YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 21 de octubre de 2011

LOS MEDIOS MASIVOS Y LA MUERTE DE GADAFI: MÁQUINAS REPRODUCTORAS DE UNA PERVERSA CONDICIÓN HUMANA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Los medios de comunicación son máquinas reproductoras del comportamiento humano, que en las específicas condiciones de la guerra, exhiben una condición humana perversa, abominable e irracional.

Y ello se confirmó ayer con la exhibición global de las imágenes de la ejecución pública del sátrapa Gadafi, aupada por la OTAN y Occidente, en un excesivo uso de la fuerza y de la violencia, que sólo siembra más odio y nos convierte en una especie inconveniente no sólo para el planeta, sino para quienes comparten su naturaleza como seres humanos.

A las grotescas imágenes de un moribundo dictador, se suman los actos de habla de presentadoras y un discurso periodístico incompleto y moralmente inconveniente. Cayó el cruel dictador, el más violento y excéntrico, gritaba con alborozo la gran prensa de Colombia, haciendo imaginar a millones de incautos, que mañana habrá un mundo mejor. Pero lo que no explican es ¿cómo llegan a existir personajes como Gadafi, Hussein y Osama Bin Laden en el orden internacional? ¿Quién los crea, los reproduce, los alienta a seguir en sus lugares de poder? Detrás de dictadores como el ex líder Libio está la ONU, la comunidad internacional y las grandes potencias como Estados Unidos y las agrupadas en la Unión Europea, todas estas, fuerzas y actores de un nido putrefacto llamado orden internacional, atravesado por los intereses mezquinos de esas mismas grandes potencias y del capital transnacional.

Dichas imágenes y tratamientos periodísticos asquean porque exhiben seres humanos agonizantes, moribundos o muertos, como trofeos de guerra, como si ello garantizara algo positivo para la humanidad o en este caso, para el pueblo Libio. Imágenes que buscan persuadir a aquellos líderes políticos, presidentes y dictadores que decidan, en algún momento, oponerse a los designios del capital o a los intereses de las grandes potencias que les ayudaron a llegar al poder y que los mantienen allí mientras son útiles.

Ya en Colombia habíamos presenciado tratamientos noticiosos igualmente inconvenientes y morbosos desde lo ético-político y desde la moral pública que abraza a estas empresas mediáticas. Las muertes de los criminales Raúl Reyes y el Mono Jojoy sirvieron para que el Estado colombiano y su débil, pero a la vez putrefacta institucionalidad salieran triunfantes a gritarle al país que la paz está cerca, que el fin del fin de las Farc estaba cerca. Bueno, ya sabemos cómo estamos hoy en materia de orden público.

La guerra, como escenario en el que el ser humano muestra su real condición de especie abominable, ha sido desde siempre el entorno más eficiente para la reproducción del capital transnacional. Ahora deberán reconstruir Libia y ya están prestas a ello multinacionales americanas y francesas y quién sabe de dónde más, para ganarse los millonarios contratos que también han de servir para sostener a la ONU, que hoy con cinismo e hipocresía habla de abrir una investigación para esclarecer la muerte de Gadafi. ¿Cuántos horrores más veremos por televisión, aupados y apoyados por la ONU, quizás el nido institucional y humano que mejor representa la perversa condición humana?

Las audiencias tienen la obligación y casi la necesidad humana de tomar la información noticiosa de estas empresas mediáticas mundiales con pinzas y con especial duda, pues éstas fueron creadas para desinformar y para ocultar lo que realmente pasa no sólo en la política internacional, sino en la local. No podemos esperar tratamientos distintos en los medios masivos, pues ellos mismos están articulados al capital nacional y transnacional, al que le conviene construir sátrapas y bandidos, para auto legitimarse y por esa vía hacer lo mismo con el Estado que le garantiza su reproducción.

La historia de la humanidad está llena de episodios de violencia, de la que no sólo son responsables Estados-nacionales, con sus enormes y costosos ejércitos, sino la propia Iglesia Católica. Investidos los primeros por el uso legítimo de la fuerza, que no es más que la patente de corso para matar, desaparecer y para declarar guerras preventivas, están siempre prestos a invadir países para expoliarlos y para mantener las condiciones óptimas para que el capital se reproduzca globalmente.

Hay que juzgar a presidentes como Bill Clinton, los Bush, padre e hijo, y a otros líderes mundiales, pues ellos crearon o mantuvieron las condiciones para que existieran personajes como Hussein, Bin Laden y Gadafi. Aquí no hay buenos y malos. Los medios masivos insisten en dividir el mundo en esa dicotomía. Sólo hay poder, violencia, dinero y armas. Sólo eso. Dejemos de buscar la gran bestia por fuera del ser humano, pues en cada uno de nosotros convive una, que se despierta y se exhibe cuando actuamos desde un lugar de poder.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Germán



Sugiero evitar hipérboles, tales como “…el ser humano muestra su real condición de especie abominable…”. Si bien tienes genuina razón en tu crítica a los medios y su capacidad de manipulación sobre una audiencia relativamente dócil y mal educada, también hemos sido testigos de actos y acciones que te hacen sentir muy orgulloso frente a ciertos seres humanos. No estoy declarando la existencia de una especie bondadosa, que también sería una exageración. Se trata de que no hagas lo mismo que criticas cuando te refieres a lo fácil que les resulta a los medios establecer dicotomías


David

Anónimo dijo...

Entonces… es un buen negocio crear un tirano y tumbarlo. Vea pues!



Jaime

Anónimo dijo...

Hola Uribito:



Te veo muy bien en esta ocasión.



¡Felcitaciones!



Luis F.