Por Germán Ayala Osorio, comunicador
social y politólogo
Uribe
y Santos comparten las mismas ideas en torno a un único de modelo de Estado y
de sociedad, así como la apuesta de un desarrollo caracterizado por ser
extractivo, como aspiración para que Colombia se modernice, sin haber alcanzado
objetivos propios de la modernidad. Estos elementos los une. Las diferencias
que los separan se soportan en los métodos. Al primero le gustan los atajos, el
segundo prefiere los canales institucionalizados.
Además,
el primero es un montaraz y emergente líder político, que logró escalar
políticamente, hasta el punto que sirvió de experimento político y militar a
reducidos grupos de poder que históricamente han manejado los destinos del
país; mientras que el segundo, es un político y un hábil ajedrecista, educado y
decente, que cree en las instituciones y en las formas regladas para proceder y
lograr consensos.
Después
de ocho años, la rancia élite bogotana comprendió que ese experimento político
dejó graves fracturas en la institucionalidad, que ensució en materia grave el
carácter democrático de las élites tradicionales y que incluso, alcanzó a
dividirlas; y que irrespetó la tradición y el linaje de unas cuantas familias
sobre las cuales se viene soportando el funcionamiento del Estado y de la
política. Por eso frenaron, con el concurso de la Corte Constitucional, la
intención de Uribe de reelegirse por segunda vez.
Una
vez Santos llega al poder, las élites bogotanas y quienes defienden las ideas
de un fracasado pero impetuoso centralismo, sintieron alivio, dado que la
decencia, la diplomacia y las buenas maneras, así sea en apariencia, han sido
para ellos garantía de respetabilidad y de confianza hacia adentro, pero
especialmente hacia afuera, gracias a que buscan insertarse cada vez más y
mejor en las dinámicas de la globalización corporativa.
De
cara a recuperar el manejo del poder históricamente centralizado y el lugar social
como élite, Santos busca no sólo la
reelección presidencial en 2014, sino garantizar que emergentes como Uribe no
vuelvan a acceder al poder del Estado. Y lo piensan hacer, a través del
interesado ‘matrimonio electoral y político’, con Vargas Lleras como fórmula
vice presidencial.
La
elección de Germán Vargas Lleras es apenas el primer paso para continuar con el
mismo proyecto político y económico que agenció Uribe, que agencia Santos, y
agenciará otro hijo salido de las entrañas de la élite bogotana y no por un
advenedizo y provinciano líder que olvidó su origen emergente y creyó que podía
desestimar, burlar y contradecir los principios,
el poder y la tradición de unas cuantas, pero poderosas familias.
Santos
Calderón-Vargas Lleras no es más que una alianza entre apellidos, entre
familias. Es una suerte de ‘matrimonio’ político y electoral, con el que el
país transitará por una especie de neo Frente Nacional, liderado por históricas
dinastías. Eso sí, no podemos olvidar que los hijos de esas dinastías, en
connivencia con otros de menor valía en lo que refiere al linaje, saben
prepararse académica y políticamente para continuar capturando el Estado, para
mantener sus privilegios de clase y aumentar su poder económico.
Santos
está abonando el camino para que Vargas Lleras, nieto de Lleras Restrepo,
llegue a la Presidencia no tanto porque exhiba méritos en el ejercicio de la
función pública, sino porque así lo determina la tradición y el legado de su
familia y la historia misma del país. Lo cierto es que
terminó la era Uribe, pero el proyecto hegemónico continúa. Santos es y será la
segunda parte. Luego vendrá Vargas Lleras[1].
Entre
tanto, Santos seguirá buscando poner fin al conflicto armado interno, para
presentarse ante el mundo capitalista y de las grandes inversiones, como un
demócrata, pacifista, confiable y sobre todo, decente y no como Uribe Vélez, a
quien solo le interesó convertirse en un pacificador.
Por
ello, Santos y Vargas Lleras van, tomados de la mano, hacia la reconquista del
poder natural al que tienen derecho como hijos de la élite bogotana.
1 comentario:
Profesor German, la realidad es coherente con la doctrina Monroe de 1823, américa para los americanos, Cualquiera que llegue a la presidencia sea demócrata o republicano es fiel a esa doctrina, observe el curso de la historia. Igual en nuestro país, presidentes que siguen los lineamientos del imperio, hechos y construidos como tal para auspiciar sus intereses. Qué diferencias hay entre planteamientos de Gaviria en el 91 con respecto a los de Uribe-santos-lleras-. Ayer apertura económica, hoy TLC. Don santos fue ministro de comercio exterior de Gaviria, ministro de Uribe. Las vías son las mismas, los fines los mismos. Colombia es la hacienda con mayordomos que van de generación en generación, sus dueños están afuera y son todas las multinacionales, las actores del capitalismo salvaje.
Un cordial saludo profe.
Luis
Publicar un comentario