Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
La Jurisdicción Especial de Paz y
la Comisión de la Verdad acordadas en La Habana, en el contexto del Proceso de
Paz, permitirán establecer responsabilidades directas e indirectas de actores
de la sociedad civil que de manera denodada aportaron recursos y apoyaron el
enfrentamiento armado entre guerrillas y Estado, así como la respuesta
paramilitar, presentada por los medios masivos y las fuentes oficiales como exclusivamente
contrainsurgente.
En ese proceso de establecer
responsabilidades en actores sociales, económicos y políticos de la sociedad
civil, hay que examinar, también, el rol que jugaron los medios de comunicación
en esta larga confrontación. Por supuesto que a la gran prensa bogotana le cabe
responsabilidad política y periodística por los cubrimientos realizados de los
hechos propios de la guerra y de aquellos ajustados a la lucha ideológica que
sirvió de trasfondo a la confrontación armada. El periodismo regional, con todo
y sus dificultades, también debe ser examinado a la luz de los mismos criterios
con los que es posible examinar los tratamientos periodísticos dados a los
hechos de orden público sucedidos en regiones y territorios alejados de la
Capital.
Es necesario y urgente evaluar el
papel que el periodismo colombiano jugó en el cubrimiento de por lo menos 51
años de un largo conflicto armado interno. Y hay que hacerlo separando dos
ámbitos: uno, el estrictamente periodístico (informativo) y el segundo, el
editorial y de opinión. En el primero, el examen debe hacerse sobre las maneras
como los periodistas y los medios cubrieron el devenir del conflicto armado
interno. Y allí será preciso evaluar las rutinas de producción noticiosa, en
especial lo que hace referencia a la consulta de las fuentes oficiales
(castrenses), de los voceros de los grupos insurgentes y por supuesto, confrontar los siempre
criticables valores noticia.
En el segundo ámbito hay que
entrar a evaluar las posturas editoriales asumidas por la gran prensa en estos
largos años de guerra interna y por supuesto, las expuestas por columnistas que
desde diversas orillas ideológicas defendieron el Establecimiento, de un lado,
y del otro, el levantamiento de las guerrillas.
Ahora bien, esos dos ámbitos de
evaluación de las actuaciones de la prensa colombiana en el cubrimiento de los
hechos políticos y de guerra sucedidos en 51 años de confrontación armada, deben
estar enmarcados en el propósito superior de que las responsabilidades que unos
y otros asuman, servirán para replantear el ejercicio periodístico de cara a
los escenarios de posconflicto que el país deberá transitar en aras de
consolidar una paz estable y duradera.
Cambios que deben estar sostenidos en nuevas políticas de comunicación e
información que promuevan el pluralismo informativo y en una nueva apuesta
cultural por parte de los canales privados de televisión.
Aun sin entrar en un juicio de
responsabilidades a la gran prensa colombiana, es claro que los efectos
negativos de los Media se explican en el momento en el que reconocemos las dificultades
que millones de colombianos aún tienen para comprender los orígenes,
circunstancias y el devenir mismo del conflicto armado interno. Y especialmente
se notan los efectos negativos de un cubrimiento periodístico ideologizado,
espectacular y por momentos irresponsable, cuando observamos las aprensiones
que las audiencias aún tienen frente a la búsqueda de una salida negociada tal
y como la que hoy se busca concretar en La Habana entre la guerrilla de las
Farc y el Gobierno de Santos.
Para lograr establecer la
responsabilidad que le cabe a la prensa colombiana frente a los cubrimientos
periodísticos dados a las circunstancias y hechos políticos y bélicos propios
del conflicto armado interno, se propone que de manera coordinada los
magistrados de la Jurisdicción Especial de Paz, las Facultades de Comunicación
Social y Periodismo, grupos de investigación e investigadores, establezcan los
mecanismos necesarios para dar cuenta de ese objetivo.
En este proceso de establecer
responsabilidades de los medios y del periodismo, hay que señalar que a las
audiencias también les cabe responsabilidad por asumir posturas pasivas frente
a la degradación del conflicto y no contrastar las versiones periodísticas con
fuentes alternativas, que les proporcionara mayores y mejores elementos de
juicio. De igual manera, a los anunciantes también les caben responsabilidades
a la hora de apoyar económicamente seriados que claramente tergiversaron los
hechos y la historia misma. En particular, hago referencia a la producción Los
Tres Caínes[1], de RCN Televisión.
Todo lo anterior se propone con el ánimo de que la sociedad en general entienda y reconozca el poder de penetración que tienen los medios masivos de comunicación. En especial, que adviertan que el ejercicio de informar deviene contaminado por intereses políticos y económicos que convierten a los medios en actores políticos de especial importancia; y a los periodistas en agentes que fácilmente son presionados por actores de poder interesados en reconstruir y manipular los hechos.
Existen en el país numerosos
estudios e investigaciones académicas que bien pueden servir de insumo para
señalar el tipo de responsabilidades que les cabe a los medios masivos en el cubrimiento
de los hechos acaecidos en el contexto de un largo y degradado conflicto armado
interno.
En particular, pongo a
disposición los siguientes estudios, que bien pueden contribuir a ese objetivo
de evaluar el papel que los medios jugaron en estos 51 años de confrontación
armada: Plan Colombia y medios de comunicación, un año de autocensura (UAO,
2000); De la democracia radical al unanimismo ideológico, medios de
comunicación y seguridad democrática (UAO, 2006); El caso Granda y su relación
con fuentes estólidas y poderes invisibles (UAO, 2007); y Hechos noticiosos,
tratamientos explosivos (Casos Collar Bomba y Múltiple embarazo, UAO, 2006).
De igual manera, hay que tener en
cuenta los estudios de Germán Rey, Luis Fernando Barón Porras y Fabio López de
la Roche. En particular de este último investigador, el texto Las ficciones del
poder, patriotismo y reorientación afectiva de los colombianos bajo Uribe Vélez
(2002- 2010), publicado en 2014 por el IEPRI, Universidad Nacional y Debate.
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