Por Elizabeth Gómez Etayo y Germán Ayala Osorio
Se puede
considerar como un aprendizaje histórico, que los mecanismos de reelección para
la presidencia de la República, no sólo en Colombia, sino en otras naciones,
efectivamente producen la reelección del presidente-candidato. Y sería absurdo
que no fuera así, pues el ejercicio presidencial se convierte, a la vez, en la
mejor campaña política. Así pues, apostar por la reelección de Juan Manuel
Santos a la presidencia de Colombia no es un juego de azar. Y en este caso en
particular, dada la coyuntura histórica que se edifica en torno al proceso de
paz de La Habana, puede decirse que es el mejor de los escenarios para el
pueblo colombiano.
No tendría sentido desgastarse en otras campañas
presidenciales, que no pasarían de ser simbólicos ejercicios de competencia por
alcanzar el cargo más importante del país. Y esto, especialmente, para la izquierda
democrática que debería encaminar sus esfuerzos para llegar con fuerza al
Congreso, corporación que hace parte de los objetivos político-electorales del
Uribe Centro Democrático.
¿Cuáles son,
entonces, los otros escenarios políticos disputables? ¡El Congreso! Y eso sí
que lo saben los partidos políticos emergentes, que cada vez más se diluyen
como colectivos y fuerzas políticas, para convertirse en microempresas
electorales en donde sobresalen las componendas y los intereses mezquinos de unos
cuantos. Justo ahí, es donde debería fortalecerse la izquierda, la social
democracia, la oposición, los alternativos, los ambientalistas y las mujeres.
En otras columnas hemos hecho mención de la importancia y la necesidad de
nuevos discursos, de otros liderazgos y de nuevas personalidades, femeninas de
preferencia, para que oxigenen el panorama político que el patriarcado ha
nutrido por décadas y siglos. Un nuevo modelo político, económico y social es
necesario y apostamos porque las mujeres sean las pioneras de tal proceso.
Es alentador
pensar que el actual escenario político y la próxima coyuntura electoral son una
excelente oportunidad para que líderes políticas femeninas emerjan para
reorientar las formas como se han expresado y se han entendido históricamente
la política y lo político. Ese liderazgo político femenino que necesita
Colombia debe fundarse sobre la urgente necesidad de desmontar los discursos y
las prácticas políticas de los (v) ‘barones’ de la política, que expresan la
tóxica y premoderna masculinidad con la que se ha puesto límites infranqueables
a la mujer para que participe activamente de la vida política del país,
haciendo creer que la política, como ejercicio, es un asunto exclusivo de los
hombres.
Ese liderazgo
femenino debe servir para moderar los discursos y las actitudes belicosas, éticamente acomodaticias y
profundamente machistas de aquellos políticos que han llegado al Congreso para
entronizar una cultura machista y patriarcal, sostenida, por un lado, en la
apatía de las mujeres frente a su relativa presencia y participación en la
discusión de asuntos públicos; y por el otro, en las lógicas de unas
equivocadas formas sobre cómo la nación ha construido las representaciones
sociales alrededor de lo que debe ser un hombre público (político).
Apelamos a un
modelo de desarrollo equitativo, que reconozca la masiva participación de las
mujeres en la política. Estudiantes, obreras, empleadas domésticas, amas de
casa, líderes sociales, figuras políticas, deportistas, profesionales,
meretrices, modelos, escritoras, poetas, librepensadoras, periodistas, técnicas
y tecnólogas, entre otras, deben comprender que las circunstancias en las que
hoy devienen el Estado y la Nación, surgen de un esquivado liderazgo masculino
que no respeta la vida.
Eso sí,
demandamos una mayor presencia de las mujeres en la vida política del país,
sobre la base de que su liderazgo y sus nuevas perspectivas de lo público estén
fundadas en el profundo convencimiento de que Colombia necesita cambiar
culturalmente. Cambio cultural que inicia con el afianzamiento de relaciones
simétricas y respetuosas entre hombres y mujeres, tanto en la vida pública como
en la vida privada. No son tiempos estos para continuar aceptando, sin mayor
discusión, los designios de la tradición de una cultura patriarcal fundados en
la violencia, simbólica y física, contra las mujeres y en el sometimiento de
aquellas a los roles tradicionales sobre los cuales se ha buscado alejarlas de
la vida política del país.
Qué tal si Aída
Abella, Clara López, Piedad Córdoba(1), Ángela Robledo, Gloria Cuartas y Mónica
Roa, entre otras mujeres de sus talantes, lideraran una gran campaña política
al Congreso con miras a que sobre sus ideas, programas, propuestas, voces,
estilos de trabajo y visiones de mundo, se sostengan y sea posible una
verdadera integración política de las fuerzas social demócratas que superen las
viejas rencillas partidistas y se construya verdadera Oposición en Colombia,
liderada por mujeres. Creemos que es un escenario político viable y necesario
para Colombia.
(1). A pesar de estar inhabilitada por cuenta del Procurador, Alejandro Ordóñez Maldonado, ella es una líder política que puede apoyar a otras mujeres que no sólo apoyen la consecución de la paz, sino lideren procesos de cambio cultural.
(1). A pesar de estar inhabilitada por cuenta del Procurador, Alejandro Ordóñez Maldonado, ella es una líder política que puede apoyar a otras mujeres que no sólo apoyen la consecución de la paz, sino lideren procesos de cambio cultural.
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