Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
La marcha del 06 de diciembre de 2001, como otras anteriores, es el resultado de una muy bien orquestada tramoya del gobierno, con el concurso de unas empresas mediáticas que insisten en ocultar hechos y realidades de esta compleja Colombia. A raíz del asesinato de los cuatro uniformados secuestrados por las Farc, hoy millones de colombianos salieron a marchar contra las Farc, pero olvidando que hay otros temas, asuntos, actores, agentes y problemas que también justifican marchas, que de seguro, serán mucho más grandes, más aglutinantes.
Así es. La nueva marcha contra las Farc resulta de una acción política del gobierno de Santos y de una estrategia ideológica de los medios masivos, de la gran Prensa, que en evidente contubernio, insisten en mostrar a las Farc como el único problema de Colombia. Igualmente, reclaman que todos los colombianos se unan en torno a ese propósito, a esa idea, olvidando los errores del Estado, de sus agentes y de todos aquellos que por omisión o por acción, han coadyuvado a construir la nación, el país y el Estado que tenemos.
¿Por qué no marchamos contra la corrupción que campea dentro del Estado y que no es menos de la que se produce en las empresas privadas?; ¿Por qué no marchamos contra la pobreza y la concentración de la riqueza en pocas manos?, contra el sistema financiero, contra los bancos, contra el sistema económico; marchemos, igual, contra los ‘falsos positivos’, contra la ampliación del fuero militar, contra las mafias enquistadas en la cultura del colombiano. Contra el narcotráfico, contra la guerra.
Las Farc no son el único problema que tiene Colombia. Sí, hay que rechazar el secuestro y los ataques de las Farc contra la población civil, pero también hay que rechazar la violencia estatal, el hambre, el paramilitarismo y la precariedad del Estado. Hay que movilizarnos contra la clase dirigente, contra la clase empresarial y la clase política que insisten en ampliar la pobreza y en pauperizar aún más la vida de estudiantes y trabajadores.
Marchemos contra la violencia de género, contra el machismo, contra la publicidad engañosa, contra la publicidad que discrimina afrocolombianos, indígenas, a personas gordas y feas. Marchemos contra el periodismo irresponsable de locutores deportivos que incitan a la violencia en los estadios, con sus narraciones cargadas de emociones negativas; marchemos contra el periodismo que durante ocho años ocultó las perversas decisiones adoptadas por el gobierno de Uribe Vélez. Marchemos contra los alcaldes, gobernadores y directores de las Corporaciones Autónomas Regionales por los desastres que hoy sufren millares de colombianos que están bajo el agua y que Santos minimiza, echándole la culpa a la ‘maldita niña’.
Marchemos contra el modelo de desarrollo extractivo, contra la minería, ilegal y legal, contra las multinacionales que expolian y se enriquecen gracias a nuestra incapacidad para negociar y para hacernos dignos.
Si seguimos actuando -y marchando- de acuerdo con lo que nos dicen los medios masivos, empresas que informan de acuerdo con sus intereses, entonces seguiremos ciegos ante un escenario en el que las Farc son apenas un elemento más de esta tragedia que se llama Colombia.
Hay que caminar la palabra nos dicen los indígenas. Hagámoslo, pero con criterio, con un amplio mea culpa que nos incluya a todos. De lo contrario, esperemos las emisiones de los noticieros, radiales y televisivos, y los titulares de la prensa, para escuchar lo mismo y para seguir igual, pues finalmente, unirnos ha sido, es y será, un simple titular, un anhelo, un saludo a la bandera.
La marcha del 06 de diciembre de 2001, como otras anteriores, es el resultado de una muy bien orquestada tramoya del gobierno, con el concurso de unas empresas mediáticas que insisten en ocultar hechos y realidades de esta compleja Colombia. A raíz del asesinato de los cuatro uniformados secuestrados por las Farc, hoy millones de colombianos salieron a marchar contra las Farc, pero olvidando que hay otros temas, asuntos, actores, agentes y problemas que también justifican marchas, que de seguro, serán mucho más grandes, más aglutinantes.
Así es. La nueva marcha contra las Farc resulta de una acción política del gobierno de Santos y de una estrategia ideológica de los medios masivos, de la gran Prensa, que en evidente contubernio, insisten en mostrar a las Farc como el único problema de Colombia. Igualmente, reclaman que todos los colombianos se unan en torno a ese propósito, a esa idea, olvidando los errores del Estado, de sus agentes y de todos aquellos que por omisión o por acción, han coadyuvado a construir la nación, el país y el Estado que tenemos.
¿Por qué no marchamos contra la corrupción que campea dentro del Estado y que no es menos de la que se produce en las empresas privadas?; ¿Por qué no marchamos contra la pobreza y la concentración de la riqueza en pocas manos?, contra el sistema financiero, contra los bancos, contra el sistema económico; marchemos, igual, contra los ‘falsos positivos’, contra la ampliación del fuero militar, contra las mafias enquistadas en la cultura del colombiano. Contra el narcotráfico, contra la guerra.
Las Farc no son el único problema que tiene Colombia. Sí, hay que rechazar el secuestro y los ataques de las Farc contra la población civil, pero también hay que rechazar la violencia estatal, el hambre, el paramilitarismo y la precariedad del Estado. Hay que movilizarnos contra la clase dirigente, contra la clase empresarial y la clase política que insisten en ampliar la pobreza y en pauperizar aún más la vida de estudiantes y trabajadores.
Marchemos contra la violencia de género, contra el machismo, contra la publicidad engañosa, contra la publicidad que discrimina afrocolombianos, indígenas, a personas gordas y feas. Marchemos contra el periodismo irresponsable de locutores deportivos que incitan a la violencia en los estadios, con sus narraciones cargadas de emociones negativas; marchemos contra el periodismo que durante ocho años ocultó las perversas decisiones adoptadas por el gobierno de Uribe Vélez. Marchemos contra los alcaldes, gobernadores y directores de las Corporaciones Autónomas Regionales por los desastres que hoy sufren millares de colombianos que están bajo el agua y que Santos minimiza, echándole la culpa a la ‘maldita niña’.
Marchemos contra el modelo de desarrollo extractivo, contra la minería, ilegal y legal, contra las multinacionales que expolian y se enriquecen gracias a nuestra incapacidad para negociar y para hacernos dignos.
Si seguimos actuando -y marchando- de acuerdo con lo que nos dicen los medios masivos, empresas que informan de acuerdo con sus intereses, entonces seguiremos ciegos ante un escenario en el que las Farc son apenas un elemento más de esta tragedia que se llama Colombia.
Hay que caminar la palabra nos dicen los indígenas. Hagámoslo, pero con criterio, con un amplio mea culpa que nos incluya a todos. De lo contrario, esperemos las emisiones de los noticieros, radiales y televisivos, y los titulares de la prensa, para escuchar lo mismo y para seguir igual, pues finalmente, unirnos ha sido, es y será, un simple titular, un anhelo, un saludo a la bandera.
Nota: publicada en el portal www.nasaacin.org, http://nasaacin.org/attachments/article/3132/listo,%20marchemos,%20pero%20contra....pdf
4 comentarios:
Y en contra de las EPS, quienes con licencia 007, matan a mas personas que lo hacen las FARC... y enriquecen inmensamente a personas que se esconden tras sociedades anónimas pero que por ahí todos conocemos.
Germán, excelente reflexión. Una forma de desviar la antención, para no poner a los colombianos frente a la realidad que tu describes de manera tan puntual.
Gustavo
Hola uribiño:
¡Buena tarde!
A marchar se dijo, sí, pero por qué. En realidad tu cuestionamiento es vital y sensato, pero creo, todo se encierra en una frase más profunda: a marchas por la justicia social no esa de papel de la institucionalidad colombiana que quiere reforzar un congreso politequero barato.
Luis F.
Hola uribiño:
¡Buena tarde!
A marchar se dijo, sí, pero por qué. En realidad tu cuestionamiento es vital y sensato, pero creo, todo se encierra en una frase más profunda: a marchas por la justicia social no esa de papel de la institucionalidad colombiana que quiere reforzar un congreso politequero barato.
Luis F.
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