YO DIGO SÍ A LA PAZ

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jueves, 23 de abril de 2015

¿RUIDO DE SABLES?

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

La muerte de 11 militares, en el pasado golpe de mano que las Farc propinaron a las tropas oficiales, en jurisdicción de Buenos Aires, Cauca, motivó reacciones apasionadas y enardecidas de sectores sociales y de opinión, aupados por un discurso noticioso moralizante e ideologizado. Un discurso noticioso que posa de ser objetivo y neutral, pero que claramente sirve, de tiempo atrás, para polarizar aún más a los colombianos.

Cientos de nacionales llevaron flores a las guarniciones, para rechazar la muerte de los 11 combatientes. Los mensajes, cargados de dolor y rabia, no sirvieron para exigir el fin del conflicto, sino, el rompimiento de los diálogos de paz. El grito de más guerra y bombardeos, quitó, rápidamente, el adormecedor aroma y el brillo ingenuo de una variopinta gama de flores y rosas.

Y mientras los lastimeros mensajes calaban en una confundida opinión pública, la idea de que los Héroes sí existen -y, que además, son intocables- retumbaba al unísono de los tambores de guerra que se alistaban en las unidades militares, señaladas para “vengar” la muerte de los compañeros caídos. Héroes que devienen intocables, como finas porcelanas, a pesar de que ostentan la condición de combatientes. Vaya confusión en la que cayeron y en la que están millones de colombianos, por cuenta de una apasionada lectura, de unos hechos de guerra, que son lamentables, pero que son perfectamente lógicos en el marco de un conflicto armado interno, en el que a pesar de declaraciones de cese al fuego unilateral, su cumplimiento depende de los niveles de venganza, inteligencia, capacidad de comprender el momento histórico que vive el país y la fiereza que exhiban esos Machos en armas, que dicen, unos, defender la Patria y otros, buscar cambiar su destino.

Y es que no resulta fácil comprender lo que sucede en Colombia. Son tantas las aristas, los actores, agentes, circunstancias, grupos de poder e interés, que juegan del lado de la paz y de la guerra, que el desenlace militar en el Cauca, resulta difícil de asir y de entender. Esa zona del Cauca, en donde ocurrieron los dolorosos hechos de guerra, hace parte de un vasto territorio que disputan narcotraficantes, bandas criminales, militares y guerrillas. Un corredor de narcóticos en donde lo legal y lo ilegal se confunden de tal manera, que nadie sabe a ciencia cierta qué es lo correcto, lo justo, lo legítimo y lo bueno. Territorios olvidados por el Estado y hasta por Dios, en donde mandan las armas.

En nombre de esos 11 soldados asesinados, el país político también aportó su grano de arena a la polarización y al clamor por levantar la Mesa de Diálogo y por esa vía, re escalar el conflicto. Tanto así, que el fingido dolor de un ex presidente, lo llevó a clínicas para “apoyar” a los Héroes que salvaron sus vidas. Ese ex presidente, que se auto denomina un soldado más de la Patria, funge hoy como una especie de Ministro de la Defensa en la sombra. El mismo que de tiempo atrás viene orquestando una división interna dentro de las Fuerzas Armadas. De allí que circulan rumores de un posible ruido de sables.

Y es que con los ánimos caldeados por ese periodismo irresponsable, de los abucheos y silbatinas contra el Comandante de las Fuerzas Armadas, que para bien o para mal, es Juan Manuel Santos, fácilmente podemos pasar a la ruptura o al debilitamiento de la unidad de mando, e incluso, al quiebre del orden constitucional, todo ello con el claro objetivo de extender los horrores de la guerra a otros 50 años.

Quienes apoyamos una salida negociada a este conflicto interno, exigimos que la gran prensa bogotana, haga un cubrimiento noticioso alejado de los intereses de los Señores de la Guerra. Resulta peligroso que medios y periodistas amplifiquen los deseos de guerra y los sentimientos de venganza de los áulicos que siguen a ese Ministro de la Defensa en la sombra, que durante años promovió odios y venganzas, al tiempo que hacía invisibles los límites entre lo legal y lo ilegal, entre lo legítimo y lo ilegítimo. Paz en la tumba de los caídos de las Fuerzas Armadas. Pero también, de los guerrilleros "dados de baja". Finalmente, todos son seres humanos, colombianos y la mayoría, hijos de la pobreza, de la injusticia y de un débil Estado y una sociedad indolente y atomizada.Y además, víctimas de una élite política y económica que jamás supo guiar los destinos de la Nación.

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Imagen tomada de aporrea.org

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