YO DIGO SÍ A LA PAZ

YO DIGO SÍ A LA PAZ

viernes, 22 de agosto de 2014

VÍCTIMAS, ACADÉMICOS Y MILITARES

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Después de una seguidilla de hechos violentos perpetrados por las Farc y de ‘amenazas’  de rompimiento de los diálogos, el proceso de paz de La Habana pasa, por estos días, por un buen momento desde la perspectiva de la entrega de buenas nuevas.

El mismo proceso de negociación genera y exhibe hechos históricos que hacen pensar que la firma del fin del conflicto está cerca. Y es así, por la llegada a Cuba de un grupo de personas que representa a las víctimas de los actores armados; y de otro compuesto por académicos que buscarán generar consenso alrededor de las causas y las circunstancias contextuales que coadyuvaron y justificaron el surgimiento del conflicto armado interno; de igual manera, por el arribo de una comitiva de militares activos, que asesorará a los negociadores del Gobierno en asuntos que guardan relación con la posible dejación de armas, la desmovilización de los guerrilleros de las Farc y el desminado de zonas en las que las Farc ‘sembraron’ artefactos explosivos, entre otros temas que requieren de la experticia castrense.

Es decir, por cuenta de las víctimas, los académicos y de los militares activos, el proceso de paz de La Habana entra en una etapa definitiva, que parece no tener reversa o factor de poder  alguno que lo detenga, salvo que las ‘fuerzas oscuras’ asesinen a una personalidad que presione al Presidente a que rompa los diálogos. Recordemos que el presidente Santos dijo que “si atentan contra una figura importante explota el proceso de paz[1]. No se puede descartar que ello suceda, puesto que dentro de las propias fuerzas armadas y en sectores económicos, sociales y políticos de ultraderecha, hay intereses creados que presionan y buscan extender la guerra por otros 50 años más.

Lo positivo también es negativo

Para quienes creen que lo mejor que le puede pasar al país es ponerle fin al conflicto armado interno, los últimos hechos resultan ser positivos. Muy positivos. Pero para aquellos sectores de poder, minoritarios por cierto, pero influyentes en una engañada opinión pública, la llegada de representantes de las víctimas, de los académicos y especialmente de militares activos, se convierte en un hecho no sólo negativo, sino grave.

Esas reacciones tienen nombre propio: Centro Democrático, manejado por el ex presidente Uribe Vélez, detractor de Santos y enemigo acérrimo del proceso de paz. Se suma a esa reacción negativa el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, quien además de oponerse a las negociaciones, en específico lo viene haciendo contra el Marco Jurídico para la Paz y contra lo que  será la justicia transicional.

Ante la arremetida de estos exponentes de la ultaderecha colombiana, Santos sale a los medios y aclara las funciones que cumplirán tantos los militares, como los académicos que arribaron a Cuba. No serán negociadores los primeros, y los segundos no hacen parte de una adelantada Comisión de la Verdad.

El senador del Centro Democrático señaló que demandará la decisión de Santos de enviar militares a Cuba, por cuanto considera el ex presidente que éstos van a negociar con las Farc, lo que constituye una práctica deliberatoria que la Constitución  prohíbe a los uniformados. En concreto el polémico político antioqueño se refiere al artículo 219 de la Carta Política, que señala que “la fuerza pública no es deliberante; no podrá reunirse sino por orden  de autoridad legítima, ni dirigir peticiones, excepto sobre asuntos que se relacionan con el servicio y la moralidad del respectivo cuerpo y con arreglo a la ley. Los miembros fuerza pública no podrán ejercer la función del sufragio mientras permanezcan en servicio activo, ni intervenir en actividades o debates de partidos o movimientos políticos[2].  

Exagera y se equivoca el senador del Centro Democrático. Las funciones dadas al grupo de militares activos que viajó a La Habana no hacen parte de las asignadas al equipo negociador del Gobierno de Santos. Es decir, no tienen un sentido político que implique la deliberación y la discusión de asuntos o temas que hacen parte de la agenda de negociación pactada. Ese grupo de militares no discutirá con los negociadores de las Farc asuntos como la integridad del territorio y el orden constitucional.

Hay que señalar que la preocupación del señor senador por las fuerzas armadas no es genuina. Él mismo, cuando fungió como Comandante Supremo entre 2002 y 2010, debilitó la institucionalidad militar al manejar los asuntos castrenses desde lógicas privadas, asociadas a su carácter megalómano, mesiánico y profundamente autocrático. Tomó decisiones que irrespetaron los conductos regulares  y manejó a la fuerza pública como si fuera su propio cuerpo armado.


Lo que se viene

Hay que buscar con urgencia el cese bilateral al fuego y evitar que el proceso entre en un profundo desgaste frente a la opinión pública, manipulada por unos medios masivos que no acompañan del todo las negociaciones en La Habana. En especial, porque lo acordado, se espera que sea refrendado en las urnas. Por ello, se necesita un cese total de hostilidades, para desarmar a quienes desde la ultraderecha buscan que la guerra se mantenga.

Si bien  hay acuerdos preliminares sobre tres puntos y hay avances en los 4 y 5 de una agenda pactada a seis, estos son y serán los momentos y las circunstancias más delicadas del proceso de paz. Del lado de las Farc, es urgente que los negociadores aseguren que tienen el control total sobre sus frentes. Y por el lado del Gobierno, deberá no sólo poner en cintura a los miembros de la fuerza pública que no estén comprometidos con el fin del conflicto, sino evitar que la ultraderecha atente contra las negociaciones, pues bastaría con atentar o matar a una figura importante, para romper las negociaciones.  Así como podemos pensar que está cerca la firma del fin del conflicto, de igual forma podemos advertir que las negociaciones se pueden romper en cualquier momento.

No hay comentarios.: