YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 10 de agosto de 2015

Cali, ciudad región, en perspectiva de paz territorial

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Columna publicada en: http://elpueblo.com.co/cali-ciudad-region-en-perspectiva-de-paz-territorial/


Las elecciones de octubre de 2015 serán definitivas para el país y en especial para las regiones más golpeadas y afectadas por las dinámicas del conflicto armado interno. Los alcaldes, gobernadores, concejales y diputados que resulten electos, deberán tomar decisiones teniendo en cuenta la perspectiva de paz de territorial que cobija los acuerdos de La Habana y el diseño, hacia futuro, de reales, efectivos y sostenibles escenarios de posconflicto. El reto, entonces, es mayúsculo, en especial para una ciudad como Cali, que es una urbe receptora de población desplazada.

Como centro de poder económico y político del sur occidente colombiano, la ciudad de Cali debería de jugar un papel definitivo en la construcción de escenarios de posacuerdos y posconflicto en perspectiva de paz territorial, en la medida en que la capital del Valle del Cauca es una de las principales ciudades receptoras de desplazados, debido a las acciones y a las presiones de los actores armados enfrentados en territorios en disputa, localizados en Nariño, Cauca, Chocó e incluso, en el Putumayo.

La pregunta es: ¿está la ciudad, políticamente preparada para asumir un papel protagónico en una eventual fase de posacuerdos? Creo que no. Y la negativa respuesta está dada en la manifiesta debilidad y el desinterés de sus élites empresarial, social y política, para asumir semejante reto. La atención prestada a la población desplazada que ha llegado a Cali, dice bastante de la capacidad operativa e instalada de la ciudad y del interés de las élites política y económica, para hacer frente a una grave situación humanitaria, que viene a hacer aún más difícil las circunstancias de pobreza y marginalidad que de tiempo atrás afronta la “Sucursal del cielo”.

Se requerirá de un gran pacto político para hacer que la ciudad y el departamento asuman la paz territorial como un asunto prioritario, en la medida en que el desplazamiento forzado, como consecuencia de las hostilidades y las dinámicas de la guerra interna, se viene constituyendo en un factor de riesgo y de generación de nuevos conflictos para los caleños y los vallecaucanos.

Asumir un papel activo y consecuente con las condiciones de una paz territorial, exige que las élites y las fuerzas vivas, caleñas y vallecaucanas, dialoguen con sus similares de Nariño, Cauca y Chocó, con el fin de exigirle al Estado central, un tratamiento regional ampliado, en la medida en que hacerlo de manera individual, es decir, por departamento, haría que Cali y el Valle del Cauca sigan asumiendo en solitario las demandas de la población en condición de desplazamiento y los retos que traerá pensar y diseñar escenarios de posconfllicto.

Lo anterior exige el compromiso político, la capacidad y el interés de los diputados, concejales, alcaldes y gobernadores, que resulten electos el 25 de octubre de 201[1], para presentar ante el Gobierno central proyectos  y acciones encaminadas a asegurar escenarios de posacuerdos y posconflicto, en la perspectiva de una paz territorial regional (del suroccidente), articulada a partir de las demandas de una ciudad que como Cali, viene recibiendo ciudadanos expulsados de Nariño, Cauca y Chocó, debido a las dinámicas del conflicto armado y a las expectativas que desplazados y migrantes, por razones económicas y ambientales, se hacen alrededor de la ciudad de Cali, como epicentro de desarrollo y oportunidades del suroccidente colombiano.

Lo anterior demanda un liderazgo político que, en las actuales condiciones de la ciudad y el departamento, los candidatos a la alcaldía y la gobernación no parecen exhibir de manera clara. Esto es, la búsqueda de recursos y la implementación de acciones para asegurar una paz territorial regional, que le dé a Cali un lugar protagónico en la consolidación de escenarios de posacuerdos y de posconflicto y por esa vía, le garantice a los desplazados que han llegado a Cali, la atención prioritaria, digna y humana, que su condición demanda. No se trata de replicar el modelo centralizado bogotano, en esta región del suroccidente. No. De lo que se trata es de pensar una región golpeada de disímiles maneras por las dinámicas del conflicto armado interno.

Eso sí, hay que reconocer que asumir esta tarea será difícil por la crisis programática e ideológica de los partidos tradicionales y la poca claridad política de los movimientos políticos recientemente creados. Esa circunstancia hace improbable que desde las direcciones de dichas colectividades, se puedan presentar candidatos a las alcaldías de Cali, San Juan de Pasto y Quibdó, y a las gobernaciones del Valle, Pasto y Chocó, que tengan como metas, diseñar escenarios de posacuerdos, en perspectiva de paz territorial regional. Insisto, el reto es mayúsculo.


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Imagen tomada de proclamadelcauca.com

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