YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 18 de julio de 2011

PRENSA, FÚTBOL y FRUSTRACIÓN

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Con la reciente eliminación de la selección colombiana de fútbol, categoría mayores, de la Copa América (Argentina, 2011), nuevamente se pone sobre el tapete no sólo la capacidad del plantel de jugadores y del cuerpo técnico que lo dirige, sino el papel que juega la prensa en la generación de expectativas en las audiencias que siguen no sólo la suerte del equipo tricolor, sino en general al espectáculo llamado fútbol.

Pero más allá del resultado, para muchos negativo, pero para otros positivo en tanto se suma una experiencia más, bien vale la pena reflexionar alrededor de lo que significa el fútbol como deporte espectáculo, en especial en la categoría mayores, donde se concentra la mayor atención de los aficionados y donde más apoyo publicitario se recibe.

Como actividad humana, el fútbol arrastra las tensiones y pulsiones de un ser humano capaz de crear espacios lúdicos, de encuentro, sin que ello suponga la horizontalización total y definitiva de las relaciones humanas allí presentes, en tanto desprovistas de las relaciones de poder que de forma natural se generan en los encuentros humanos.

El juego, como tal, responde a un fenómeno cultural sólo posible por el ser humano y en el que multitudes encuentran nichos de desarrollo de la personalidad, reconocimiento familiar, grupal, esparcimiento, encuentros, motivaciones comerciales y de otra índole, muy fuertes, que se asocian al sentido que cada uno de los seres humanos le da a la vida. De allí que haya seguidores o hinchas que sientan que mueren con cada resultado adverso del equipo que se sigue con fervor.

El deporte espectáculo llamado fútbol es la representación de la capacidad humana de generar cultura, y en esa medida recoge, escenifica, teatraliza y expone las maneras más disímiles de comprender, entre otros asuntos, qué es lo público, cuáles son los límites entre lo razonable y lo no razonable, cuáles son los límites entre lo público y lo privado, y en ese camino definitorio, qué es o no lo correcto. También, da elementos para juzgar qué es lo estéticamente aceptable y qué es digno de ser admirado en tanto la exposición de una habilidad por parte de los protagonistas y por supuesto, de los asistentes que deciden aprovechar el registro noticioso para mostrar o exhibir un atributo, una capacidad.


De igual manera, define social y culturalmente la mirada estética de amplias mayorías que ven y siguen el espectáculo, y que llega, incluso, esa mirada, a trascender lo deportivo, hasta llegar a la admiración de la estética femenina, en tanto el fútbol, como espectáculo público, exhibe a la mujer desde la mirada reglada del gran Macho. En la frase Las mujeres de la Copa América confluyen las provocadoras imágenes de bellas hinchas mostrando no sólo su participación y seguimiento al deporte espectáculo, sino sus atributos físicos, imágenes recogidas y amplificadas por los medios masivos, que se suman al espectáculo masivo en forma de aderezo.

Como asunto humano, el deporte espectáculo ofrece una miríada de hechos, situaciones y prácticas humanas en tanto con él y desde él, se mimetizan hasta cierto punto los conflictos humanos, sociales, económicos, culturales y políticos, en un juego de máscaras en el que el rol de hincha, dentro de los tiempos del juego, e incluso, por fuera del escenario deportivo natural, permite la apariencia, la ficción, el sueño, la ilusión por el triunfo, la frustración por la derrota y el reconocimiento de los participantes del juego, responsables directos de que la puesta en escena de virtudes, ilusiones, sueños, tensiones y pulsiones resulte significativa o no, traumática o no, lográndose así la permanencia del juego espectáculo como escenario de exposición y socialización de dichos asuntos humanos.

En cuanto a los medios de comunicación, hay que señalar que la condición de deporte espectáculo aparece gracias al poder de penetración de la televisión y a la masificación de las audiencias, en un contexto violento en donde los espacios públicos repelen al ciudadano, a quien no le queda otro camino que retirarse a su espacios privados para consumir, sin límites y de forma apacible, la oferta cultural deportiva.

Para el caso colombiano, los llamados periodistas deportivos manipulan muy bien las expectativas de las audiencias que acumulan de tiempo atrás frustraciones deportivas, en especial en la categoría de mayores de la selección colombiana masculina de fútbol. Con cada nueva competición, con la ayuda del patrocinador de turno (en muchas ocasiones, una bebida embriagante), la ilusión del triunfo se masifica de tal forma que se intenta volver un problema, un anhelo y una angustia nacional, capaz de superar las propias preocupaciones por asuntos como el orden público, el desempleo, la pobreza y la corrupción, entre otros asuntos.

Con cada nueva derrota, las audiencias se recogen en sus cotidianidades, ahogan otro grito de gloria, a la espera de una nueva oportunidad para sacar dichas frustraciones acumuladas, normalmente a través de episodios de violencia callejera o desmanes a la hora de celebrar, cuando hay lugar a ello. Baste con recordar el 5-0 contra la Argentina para reconocer cómo la acumulación de desengaños y desilusiones, a la hora de celebrar un triunfo a todas luces sobredimensionado, se convierte en la mejor excusa para violentar a otros o simplemente para justificar prácticas violentas y lumpenizadas.

Los titulares de la prensa sirven para ahondar en el dolor y la decepción de los hinchas que siguen a la selección Colombia (de mayores), pero también para recavar en la incapacidad deportiva, que nuevamente se oculta tras el trabajo publicitario de los canales privados que se comprometen con la selección, para de esta forma, crear una nueva ilusión. EL TIEMPO y EL ESPECTADOR titularon así el hecho deportivo: “Perú puso fin al sueño”, “Duro golpe para Colombia: eliminada de la Copa América”; y Fin de la ilusión: Colombia eliminada de la Copa América (sic).

Son tal los efectos de los media y del deporte espectáculo en las audiencias y en los ciudadanos, que la incapacidad de un grupo de jugadores se extiende a millones de colombianos que fincan en parte la posibilidad y el anhelo de superar problemas, tensiones y angustias, a expensas de un triunfo deportivo de un grupo de deportistas.

Cuando millones de seres humanos ponen su felicidad en manos de un grupo de jugadores, aupados por un periodismo atado a los intereses económicos de poderosos patrocinadores, trasladan dicho fin a un tercero sobre el cual no tienen control, lo que aumenta la sensación de impotencia y de malestar social, que normalmente encuentran desahogo a través de la violencia. Pero quizás lo más complejo esté en que esos mismos ciudadanos (hinchas) olvidan que hay otras formas, caminos o actividades lúdicas que pueden dar igual o mayor felicidad de la que imaginan que da o que esperan que dé un equipo fútbol.

Bien valdría la pena que los propios medios de comunicación hicieran pedagogía con las audiencias para que la felicidad y el bienestar, y por ese camino, la estabilidad emocional de millones de colombianos, no se delegue en un grupo de jugadores cuya responsabilidad no debería de ir más allá del cumplimiento de unas exigencias contractuales.

El mercadeo del fútbol como deporte espectáculo y la explotación comercial de la selección Colombia como ícono de unidad nacional, tiene también un grado importante de responsabilidad en las formas, violentas o no, como se asumen los triunfos y las derrotas. El rol que juega hoy el mercadeo hace que por momentos se supere en importancia la práctica deportiva programada para 90 minutos, esto es, el fútbol mismo, lo que suma un factor más a la compleja condición de millones de hinchas cuya felicidad depende del resultado de un partido.

En la medida en que haya más ciudadanos conscientes de que la búsqueda de la felicidad es un asunto indelegable, es posible que la violencia, tanto en los estadios como por fuera de ellos, disminuya sustancialmente.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena reflexión. Ojo con esta frase apoteósica: Lo que es igual para dos no es ventaja para ninguno. (además de la estupidez, nótese la negación de la negación o tautología que llaman)



cmj

Anónimo dijo...

Pues mi amigo:

Tú lo has dicho. Siendo todo ello un negocio, ya se sabe cuales con las estrategias: culos, goles y tetas.

Al cargar la agenda sobre este espectáculo, ellos tienen que garantizar a los anunciadores grandes audiencias.

El ciclo se repetirá cuantas veces sea necesario, pues la producción no puede detenerse y el show debe seguir: Pan y Circo…decían los romanos. Y a falta de Pan, MÁS CIRCO!



Jaime



Nota: hay que agregar la conducta atávica de “los agachados” (Rius): siempre será posible vencer!

Por ello hay violencias eternas, hinchas eternos, creyentes eternos.

Y como siempre habrá quienes saben manejar eso, están asegurados los vivos eternos.

JLO

Anónimo dijo...

Gracias Germán. Además afirmo, que el equipo colombiano tampoco puede ganar porque se aumentaría el porcentaje de muertos en pro de celebrar el triunfo.

Falta educar a el pueblo.

Saludo



Blanca

Anónimo dijo...

Germán se acerca a las dieciocho, ha dejado atrás el uribismo en todos sus puestos, … toma el balón, hace un pase corto a su acompañante, la audiencia se siente “COLOMBIA, Colombia… “, la multitud baila, canta hondean banderas tricolores… Germán recibe el pase, está frente al arco, va a disparar…. Atención FAUUUUUULLLLLLLLL. Increíble nos quitaron la única oportunidad que tuvimos los colombianos de ser felices.

Hay que matar a nuestras jugadores por malos, oí decir a las autoridades.

Cuídate Ayala.

JPC

Anónimo dijo...

ESTAMOS ABSOLUTAMENTE DE ACUERDO ¡

Henry

Anónimo dijo...

Germán y Hernando. Me gustaron sus artículos sobre el amor y el deporte espectáculo.Aunque son temas diferentes tienen una raiz común: permiten a partir de temas particulares desentrañar el proceso d evolución que viene sufriendo la sociedad. Es claro que todo momento histórico cambia todo, o casi todo: entre ellos , el amor, el deporte, la familia, la manera de hacer política, etc. La manera como Uds abordaron sus temas recogen esos cambios y permiten ir decubriendo a la nueva sociedad que se viene construyendo y las raices del cambio. Lo importante no es dispersarse; es necesario tener un eje temático y otro conceptual para darle dirección a los trabajos. Ambos trabajos demuestran la existencia de esos ejes.La clave, es tomar conciencia de ello y precisarlos y profundizarlos. La mayoria de sus trabajos caen dentro de la misma optica, pero pueden aparecer dispersos e incoherentes.
A hernando le recomiendo leer el Arte de Amar de Erich Fromm.
Reciban cordial saludo,
Gilberto