Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
En el oficio periodístico, entrevistar a personajes de la vida política del país suele convertirse en un reto, en especial cuando a quien se busca es a un Presidente o en su defecto, a un ex presidente que intenta mantenerse vigente, por los menos en los medios mediáticos.
Cuando se toma la decisión de buscar a un Presidente, el periodista asume el asunto como un reto para su imagen, pues si logra la entrevista, su perfil estará expuesto ante millones de televidentes, lectores u oyentes, no sólo porque consiguió hablar con el esquivo mandatario, sino por la forma como condujo la charla o el diálogo.
Infortunadamente, los periodistas en Colombia suelen preocuparse más por la primera parte, es decir, se quedan en el reconocimiento de haber accedido al Presidente de la República o al ex presidente, sin mirar cómo o qué se pregunta y en general, el tipo de entrevista que se logre. Es decir, un logro superfluo, que termina por incapacitar al periodista para enfrentarse con el entrevistado en condiciones simétricas. En la sola búsqueda del personaje el periodista termina sometido al poder real y simbólico de una figura que en Colombia se venera y se respeta de manera exagerada.
En la noche del miércoles 17 de mayo de 2012, el Noticiero Noticias Caracol en su emisión de las 7 PM, exhibió el encuentro entre el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y el joven director de dicho noticiero, Juan Carlos Vélez.
Aunque en la puesta en escena los dialogantes aparecen en un mismo plano, con lo que se busca recrear una aparente simetría, ésta se rompe en pedazos por el exagerado respeto con el que el entrevistador se dirigió a Uribe (le dijo varias veces Presidente), que contrastó con el desprecio que mostró el ex mandatario hacia su interlocutor, a quien en varias ocasiones ignoró, a través de una práctica que pocos se han atrevido a fustigarle al ex mandatario: la de no contestar las preguntas que le hacen.
La pregunta que hay que hacerse es: ¿qué sucede con la figura de Uribe, y en general con la de Presidentes y ex presidentes que eleva los niveles de sumisión de los periodistas que deciden enfrentarse a ellos?
Intentaré responder a dicho interrogante. Hay un asunto cultural de fondo que indica que figuras como obispos (representantes de Dios en la tierra), mandatarios (locales, regionales y nacionales) y militares (policías) de forma natural expelen una suerte de aire majestuoso que debe ser considerado, reconocido y respetado por todos los ciudadanos, incluyendo, por supuesto, los periodistas. Es decir, estamos ante una especie de vieja tradición cultural atávica, inducida por el poder simbólico de representantes de poderes políticos, eclesiásticos y militares, sobre los cuales la sociedad humana y las estructuras de poder suelen sostenerse. A ese respeto reverencial lo antecede la figura paterna, venerada en un país machista como Colombia en el que el Padre suele ser una suerte de ícono incontrastable, sobre el que resulta inconveniente, riesgoso e improcedente someterlo a cuestionamiento alguno.
En los 100 puntos del Manifiesto Democrático el entonces candidato a la Presidencia, Álvaro Uribe Vélez coincide con esa recurrente y patrimonial práctica cultural. Por ejemplo, en los puntos 100, 31, 28 y 24, se lee lo siguiente: “Aspiro a ser Presidente si vanidad de poder. La vida sabiamente la marchita con las dificultades y atentados. Miro a mis compatriotas hoy más con ojos de padre de familia que de político. Aspiro a ser Presidente para jugarme los años que Dios me depare en la tarea de ayudar a entregar una Nación mejor a quienes vienen detrás…”; “… En la Gobernación de Antioquia fui el primer policía del Departamento. En la Presidencia seré el primer soldado de la Nación, dedicado día y noche a recuperar la tranquilidad de todos los colombianos...”; “Enalteceré la profesión de soldado y policía. Que la comunidad los valore y respete…; “El padre de familia que da mal ejemplo, esparce la autoridad sobre sus hijos en un desierto estéril…”[1].
Es posible, entonces, que antes de entrevistar a personajes como Uribe Vélez, a los periodistas colombianos les asalte una suerte de miedo a irrespetar al Papá que ellos ven y reconocen en la figura presidencial.
Se suma a lo anterior, la fuerza discursiva y el fuerte carácter de un político acostumbrado a imponerse, bien por la fuerza de sus actos de habla o por el miedo que suscita la imagen que de tiempo atrás ha construido como macho irascible, rudo hacendado, poderoso terrateniente, incisivo gamonal y montaraz finquero de origen campesino.
Así las cosas, seguiremos viendo monólogos y entrevistas asimétricas y periodistas sumisos e irrespetados por el simbolismo presidencial y por el carácter camorrero de un ex presidente que infunde respeto y miedo, en quienes aún no se atreven a superar esa atávica relación de poder y de dominación que la cultura construyó alrededor de la figura del Padre, y frente a una figura presidencial cada vez más cercana a la de un Dios, un Mesías o un Rey.
El asunto pasa por la formación académica y técnica que puedan recibir los periodistas, en la perspectiva de asumirse como intelectuales y políticos capaces de enfrentar a un Presidente como Uribe, acostumbrado a no responder las preguntas que se le formulan. Pasa, también, por el autorrespeto y por una formación crítica que no se logra en espacios familiares en los cuales Dios, el Padre, la Iglesia y el poder político aún hacen presencia como referentes únicos, en las formas regladas de una sociedad que señala cómo se debe proceder política, cultural y socialmente.
Nota: publicada en el portal http://www.nasaacin.org/, http://www.nasaacin.org/attachments/article/4016/Entrevistar%20a%20Uribe_%20un%20reto%20cultural%20para%20los%20periodistas%20(1).pdf; publicada también en el portal http://www.revistacierto.com/, http://www.revistacierto.com/Uribe_desprecio.htm
[1] Tomado del documento Manifiesto Democrático, los 100 puntos de Uribe.
4 comentarios:
German, estoy convencido que ese man tiene algo que intimida. No he visto el primer periodista que lo encare, y si lo ha hecho, termina siendo sometido a la figura mesiánica.
Atte.
Henry
Hola Germán, anoche vi algo de esta entrevista, pero me decepciono el periodista y cómo el úberrimo esquiva las preguntas y se dedica a decir lo que él quiere. Así, que decidí cambiar de canal.
Me gustó esta reflexión que tú haces y la conclusión a la que llegas, es más me parece que este joven le falta mucho para ser director de un noticiero tan importante como caracol.
Un abrazo
Emma
Un periodista le llega a salir con preguntas que de verdad lo inquieten, como por ejemplo su nexos con los paramilitares, e ipso facto lo van despidiendo del medio. Yo creo que hay individuos que tienen buenas ideas pero lamentablemente se dejan permear por esa vacuidad informativa. No los justifico pero a veces trato de ponerme en los zapatos del otro. A Luis Carlos Vélez le falta, a todos en ese noticiero, esas entrevistas de Malu también son malisimas, ella como entrevistadora es toda condescendiente y las preguntas siempre van con eufemismos, en Rcn y Caracol no hay nada.
Y caracol es importante porque lamentablemente es un noticiero nacional, pero no por información.
Jv
Hola Uribito:
¡Buena tarde!
Creo que de sicólogo, lo haces bastante mal. Hay que reconocer que los medios son unos arrodillados y también sufren de orfandad del poder y, por eso, le rinden tanta pleitesía a ex, luego que es menester es recuperar la dignidad del periodismo colombiano.
Luis F.
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