pesar de que tengo dudas de su proyecto político. Es posible que con su llegada a la Presidencia, las élites políticas y económicas -y los Militares- entiendan que el Todo Vale que impuso Uribe, es el más perverso de los principios para orientar los asuntos del Estado