YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 1 de abril de 2013

UNA FINCA LLAMADA COLOMBIA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Colombia sigue siendo una parroquia. Una gran finca, mal administrada por perfumados gamonales, quienes a pesar de los finos aromas, apenas si pueden ocultar o disimular el asqueante olor de los lixiviados que chorrean de sus linajes, de sus apellidos y de sus historias familiares y políticas, construidas sobre la base de la violencia, el despojo y la perfidia.

Colombia sigue siendo una república bananera cuyos administradores se muestran inteligentes y capaces de guiarla, mientras se mantenga al pueblo en las condiciones que siempre les ha convenido: atontado, ignorante y sin claridad histórica. Caciques que deambulan entre la capital y sus haciendas, entre sus fincas de veraneo y entre cócteles en donde se definen políticas públicas o se toman decisiones que afectan a grandes mayorías, pero benefician a los patrones a los que suelen servir estos pérfidos administradores, a los que internamente llaman Presidentes. Patrones como el FMI, BM, BID y poderosas multinacionales, los sostuvieron como mandatarios.

Por estos días, la prensa registra el enfrentamiento entre estos gamines, que juntos vienen haciéndole gavilla al fino capataz que hoy administra el extenso potrero llamado Colombia. Esa misma prensa, que vuelve noticia lo que vociferan aquellos caciques, es incapaz de cuestionar los errores y los crímenes ambientales, entre otros, cometidos por estos indignos, mesiánicos y megalómanos ‘líderes’.

Justamente, sobre ese empobrecido liderazgo, Colombia sigue siendo una cruel parroquia, cuyas riquezas se disputan a dentelladas, a tiros, a balazos y con toda suerte de opiniones, estos ‘respetables’ presidentes.

En la pelea de estos gallos no hay discursos, no hay ideas para debatir. Solo infidencias, reclamos propios de amargadas y amargados amantes; una fuerte pugnacidad que históricamente les ha servido para legitimar la violencia política aupada desde el Estado, desde sus gobiernos.

Qué tristeza de país este con estos cuervos, con estas hienas hambrientas de poder y riqueza, que suelen mostrar los dientes y atacar a los más vulnerables, pero que se hincan con miedo ante poderosos empresarios y banqueros, nacionales y extranjeros, que los usan como fichas, como peones, como simples capataces que sólo sirven para cuidar los intereses de aquellos.  Esa es la Colombia que hemos construido, por acción u omisión. Y esos ex presidentes son los verdugos que otros nos propusieron y que elegimos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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