YO DIGO SÍ A LA PAZ

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martes, 11 de octubre de 2011

EL REGRESO A LA CAVERNA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


De aprobarse el proyecto de ley con el que se piensa penalizar el aborto en Colombia, el Estado colombiano dejaría su calidad de laico, para convertirse en uno de carácter confesional, lo que significaría, a todas luces, un retroceso, una involución cultural, jurídica, política y constitucional. Sería el regreso a las cavernas, de donde aún no salen la Iglesia Católica, ni los miembros del Partido Conservador, gestores de la propuesta.

La iniciativa no sólo es contraria a la jurisprudencia de la Corte Constitucional que hace unos años dio vía libre al aborto bajo tres circunstancias, sino que va en contravía de principios y derechos consagrados en la Carta Política en lo que toca a la autonomía del individuo y al libre desarrollo de la personalidad. Pero lo más grave de la propuesta es que insiste en someter el cuerpo femenino, a la mujer como sujeto social y político, a las siempre amañadas ideas de los machos, curas y políticos, que están detrás de semejante engendro jurídico.

Qué país este para vivir en medio de una espantosa doble moral. Esa misma Iglesia Católica, la misma a la que Fernando Vallejo llama La Puta de Babilonia (así es el título de la obra en la que recoge los pasajes más oscuros de dicha institución) jamás ha salido a marchar, ni a condenar, enérgicamente, los ‘Falsos Positivos’, y menos aún, se atrevió a fustigar, como institución, al gobierno de Uribe en el que dicha práctica se incrementó. ¿Cuándo ha salido a exigir mejores condiciones de vida para millones de colombianos que sobreviven en medio de la pobreza?

¿Cuánto tiempo lleva la Iglesia Católica ocultando las aberrantes prácticas sexuales de sus curas pederastas? ¿Cuántos menores de edad han sido violados y cuántos faltan aún por caer en las garras de estos defensores de la vida? ¿Eso es defender la vida?

Es esta misma institución, machista por demás, la que condena el aborto, el condón y la pastilla del día después, pero que es incapaz de confrontar a las élites económicas y políticas y al Estado mismo, para que haya políticas claras y efectivas para disminuir la pobreza y la inequidad, con miras a que esos bebés indeseados y que nacen en precarias condiciones, se les asegure bienestar, alimentación, educación de calidad y empleo.

Y qué decir del Partido Conservador, cuyos miembros están comprometidos con escándalos de corrupción política (manejo de recursos de la Dirección Nacional de Estupefacientes), paramilitarismo y clientelismo, entre otros. Una colectividad en crisis programática e ideológica, incapaz de cumplir con las funciones que se espera que cumplan los partidos en una democracia.

Equivocados están los altos jerarcas de la Iglesia Católica y los políticos conservadores al insistir en someter la voluntad del individuo, del ciudadano, de la persona, a una moral acomodaticia. Cada uno de nosotros debe ser capaz de decidir qué hacer con la vida, sin que ello signifique violentar a terceros o violar sus derechos. Recordar ese principio universal que señala que mis derechos llegan hasta donde empiezan los de los demás.

En qué les afecta a unos y a otros que una ciudadana aborte. En nada. Las mujeres son dueñas de su cuerpo y deben ser capaces de decidir cuándo ser madres e incluso, decidir no tener hijos si es esa su decisión.

Es muy fácil legislar desde la perspectiva masculina, que busca, a todas luces, someter a la mujer a los roles tradicionales de ser madre, criar hijos, atender al marido y cocinar. Es claro que la racionalidad masculina necesita controles. Hemos avanzado en ello, pero aún falta aceptar que para que exista un verdadero diálogo simétrico entre los géneros, es necesario que la sociedad en su conjunto, y los hombres en particular, entendamos que la mujer, como persona, como individuo, debe gozar de total libertad para tomar decisiones que sólo le atañen a ella.

Es más, asuntos como el aborto, tener hijos o no, pertenecen al ámbito de lo privado y allí se deben de quedar. Lo que debe garantizar el Estado es condiciones óptimas de asepsia para aquellas mujeres que han decidido abortar.

Aunque la propuesta legislativa apenas inicia el largo proceso al interior del Congreso, es preocupante saber que aún, en pleno siglo XXI, hay seres humanos que, desde una falsa moral y desde un aparente, teatral, fingido y postizo amor por la vida, quieren someter la voluntad, la autonomía de las mujeres a una idea de bienestar que viene de una sociedad machista, que de tiempo atrás subordina a la mujer a unos roles pre establecidos.

De prosperar el proyecto y de ser aprobado finalmente por el Congreso, sólo nos queda el control constitucional que la Corte Constitucional le haga a la ley que lo sostendría y le daría vida, para que nuevamente las mujeres y los hombres, convencidos de que necesitamos garantías para actuar en libertad, de forma autónoma y siempre bajo el espíritu garantista e individual de la Constitución Política de Colombia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Germán,


Intenté responder en tu blog, pero me llevó a un custionario de subscripción absurdo. Quizás puedas cambiar el método de respuestas?

En fin, lo que decía era: Es absurdo que un grupo de hombres decida sobre la suerte del aborto. De la misma forma lo sería que un grupo de mujeres decidiera la legalidad de la vasectomía. Y creo que si fueramos los hombres los que quedaramos embarazados, el aborto no sería polémico, sería liturgia.

Manuel

Anónimo dijo...

Hola Uribito:



¡Buen día!



Terminaste la tarde escribiendo con mucha lucidez. ¡En horabuena!



Luis F.

Anónimo dijo...

Bien polémico este tema pero, es la mujer la que decide.

Saludo



Blanca

Anónimo dijo...

FELICITACIONES HERMANAZO BOLIVARIANO