Por
Germán Ayala Osorio, comunicador social
y politólogo
Ya
en la recta final del Proceso de Paz de La Habana, el presidente Santos decidió
hacer ajustes a su prudente talante con el que venía respondiendo a los
ataques, críticas y señalamientos de sus más visibles y enconados detractores:
Álvaro Uribe Vélez y Alejandro Ordóñez Maldonado.
Sin
duda, los hechos que hicieron posible que Santos le hablara duro al
expresidente Uribe y al Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez
Maldonado, tienen que ver con la Resistencia
civil[1]
frente al Proceso de Paz en la que se declaró
el senador del Centro Democrático y la carta que le enviara el Jefe del
Ministerio Público, en un tono desobligante, que no solo expresa los altos y
peligrosos niveles de polarización política, sino el giro político-ideológico
que Ordóñez le dio a sus funciones, en especial después de haberse hecho
reelegir violando la Constitución Política.
Acostumbrado
el país al talante confrontador, altanero, provocador, frentero, retador,
violento, profundamente antidemocrático y camorrero de Uribe Vélez, sectores de
la opinión venían “exigiéndole” al Presidente que asumiera una defensa más
fuerte y decidida de los diálogos de paz.
En
el contexto de una sociedad machista como la colombiana, el carácter de Uribe
Vélez sobrevino en una suerte de perfil necesario -obligatorio- para quien ose orientar
los destinos del Estado y decida participar de la vida política como
funcionario. Es decir, que hablar duro, gritar, irrespetar al Otro, desconocer
la opinión del contradictor o crítico, no contestar preguntas y ofrecer dar en la cara marica son, para algunos
sectores de la sociedad, elementos sustantivos del perfil y del talante que
debe tener quien desee gobernar a esta compleja Nación.
En
su cambio, Santos confrontó con decisión a Uribe Vélez y lo hizo marcando
claras y evidentes diferencias entre las dos familias. “En mi gobierno, la familia
presidencial –y lo digo con orgullo – no tiene una sola tacha, ni mis hijos ni
mis hermanos”. Aludió
el Presidente a los señalamientos que recaen sobre los hijos de Uribe y sobre
el mismo senador, por su pasado político y sus cercanías con grupos
paramilitares y actos de corrupción denunciados, en su momento, por Joseph
Contreras en su libro El señor de las sombras, biografía no
autorizada de Álvaro Uribe Vélez.
Pero Juan Manuel Santos Calderón no solo apeló
a los asuntos familiares para indicar las diferencias de origen con su
contradictor político, sino que lo hizo con hechos que evidencian claramente
que el ethos mafioso fue el sello con
el que el país aprendió, tardíamente, a reconocer lo que sucedió en los ocho
largos y tenebrosos años en los que Uribe mandó sin mayor resistencia política,
por cuanto el DAS[2] le
sirvió como su policía política.
Santos señaló: “Hay quienes no pueden
resistir este avance –dijo–. Hay quienes están desesperados porque se les va
a acabar su oxígeno, que es el miedo, que es la guerra. Y han acudido a todo
tipo de ataques, inclusive llamando a la resistencia civil, esa misma que antes
proponía Carlos Castaño (jefe de las Auc)”. A renglón seguido, el primer Mandatario le
recordó a Uribe que por asuntos relacionados con su reelección, no hay en su
Gobierno funcionario alguno investigado, procesado o preso. Contrario a lo que
sucedió con la reelección presidencial inmediata que benefició a Uribe, de la
que hoy el país sabe que se dio gracias a la compra del voto de la congresista
Yidis Medina y que varios funcionarios de Uribe fueron investigados y sancionados.
Después vendría la respuesta
al Procurador Ordóñez, por la amenaza[3] que
profirió el Jefe del Ministerio Público a los funcionarios que de manera
decidida promuevan lo acordado en La Habana, podrían ser investigados por
indebida participación política. Quizás en la respuesta a Ordóñez, Santos
recoja la molestia que le causó la desobligante carta que le envió el Procurador
General de la Nación en días pasados, a raíz del contenido del Comunicado
Conjunto Número 69.
Así
recogió la revista Semana la respuesta del Presidente: “Un
día después del controvertido concepto de la Procuraduría, en el que le pidió a
la Corte Constitucional no aprobar el plebiscito por la paz, y calificar como
participación indebida en política las alusiones de los funcionarios al proceso
de paz, el presidente Juan Manuel Santos respondió con dureza y hasta en tono
desafiante. Durante la posesión de Clara Luz Roldán como nueva directora de
Coldeportes, celebrada en Cali, Santos aseguró que los funcionarios sí pueden
participar en la campaña por la paz. “De manera, señor procurador, que usted no
les va a prohibir a los funcionarios lo que la ley ya les permite en forma
explícita”, manifestó el presidente Santos, quien invitó “a todos los
funcionarios a que trabajemos como un ejército para sacar esta paz adelante”. Santos,
afirmó que los funcionarios pueden hacer campaña por la paz, ya que así lo
señala expresamente la ley, y le advirtió al procurador general de la Nación,
Alejandro Ordóñez, que no está por encima de esa normativa. Por eso invitó “a
todos los funcionarios, a todos, a que trabajemos como un ejército para sacar
esta paz adelante”[4].
Sin duda alguna, estamos ante un evidente
cambio en la forma como Santos venía hablando, explicando y defendiendo el
Proceso de Paz. Bienvenido ese cambio. Eso sí, la firmeza que hoy exhibe Santos
no puede llevarlo a ese lenguaje incitador, violento y desobligante al que han
apelado Uribe y Ordóñez de tiempo atrás y con el que han buscado incitar a la
violencia y la división del país.
3 comentarios:
Se había demorado, Santos en Hablar.
Lo que Falta en este País es que AHORA es que hay que hablar y bien Duro.
No conocen el Tratado, Acuerdo, Acuerdo Especial o lo pactado y se la han pasado Hablando pura M.. en 3 años.
No entiendo a la Gente que lo apoyas, a los Medios pre pagos y Mediocres y Empresarios que Quieren Guerra.
La van a Tener y les vamos a enseñar que es Resistencia !!!!!!!
Acostumbrado el país al talante confrontador, altanero, provocador, frentero, retador, violento, profundamente anti-democrático y camorrero de Uribe Vélez, sectores de la opinión venían “exigiéndole” al Presidente que asumiera una defensa más fuerte y decidida de los diálogos de paz.
Cabe recordar que las decisiones políticas de este país no son tomadas por los gobernantes de turno ni manipulados grupos opositores, debemos ir más arriba de la pirámide, y observar a quienes mueven los hilos de estos muñecos de alta voz, (uribes, santos, guerrillas, paramilitares) Estrategia que utilizan en cada país del mundo que lo requiera para doblegar las mentes y controlar el poder, utilizando la vieja doctrina "divide y vencerás", mientras los seres humanos ciegos son guiados bajo el engaño y la manipulación de su arma más poderosa; los medios de comunicación, medios que pertenecen a los mismos que se esconden en esta pirámide indescifrable para muchos. Si tan solo investigarnos a quién pertenecen los medios de comunicación más importantes del mundo, a quién pertenecen los bancos mundiales con los cuales someten países enteros, si tan solo revisáramos quién está detrás del FMI, tal vez nos daríamos cuenta que son los mismos, y solo tal vez entenderíamos que lo que vemos es una ilusión, y que la realidad es precisamente la que no estamos viendo
Saludos Gonzalo. Por supuesto que es así como lo dice. Ya en otras columnas me he referido al asunto. Gracias por leer y comentar.
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