Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Ahora que el gobierno de Santos retiró el polémico proyecto de reforma a la ley de educación y que los estudiantes aún celebran el hecho, lo que se viene, en términos de la negociación que deberá darse entre la administración Santos y los actores que decidan congregarse alrededor de los objetivos trazados por el Mane, no es nada fácil. Digamos que después de las marchas y las protestas, el camino a recorrer está lleno de obstáculos y de ciertos inamovibles que en su momento la administración Santos expondrá, lo que podría dar al traste con la buena voluntad mostrada por las partes.
En todo este escenario, surgen dos preguntas claves al respecto: la primera, ¿estamos realmente ante un discurso monolítico y un movimiento estudiantil cohesionado, o como casi siempre sucede en este tipo de movimientos, hay fisuras entre la Mane y la base estudiantil? Y la segunda pregunta, ¿qué es lo que es posible negociar?
En torno al primer interrogante, hay versiones que señalan que efectivamente existen grietas entre los miembros más visibles del Mane y las bases estudiantiles de varias universidades, que después de levantado el paro, insisten en mantener el cese de las actividades académicas. Es el caso de las Universidades del Valle y de Caldas, entre otras.
Si son ciertas dichas versiones, lo más probable es que el movimiento estudiantil, como fuerza de presión y de negociación, quede reducido a los intereses políticos que al parecer tienen, hacia futuro, algunos miembros del Mane, lo que significa que dicha representación colectiva era pasajera y ficticia, y en el mediano plazo, los líderes estudiantiles terminarán cooptados por movimientos o por partidos políticos, o creando una micro empresa electoral con miras a las próximas elecciones legislativas.
En cuanto a la segunda pregunta, quizás la más importante, es ¿qué es lo que se va a negociar? ¿Hasta dónde estará dispuesto el gobierno de Santos para tomar medidas que van en contravía de los presupuestos ideológicos del modelo neoliberal y que tienen en la gratuidad de la educación a su principal factor de conflicto?
El gobierno de Santos sabe que los intereses del gran capital están puestos, de tiempo atrás, en la educación y no será fácil ahora, simplemente, frenar dichas aspiraciones, desmontando la idea, por ejemplo, de que el sector bancario y el propio ICETEX terminen sometiendo a centenares de miles de estudiantes al suplicio que significa terminar una carrera profesional endeudado, en un contexto económico y social en el que sobresalen los bajos salarios y condiciones contractuales a todas luces indignas, para quienes creen que formarse en una universidad es el camino viable para alcanzar un nivel de vida digno, de acuerdo con las legítimas aspiraciones de los estudiantes.
Lo que se viene no será fácil, dado que por un lado van los intereses de los estudiantes, y por otro lado van los de las universidades públicas y privadas con representación en ASCUN y los que tienen los docentes universitarios y los que por supuesto, tiene el propio Gobierno de Santos.
Así entonces, para instalar un pretendido diálogo nacional en torno a una reforma estructural a la educación en Colombia, es necesario, primero, definir claramente los actores y los sectores y los intereses que representan, y segundo, señalar qué es lo negociable, para someter al país a un largo proceso de discusión y negociación, en el que al final, el gobierno saldrá triunfador y con él, el gran capital.
De todas maneras, hay elementos estructurales que deberán tocarse en la discusión que se dé en torno al nuevo proyecto de reforma a la educación en Colombia. Por ejemplo, el modelo de desarrollo económico, y con él, las condiciones de concentración de la riqueza, el desempleo profesional y las necesidades de varios sectores productivos que buscan, con urgencia, contratar más técnicos y tecnólogos, en lugar de profesionales.
A estos factores se suman otros, que de seguro el Gobierno de Santos jamás tocará. No piensen los estudiantes que el actual Presidente de Colombia busca pasar a la historia como el gran reformador de las circunstancias históricas que por largo tiempo han garantizado la pobreza y la inequidad en este país. No. Juan Manuel Santos llegó al poder para mantener el orden social, político, económico y cultural que por largo tiempo le ha servido a reducidas élites y al gran capital nacional y trasnacional.
Ahora que el gobierno de Santos retiró el polémico proyecto de reforma a la ley de educación y que los estudiantes aún celebran el hecho, lo que se viene, en términos de la negociación que deberá darse entre la administración Santos y los actores que decidan congregarse alrededor de los objetivos trazados por el Mane, no es nada fácil. Digamos que después de las marchas y las protestas, el camino a recorrer está lleno de obstáculos y de ciertos inamovibles que en su momento la administración Santos expondrá, lo que podría dar al traste con la buena voluntad mostrada por las partes.
En todo este escenario, surgen dos preguntas claves al respecto: la primera, ¿estamos realmente ante un discurso monolítico y un movimiento estudiantil cohesionado, o como casi siempre sucede en este tipo de movimientos, hay fisuras entre la Mane y la base estudiantil? Y la segunda pregunta, ¿qué es lo que es posible negociar?
En torno al primer interrogante, hay versiones que señalan que efectivamente existen grietas entre los miembros más visibles del Mane y las bases estudiantiles de varias universidades, que después de levantado el paro, insisten en mantener el cese de las actividades académicas. Es el caso de las Universidades del Valle y de Caldas, entre otras.
Si son ciertas dichas versiones, lo más probable es que el movimiento estudiantil, como fuerza de presión y de negociación, quede reducido a los intereses políticos que al parecer tienen, hacia futuro, algunos miembros del Mane, lo que significa que dicha representación colectiva era pasajera y ficticia, y en el mediano plazo, los líderes estudiantiles terminarán cooptados por movimientos o por partidos políticos, o creando una micro empresa electoral con miras a las próximas elecciones legislativas.
En cuanto a la segunda pregunta, quizás la más importante, es ¿qué es lo que se va a negociar? ¿Hasta dónde estará dispuesto el gobierno de Santos para tomar medidas que van en contravía de los presupuestos ideológicos del modelo neoliberal y que tienen en la gratuidad de la educación a su principal factor de conflicto?
El gobierno de Santos sabe que los intereses del gran capital están puestos, de tiempo atrás, en la educación y no será fácil ahora, simplemente, frenar dichas aspiraciones, desmontando la idea, por ejemplo, de que el sector bancario y el propio ICETEX terminen sometiendo a centenares de miles de estudiantes al suplicio que significa terminar una carrera profesional endeudado, en un contexto económico y social en el que sobresalen los bajos salarios y condiciones contractuales a todas luces indignas, para quienes creen que formarse en una universidad es el camino viable para alcanzar un nivel de vida digno, de acuerdo con las legítimas aspiraciones de los estudiantes.
Lo que se viene no será fácil, dado que por un lado van los intereses de los estudiantes, y por otro lado van los de las universidades públicas y privadas con representación en ASCUN y los que tienen los docentes universitarios y los que por supuesto, tiene el propio Gobierno de Santos.
Así entonces, para instalar un pretendido diálogo nacional en torno a una reforma estructural a la educación en Colombia, es necesario, primero, definir claramente los actores y los sectores y los intereses que representan, y segundo, señalar qué es lo negociable, para someter al país a un largo proceso de discusión y negociación, en el que al final, el gobierno saldrá triunfador y con él, el gran capital.
De todas maneras, hay elementos estructurales que deberán tocarse en la discusión que se dé en torno al nuevo proyecto de reforma a la educación en Colombia. Por ejemplo, el modelo de desarrollo económico, y con él, las condiciones de concentración de la riqueza, el desempleo profesional y las necesidades de varios sectores productivos que buscan, con urgencia, contratar más técnicos y tecnólogos, en lugar de profesionales.
A estos factores se suman otros, que de seguro el Gobierno de Santos jamás tocará. No piensen los estudiantes que el actual Presidente de Colombia busca pasar a la historia como el gran reformador de las circunstancias históricas que por largo tiempo han garantizado la pobreza y la inequidad en este país. No. Juan Manuel Santos llegó al poder para mantener el orden social, político, económico y cultural que por largo tiempo le ha servido a reducidas élites y al gran capital nacional y trasnacional.
Nota: publicada también en el portal www.hechoencali.com, http://www.hechoencali.com/columnas/movimiento-estudiantil-y-el-gobierno-de-santos-%C2%BFque-es-lo-negociable/
2 comentarios:
Es cierto mi gran pensador. Tiempos muy difíciles vendrán y los representantes estudiantiles son manipulados.
Blanca
ES MAS FACIL QUE QUEDE CAMPEON AMERICA
Henry
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