Por
Germán Ayala Osorio, comunicador social
y politólogo
Columna publicada en: http://elpueblo.com.co/cali-ciudad-region-en-perspectiva-de-paz-territorial/
Las
elecciones de octubre de 2015 serán definitivas para el país y en especial para
las regiones más golpeadas y afectadas por las dinámicas del conflicto armado
interno. Los alcaldes, gobernadores, concejales y diputados que resulten
electos, deberán tomar decisiones teniendo en cuenta la perspectiva de paz de
territorial que cobija los acuerdos de La Habana y el diseño, hacia futuro, de
reales, efectivos y sostenibles escenarios de posconflicto. El reto, entonces,
es mayúsculo, en especial para una ciudad como Cali, que es una urbe receptora
de población desplazada.
Como
centro de poder económico y político del sur occidente colombiano, la ciudad de
Cali debería de jugar un papel definitivo en la construcción de escenarios de
posacuerdos y posconflicto en perspectiva de paz territorial, en la medida en
que la capital del Valle del Cauca es una de las principales ciudades
receptoras de desplazados, debido a las acciones y a las presiones de los
actores armados enfrentados en territorios en disputa, localizados en Nariño,
Cauca, Chocó e incluso, en el Putumayo.
La
pregunta es: ¿está la ciudad, políticamente preparada para asumir un papel
protagónico en una eventual fase de posacuerdos? Creo que no. Y la negativa
respuesta está dada en la manifiesta debilidad y el desinterés de sus élites
empresarial, social y política, para asumir semejante reto. La atención prestada
a la población desplazada que ha llegado a Cali, dice bastante de la capacidad
operativa e instalada de la ciudad y del interés de las élites política y
económica, para hacer frente a una grave situación humanitaria, que viene a
hacer aún más difícil las circunstancias de pobreza y marginalidad que de
tiempo atrás afronta la “Sucursal del cielo”.
Se
requerirá de un gran pacto político para hacer que la ciudad y el departamento asuman
la paz territorial como un asunto prioritario, en la medida en que el
desplazamiento forzado, como consecuencia de las hostilidades y las dinámicas
de la guerra interna, se viene constituyendo en un factor de riesgo y de generación
de nuevos conflictos para los caleños y los vallecaucanos.
Asumir
un papel activo y consecuente con las condiciones de una paz territorial, exige
que las élites y las fuerzas vivas, caleñas y vallecaucanas, dialoguen con sus
similares de Nariño, Cauca y Chocó, con el fin de exigirle al Estado central,
un tratamiento regional ampliado, en
la medida en que hacerlo de manera individual, es decir, por departamento,
haría que Cali y el Valle del Cauca sigan asumiendo en solitario las demandas
de la población en condición de desplazamiento y los retos que traerá pensar y
diseñar escenarios de posconfllicto.
Lo
anterior exige el compromiso político, la capacidad y el interés de los
diputados, concejales, alcaldes y gobernadores, que resulten electos el 25 de
octubre de 201[1],
para presentar ante el Gobierno central proyectos y acciones encaminadas a asegurar escenarios
de posacuerdos y posconflicto, en la perspectiva de una paz territorial regional (del suroccidente), articulada a partir de
las demandas de una ciudad que como Cali, viene recibiendo ciudadanos
expulsados de Nariño, Cauca y Chocó, debido a las dinámicas del conflicto
armado y a las expectativas que desplazados y migrantes, por razones económicas
y ambientales, se hacen alrededor de la ciudad de Cali, como epicentro de
desarrollo y oportunidades del suroccidente colombiano.
Lo
anterior demanda un liderazgo político que, en las actuales condiciones de la
ciudad y el departamento, los candidatos a la alcaldía y la gobernación no parecen
exhibir de manera clara. Esto es, la búsqueda de recursos y la implementación
de acciones para asegurar una paz
territorial regional, que le dé a Cali un lugar protagónico en la
consolidación de escenarios de posacuerdos y de posconflicto y por esa vía, le
garantice a los desplazados que han llegado a Cali, la atención prioritaria,
digna y humana, que su condición demanda. No se trata de replicar el modelo centralizado bogotano, en esta
región del suroccidente. No. De lo que se trata es de pensar una región
golpeada de disímiles maneras por las dinámicas del conflicto armado interno.
Eso
sí, hay que reconocer que asumir esta tarea será difícil por la crisis
programática e ideológica de los partidos tradicionales y la poca claridad
política de los movimientos políticos recientemente creados. Esa circunstancia
hace improbable que desde las direcciones de dichas colectividades, se puedan
presentar candidatos a las alcaldías de Cali, San Juan de Pasto y Quibdó, y a
las gobernaciones del Valle, Pasto y Chocó, que tengan como metas, diseñar
escenarios de posacuerdos, en perspectiva de paz territorial regional. Insisto,
el reto es mayúsculo.
Imagen tomada de proclamadelcauca.com
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